Algocracia

Si nunca han oído hablar de este novedoso concepto llamado “Algocracia”, yo les explico que se trata de una nueva técnica de comunicación política entremezclada con la gestión pública mediante la cual, los gobiernos toman sus decisiones consultando a algoritmos

por Nuria González López

Por Núria González López

Si nunca han oído hablar de este novedoso concepto llamado “Algocracia”, yo les explico que se trata de una nueva técnica de comunicación política entremezclada con la gestión pública mediante la cual, los gobiernos toman sus decisiones consultando a algoritmos de inteligencia artificial para medir cuál será la reacción más probable de la ciudadanía ante las eventuales decisiones que vayan a tomar. Como el Oráculo de Delphos pero en moderno. Es real, palabrita.

Y viendo el vodevil al que estamos siendo obligados a asistir estos días, me pregunto sinceramente si estamos ante los primeros pinitos del presidente Sánchez en la “Algocracia”, o bien estamos ante la prueba irrefutable de que no hay inteligencia artificial posible capaz de prever el alcance de la estupidez humana, lo cual, en el fondo, es una gran noticia porque significa que nuestra especie está salvo.

Porque para preguntarle al algoritmo sobre la reacción ciudadana ante lo que está pasando, habría que introducir, al menos y todos juntos, los siguientes términos, a saber: matrimonio, móvil robado, Rafaela Carrá, excursión con bocata, carta de amor, Pegasus, despido, peloteo, Almodóvar, denuncia y Patxi López haciendo el ridículo. Esto último por sí solo representa una categoría en sí misma, pero todo lo demás, sin duda, haría explotar a cualquier cerebro artificial, por muchas conexiones de plástico que tenga.

Y sin embargo, yo tengo una extraña sensación de dejavú que he comprobado que es compartida con muchas de las personas que vivimos el proceso de primarias entre Susana Díaz y Pedro Sánchez, y el ridículo Patxi López por cierto, desde dentro del PSOE. Nada de los que está pasando nos sorprende, aunque parezca increíble, porque todo ya pasó.

El engaño, el auge de los mediocres y rebotados de todos los territorios, los insultos, entre los cuáles nunca olvidaré el “Susana gusana” que era siempre el preferido de los Pedrolovers”, y la perplejidad de ver como se imponía la mentira y todo el antirraciocinio, y por supuesto, la persecución y aniquilamiento de cualquier pensamiento crítico dentro del PSOE. Nadie me lo ha contado, yo estaba allí y con esa legitimidad puedo contarlo. Por eso y porque es cierto.

La verdad es que lo mismo que pasó con el PSOE, que de ser un partido político ha pasado parecerse más a un club de fans histéricos, ahora está pasando con toda la sociedad española. Se imponen la persecución a quien disiente del pensamiento único y el asesinato social de quien no practica el culto al líder, como pueden comprobar ustedes mismos si se asoman a cualquier red social. Exactamente igual que pasó en 2018.

Me produce compasión ver personas, que hasta hace 12 horas eran líderes de opinión respetados por la progresía, ser absolutamente escarniados en público por decir que esto que está pasando no tiene ni medio gramo de normalidad. Pobre gente, no sabían que la nueva normalidad no era lo que venía después del Covid, sino lo que venía después de que ciertos personajes irrumpieran en la política con el único objetivo de reventar el régimen democrático.

Son los mismo del 15-M, son los que luego fueron Podemos, son los que intentan salvar su culo en Sumar y son los que están desapareciendo porque ya han cumplido su cometido de rebajar el nivel de la política hasta el punto de dejarnos unos dirigentes que se jactan en público de querer ser, literalmente recogida del tweet del autor, la perra o perro fiel de Perro Sánchez.

El PSOE como tal hace tiempo que desapareció y solo queda la carcasa sostenida por personas como Óscar Puente o María Jesús Montero, que solitas se describen. Esperemos que la sociedad española corra mejor suerte. Aunque no estoy muy segura…

Foto Captura de Pantalla desde X, composición LCR

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