Por R. Aideé Aguilar
Estoy al frente y “mando” de veinte estudiantes y un profesor de bachillerato, todos ellos del sexo masculino. Estamos a punto de hacer una actividad donde se invita a las personas a hacer una auto reflexión sobre diversas problemáticas sociales.
Les digo: “vamos a iniciar con un video y luego lo comentamos”.
Termina el video y les realizo algunas preguntas con respecto a la responsabilidad de la difusión de imágenes privadas mujeres, por sus parejas varones. Una de las preguntas es quién es responsable de lo ocurrido.
Al hacer esa pregunta escucho respuestas como: “de ella”, “por qué se dejó tomar esas fotos” etc., dejo que compartan todas sus respuestas. Escucho atenta y observando las expresiones de los más que se pueda.
Les digo: una realidad es que sí vivimos en sociedades sumamente machistas, tan es así que ponemos resistencia para aceptar y visibilizar que, históricamente las mujeres vivimos violencia generalizada y muy específica y, justo por ello, siempre responsabilizamos a las víctimas.
Acto seguido amplio la explicación y les pregunto:
-Yo: ¿Saben qué es un feminicidio?
-Ellos: sí, es cuando matan a las mujeres por feministas.
Al escuchar esto y ver las caras de los demás, incluido la del profesor, debo de esconder mi expresión natural ante tales palabras. Me incorporo. Estóica, pero con energía y convicción, contra respondo a la respuesta de la siguiente manera:
-Yo: el feminicidio no tiene nada que ver con matar mujeres por ser feministas. El feminicidio es el asesinato de mujeres solo por el hecho de ser mujeres. Cuando vemos en las noticias o en redes sociales sobre algún feminicidio, ¿a quién generalmente se le responsabiliza?
-Ellos: a las mamás.
-Yo: ¿las mamás fueron quienes mutilaron y asesinaron a la víctima? No, ¿verdad?, sin embargo, como sociedad siempre responsabilizamos a las víctimas o a quienes no cometieron la violencia directamente. Por ejemplo, algunas personas se pronuncian diciendo que ellas se lo buscaron porque iban provocando por llevar falda o vestido. Que por qué estaban en una fiesta y bebieron alcohol, que dónde estaba su mamá, – nunca mencionan al padre –, entre otras ideas, que les hago comprender que son equivocadas e injustas.
Al final les digo que el responsable es quien perpetró la violencia directamente y, en todo caso, la misma sociedad que no nos pronunciamos en apoyo a las víctimas para que se les haga justicia.
Remato con una explicación de la violencia hacia nosotras las mujeres desde sus expresiones más cotidianas, desde la manera en cómo nos han dicho que debemos de ser hasta, como nos siguen percibiendo y, por supuesto, el feminicidio.
Enfatizo en esto porque en minutos anteriores un grupo de esos jóvenes, identificaron a un par de mujeres, e iban observando con morbo a las chicas. Incluso en algún momento parecía un acoso, por lo cual detuve mi explicación y les pedí respeto para las chicas. Les compartí que nos han objetivizado y que cada vez que vemos a una mujer, las observamos con morbo. De esas miradas lascivas al feminicidio, hay una línea muy delgada.
Al final asienten y me comparten que lo saben pero que, son comportamientos que todos los días están reforzando. Y sí salimos de ese espacio y nos dirigimos a la salida. Les agradecí por compartirme y su atención.
Cuando me alejaba del grupo, uno de los adolescentes se acercó a mi y me dijo: «gracias por la explicación y me gustó mucho que nos aclarara qué es un feminicidio porque eso que varios contestamos son lo que nos han dicho en la escuela escuela y en redes sociales»
El tiempo apremiaba para ir a otra actividad y le dije que era yo quien le agradecía por escucharme y compartir. Que tratara de tomar en cuenta todo lo que habíamos platicado.
Foto de Norma Mortenson de Pexels: https://www.pexels.com/es-es/foto/banco-soleado-ordenador-portatil-cuaderno-8457722/