Amazonas del Siglo XXI

Utilizo esta referencia para relatarles uno de los frutos de mi propia Odisea. Hace unos días, recibí una noticia que sacudió los cimientos de mi mundo profesional: ¡Gané el Premio Estatal de la Ciencia, Tecnología e Innovación por mi tesis doctoral!

por Paloma Cecilia Barraza Cárdenas

Por Paloma Cecilia Barraza Cárdenas

 

“Somos locas rebeldes, locas de estar vivas, locas maravillosas, estrafalarias, floridas. Ovejas negras descarriadas sin remedio, vergüenza de la familia, piezas de seda fina, amazonas del asfalto,

guerrilleras de la vida.”

Rosa María Roffiel

 

Desde tiempos inmemoriales, las amazonas han cautivado la imaginación del mundo con su aura de poder, resistencia y valentía. En la mitología griega, estas legendarias guerreras, conocidas por su destreza en batalla, su feroz independencia y determinación inquebrantable, desafiaron las expectativas de género al liderar ejércitos, explorar nuevas tierras y defender sus espacios. Su legado perdura hasta nuestros días como una poderosa fuente de inspiración, recordándonos la potencia de la sororidad, la importancia de encontrar fortaleza dentro de nosotras mismas y la expansividad ilimitada de nuestro coraje.

Utilizo esta referencia para relatarles uno de los frutos de mi propia Odisea. Hace unos días, recibí una noticia que sacudió los cimientos de mi mundo profesional: ¡Gané el Premio Estatal de la Ciencia, Tecnología e Innovación por mi tesis doctoral! El propósito de este galardón es reconocer y celebrar las contribuciones destinadas a abordar directamente las necesidades específicas de Durango en distintas categorías y rubros disciplinares. Mi investigación se sumergió en las aguas turbulentas de la Violencia Política contra las Mujeres en Razón de Género, con el propósito de iluminar rincones oscuros de nuestra realidad social. Este premio no se trata sólo de un triunfo individual, es también un grito de guerra en la batalla por la igualdad de género. Es la culminación de años de dedicación y esfuerzo en un entorno sumamente desafiante para las mujeres. Obtener un reconocimiento de esta magnitud es un hito significativo y valioso para mí. No solamente es un reconocimiento de mi trabajo pasado, sino también una ventana hacia futuros descubrimientos, aprendizajes y contribuciones al ámbito de la ciencia jurídica y los estudios de género. Marca un punto de inflexión en mi trayectoria, donde se abren nuevas y emocionantes oportunidades para la investigación y la colaboración.

Sin embargo, más allá de la temática específica de mi investigación, este premio adquiere una dimensión simbólica de gran alcance: es una oportunidad para enviar un mensaje de inspiración a otras mujeres que aspiran a perseguir sus pasiones en cualquier ámbito. Las mujeres podemos y debemos dedicarnos a lo que nos apasiona, sin importar los obstáculos en el camino. Como afirmó Rosa María Roffiel, somos amazonas del asfalto, pero también del campo, de las artes, del pensamiento, de nuestros hogares, de todos los espacios que habitamos.

En este sentido, es crucial recordar que la excelencia se manifiesta de maneras distintas y en contextos variados. La prioridad debe centrarse en cultivar personas guiadas por el valor intrínseco de sus ideas, metas y aspiraciones, más que ancladas exclusivamente en validación externa. Reconocer nuestras contribuciones es transcendental; por supuesto, es parte de una gran deuda histórica y de múltiples luchas y resistencias. Pero también es sustancial comprender el valor de nuestro trabajo, porque sólo nosotras conocemos los costos, los sacrificios, las lágrimas, los insomnios, las dudas, los retrocesos y las pérdidas.

Asimismo, considero fundamental reconocer y expresar gratitud a nuestras redes de apoyo, ya sean personales o institucionales. Sería simplista considerar este logro como meramente personal, pues en él cobra vida el esfuerzo colaborativo de numerosas personas de mi entorno. Sin duda, es un logro compartido. Por una parte, la complicidad universitaria trasciende las estructuras físicas y las caras que la componen. Mi institución educativa se ha convertido en un pilar que trasciende lo tangible. Este proceso no ha sido exclusivamente un viaje académico, sino también una experiencia respaldada por la afirmación constante de quienes me rodean. Es un testimonio del compromiso y la confianza depositada en mi proyecto. Por ello, me siento agradecida y fortalecida por el apoyo inquebrantable de las autoridades universitarias, docentes, comités y sínodos que han contribuido a este éxito colectivo.

De igual forma, estoy eternamente agradecida con mi familia, amistades y seres queridos, quienes me apoyaron de maneras tan diversas, pero igualmente significativas durante este trayecto. Estas personas fueron mi sostén cuando sentía que no podía más, me llenaron de palabras de aliento, me abrazaron con fuerza, estuvieron presentes en los momentos más difíciles y me recordaron que nunca estuve sola. Con ustedes comparto la satisfacción de este y todos mis logros.

Al reflexionar sobre el reconocimiento, reconozco que el camino no es nada sencillo; los desafíos son múltiples y a veces las oportunidades son muy limitadas. Aunque identifico plenamente mis privilegios, no puedo negar las dificultades enfrentadas. Las voces hostiles no tardaron en hacerse notar: «no eres capaz», «eres demasiado joven», «cambia de tema», «dedícate a algo más redituable». Me tildaron de ingenua una y otra vez, e incluso se burlaron de mí. Sin embargo, hoy vengo a decirles que sí se puede. Quiero animarlas a perseguir sus sueños, porque la verdadera la ganancia está en el viaje y no en el destino. Somos las amazonas del siglo XXI y no debemos permitir que el sistema dicte el valor de nuestras contribuciones ni cómo estas pueden transformar la sociedad. Cada persona tiene la capacidad de generar un impacto significativo de maneras únicas.

En el eco de los tiempos, al igual que las amazonas, nosotras, las mujeres de este siglo, enfrentamos desafíos y luchamos contra múltiples sistemas de opresión. Pero al mismo tiempo, demostramos nuestra fuerza, valentía y determinación al conquistar nuestros sueños y alcanzar nuestras metas. Cada logro, cada victoria, cada reconocimiento, es un tributo a la resiliencia y paso más hacia la emancipación. Nos convertimos en las amazonas del asfalto, del conocimiento, del cambio. Con paso firme desafiamos las cadenas del pasado y forjamos nuestros caminos en el calor de la batalla. Sigamos adelante, reclamemos nuestro lugar en la historia. ¡Seamos las heroínas de nuestra propia narrativa!

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