Por Lorena Ríos
«Fue nuestro día y no salimos a la calle a hacer destrozos».
Atentamente, un hombre que no siente la necesidad de manifestarse para exigir justicia, seguridad y protección para él o para los suyos, por el hecho de ser hombres.
Un hombre que no se siente indignado, que nunca se ha sentido acosado, que no ha sido violentado ni abusado (y si lo fue, prefiere callarlo aunque le siga pasando a otros).
Un hombre que no está buscando a un padre desaparecido, que no busca justicia por un hijo violentado y asesinado, que no ha sido ignorado por las autoridades cuando denunció que alguien dañó a su hijo. Que no recibió burlas y rechazos cuando denunció lo que le pasó (o no le pasó nada).
Y me da gusto por ellos, de verdad que sí. Que no sientan por dentro esa rabia, esa impotencia y desprotección.
Pero como pueden ver, se pone de manifiesto la desigualdad, LAS COSAS SIGUEN SIENDO MUY INJUSTAS.
Y mientras sigan aprovechando oportunidades como esta para desaprobar y burlarse de lo que las mujeres hacen, sienten y exigen, esa desigualdad e inconformidad sigue creciendo.
Es bastante obvio que aun hay mucho por hacer.
…
(Supongo que no tengo que explicarles qué este post no busca reprochar que no se manifiesten – si ni siquiera sienten la necesidad de hacerlo -. Lo que entristece es que, lejos de empatizar, aprovechen la oportunidad para burlarse de la agenda 8M y lo vean como un chiste, en vez de hablar de sus propias cosas, de sus propias ventajas o desventajas de ser hombres… O cuando menos respetar y no mezclar temas. Eso es lo que molesta y decepciona. Y tal vez es una de las razones por las que «su día» no causa tanto revuelo como quizás podría).
Foto de kadrajserap y Joaquín Corbalán, Composición LCR