Por Núria González López
Los grandes medios de comunicación y las revistas de prensa rosa con más solera esta semana le han hecho “ghosting” ha Jaime Peñafiel por la real orden de mirar para otro lado, que tanto se practicó por toda la prensa española en tiempos de Juan Carlos y que ha sido recuperada esta semana en su máximo esplendor.
Por si alguien no se ha enterado todavía, resumiendo muchísimo, la cosa va de que Jaime Peñafiel, un señor ya de otro tiempo, periodista que ha hecho el 99% de su carrera hablando de la Familia Real, ha llevado a cabo su venganza personal contra la institución de la que indirectamente ha vivido siempre, pero de la que fue alejado hace años. Este hecho, le produjo un tóxico despecho que el señor focalizaba en Letizia Ortiz, obviando que mucho antes de su aparición ya había sido repudiado por las coronas de Zarzuela. Y por ello, no ha parado hasta encontrar la excusa perfecta para publicar una bola de mierda enorme sobre Letizia y su familia, con el único objetivo de destruirla.
Yo no soy fan de Letizia en absoluto. Es más, me cabrea bastante que una de las mujeres con más visibilidad y más influencia de nuestro país se dedique, prácticamente en exclusiva, ha hacerse operaciones de cirugía estética y a adelgazar, hasta el punto de no quedar nada en ella de la chica que se casó con Felipe.
Me molesta de esta mujer que no haya hecho bandera de nada. Ni siquiera del más apolítico tema, yo que se, la supervivencia de la orquídea en su medio natural o salvar a los osos pandas, yo que sé, algo con contenido. Pero nada, totalmente hueca. Ha sido devorada por la inseguridad y arrastrada al mundo del bótox. Una pena.
Por supuesto que tampoco soy monárquica y no tengo el menor interés a fundar el club de fans de los borbones, pero es que lo que ha pasado estos días lo de siempre.
El señor Peñafiel ha publicado un libro en el que, básicamente recoge el testimonio solo corroborado por él mismo, del ex cuñado de Letizia, el ex marido de su hermana Telma, en el que el susodicho relata que tuvo un apasionado rollete con la reina entre 2011 y 2014, mientras sólo era princesa, en medio del cual, habían incluso llegado a planear fugarse juntos a Nueva York, y dejara Felipe compuesto y sin Reina. Este hecho, bastante inverosímil para mi mente de criminóloga, lo aprovecha Peñafiel para hacer un “trajazo” a la Reina, cosa que llevaba años queriendo hacer. Su particular versión de la “justicia poética”.
Y es lo de siempre puesto que nunca vimos a Peñafiel relatar nada de las innumerables amantes que el rey Juan Carlos paseaba por cualquier sitio, cuando el señor Peñafiel vivía pegado a rueda de la monarquía. Tampoco del actual rey, por supuesto, ni de los otros “prohombres” de la familia real. A los señores no se les toca, y mucho menos a los reales, incluso site han lanzado al más oscuro de los ostracismos. Así funciona la “fatria”.
Sin embargo, todo vale en este caso contra Letizia, más aun siendo la reina, puesto que, según él es una reina adúltera e impura, nada adecuada para el puesto como él mismo ha venido repitiendo desde que asomó Letizia al telediario. Las reinas, y todas las mujeres, tienen que ser como Sofía, que aguanten bien la cornamenta sin despeinarse. Pero una adúltera, jamás.
Yo no me creo ni una palabra del rollito del rollete, puesto que nadie pone en juego su futuro y el de toda su prole por infinitas generaciones venideras por un calentón. Pero, además, el detalle del personaje en cuestión, la otra parte de “afaire” está ideado sólo para crear la destrucción total de la supuesta adultera. El amante es también el cuñado (topicazo donde los haya), lo cual pondría no solo en jaque la relación entre Felipe y Letizia sino también, entre Letizia y su hermana Telma. Y esto es especialmente delicado si recordamos que la tercera hermana de esa familia se suicidó no hace mucho. Ergo, hay que ser muy muy pero muy despreciable para tirar a esa línea de flotación.
Sólo encontrarán este comportamiento de “periodismo sicario” cuando la presa de las hienas periodísticas es una mujer. Si el adultero es un hombre, se tapa o se celebra. Y si es rey más. Y si no, estamos teniendo un ejemplo de cello casi en simultáneo con el rey de Dinamarca, Federico, que después de ser pillado infraganti con su amante, la casa real danesa ha decido publicar un video de toda la familia real adornando el árbol de navidad, súper felices…Les recomiendo ver dicho video para que comprueben lo mala idea que ha sido.
Me importa cero si la reina tiene uno o mil amantes. Es más, no está mal que algún Borbón pruebe de su propia medicina. Pero lo que es una impertérrita costumbre son las hogueras que se reservan sólo para ellas, nobles o pobres, siempre justiciables por algún señor.
Foto de Wikipedia Commons, con edición