Quiero todas las flores…

La cercanía con la muerte, los momentos de quiebre, el dolor y al mismo tiempo la belleza que encierra, darse cuenta de que es como decía Leonard Cohen en su canción Anthem: “there’s a crack in everything, that’s how the light gets in…”  Existe una grieta en todo y así es como entra la luz

por Paloma Cuevas R.

La cueva de Medusa | Por Paloma Cuevas R.

Queridas todas, hoy estoy aquí, escribiendo desde el hartazgo y la sorpresa. Ese hartazgo que me acompaña desde hace 366 días en los que la vida me dio el susto de la muerte adelantada, y de saberme finita de la peor manera.

Y la sorpresa de darme cuenta de que a veces hacer un alto vale la pena. No lo digo solamente yo, lo dice el mundo y si no que le pregunten a Natalia Lafourcade y su De todas las flores.

Ahorita les cuento por qué.

A finales del mes de diciembre de 2023, fui diagnosticada con depresión crónica, o eso dijo la doctora del ISSEMYM. Toda la vida mi familia ha mostrado terror por la depresión, un terror que se combate con un prejuicio: “Se deprimen los pendejos.” Y como en esta casa nadie quiere ser pendejo, pues nadie acepta que se deprime. Y nos aventamos la típica frase de Facundo “no estás deprimido, estás distraído,” y que el mundo siga girando.

A partir de ese diagnóstico a mi yo desaforado le ha tocado hacer algunos altos y bajar el ritmo a algunas cosas. A muchas cosas.

Creo que el mundo necesita a veces eso: Bajar el ritmo. Avanzamos con una prisa tan desesperada que termina por destrozarnos, ante la voracidad de cumplir con todos y para todo.

No debo estar tan equivocada, tan es así que justamente viendo una entrevista que Roberto Martínez le realizó a Natalia Lafourcade el tres de noviembre de 2022  con motivo del lanzamiento de su disco más reciente: De todas las flores, ella confesó que habían sido ya mucho años sin sacar material nuevo, y las razones para no hacerlo.

Sobre su regreso al mundo de la música con el repertorio previo y con las nuevas composiciones que se ponen a disposición de los otros.

Recuerdo a Natalia Lafourcade en el año 2000, vino a Toluca a presentar su disco debut a una estación llamada Radio Capital, ya desde aquel entonces lo “diferente” estaba presente en su música, los arreglos y de más. Me gustó, pero aún sonaba muy POP, sin embargo, a lo largo de los últimos veintitrés años se ha ido consolidando, no solamente como una de las consentidas en el gusto del público nacional, sino como una de las artistas de mayor calidad, que trasciende fronteras y que invita a realmente escuchar.

En el tiempo ha definido un sonido personal que le permite pasar de la música de Agustín Lara a la música propia y la posibilidad de compartir una honestidad que resulta sumamente refrescante en un mundito en el que lo fast está de moda, un mundito en el que todo pareciera ser para el consumo rápido, finito y sin pena ni gloria, completamente olvidable, creado para provocar Alzheimer.

Música con sonsonete, sin forma, sin fondo no tiene cabida en el universo Lafourcade, en el cual la intimidad permite adentrarse en la cosmogonía personal de la autora, al tiempo que quienes escuchamos nos reconocemos en una suerte de Inconsciente Colectivo que nos permite hermanarnos a través de experiencias personales muy significativas.

La cercanía con la muerte, los momentos de quiebre, el dolor y al mismo tiempo la belleza que encierra, darse cuenta de que es como decía Leonard Cohen en su canción Anthem: “there’s a crack in everything, that’s how the light gets in…”  Existe una grieta en todo y así es como entra la luz…

Y es así como entra la luz, abrazando los momentos que nos definen, los que nos lastiman, los que nos mantienen en un agujero negro sin fondo, comprendiendo y asumiendo los procesos que nos permiten reinventarnos y es así, como después de una sequía de siete años sin un disco original de Natalia Lafourcade, llega De todas las flores que nos muestra un hermoso proceso curativo que nos invita a parar, comprendernos, amarnos, restaurarnos y entonces tras una reinvención contundente ir por lo que haga falta.

Puedo decir que la enseñanza de esta obra se resume en un par de versos incluidos en María, la curandera:

“…Cúrate, mi niña, con amor del más bonito

y enciende el fuego
Entrega tus dolores que se vuelvan polvo

y vengan nuevas flores…”

Así es como se vence a un sistema relleno de urgencia y se ganan los Grammys sin adornos, con la desnudez que Tomás Moro mencionaba en Utopía, rompiendo con todo lo establecido.

¡Porque queremos y merecemos todas las flores!

¡Enhorabuena a quienes se atreven!

Ven, seremos

cuando nos atrevamos

a SER…

Paloma Cuevas R.

 

 

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