Por Yola Díaz
La semana pasada cerré mi columna con este dicho: “Hay que perderse para encontrarse”. Pues bien parece que el universo me escuchó (sin pedirlo) y pues que me “perdí”, y no, no fue en un bosque o algo parecido, pero les cuento. Hace casi tres años que no me enfermaba de gripe, la última vez fue el 27 de diciembre del 2019 y lo recuerdo bien porque me tiró en cama como nunca lo había hecho antes, fiebre (nunca me da), tos, escalofríos, etc. Cabe hacer mención que antes de pandemia me enfermaba dos veces al año, por lo general en verano e invierno, pero después de pandemia con los cuidados excesivos y vitaminas no me había dado ni el mínimo resfriado y me choca porque además de lo enfadoso que es estar enferma los medicamentos antigripales me dopan de una manera brutal, me siento débil, sueño todo el tiempo y no está nada padre.
Bueno y supongo se preguntaran; y a mí, ¿Qué fregados me importa tu enfermedad Yolanda? Y que mala onda si no se preocupan por la salud de otro ser humano que es buena onda además, pero tienen razón este no es el tema, el objetivo de mi relato y/o desahogo es que esta vez a diferencia de otras me dejé llevar por la gripe, dejé que fluyera sin agobiarme, me tomé los medicamentos correspondientes, tomé mucha agua, me arropé y dejé que la cama me absorbiera como nunca y ¿saben algo? Hasta lo disfruté, esta vez no me resistí, creo que recuperé las horas perdidas de sueño y descansé sin culpa.
El punto es que muchas veces nos resistimos a que pasen determinadas cosas porque no nos gustan, porque no queremos, porque creemos que no está bien o no nos hace bien, pero al resistirnos estamos impidiendo de una forma u otra a que las cosas sucedan como tengan que pasar, básicamente a que fluyan, y esto pasa en nuestro día a día.
Es increíble la manera en que nuestro cuerpo reacciona a nuestra manera de vivir, yo la gripe la atribuyo a que tu cuerpo te pide hacer un “alto”, que necesitas descansar, para pensar, reflexionar o simplemente dejar que tu cuerpo descanse porque ya lo traías “huido” (juido) desde hace tiempo y de esa forma te frena para que descanses.
Me pasa también que cuando traigo un estrés del demonio acumulado me da colitis pero de esa que te deja doblado del dolor, pero como ya conozco mis episodios de estrés sé cómo reaccionar.
¿Ustedes se han puesto a analizar de qué manera se manifiesta su cuerpo?
Hay que prestarle atención mi gente, porque el cuerpo humano es una maravilla y te habla de diferentes maneras, hay que estar al pendiente de lo que requiere y no forzarlo más de la cuenta. Es por eso que hoy les escribo aún con algunos leves estragos de los efectos de mis antigripales que me tuvieron en cama, pero que además me di el permiso de dejar que fluyera esta gripe que ya está por irse del todo. Digo tampoco esperen que les llegue el resfriado para tomarse un descanso, háganle caso a su cuerpo, pero sobre todo háganle caso a su mente y dense el permiso de descansar, se vale y es merecido.
Fluir no significa pasarla bien o disfrutar, sino navegar sin resistencia, adaptando el curso y la actitud a las condiciones externas que no controlamos. Esta falta de resistencia es la que hace que el camino sea más agradable.
Nos leemos la próxima semana.
Yolanda Díaz
IG @yoladiaz.n
Twitter @yoladiazn
Foto de Andrea Piacquadio de Pexels: https://www.pexels.com/es-es/foto/mujer-acostada-en-la-cama-mientras-se-sopla-la-nariz-3807629/