Justicia para Karen y Berenice. Alto al lesboodio en México

Las lesbianas, resistimos y existimos, y hoy más que siempre, levantamos la voz para decirle al mundo que amar a otra mujer no es un delito, que ser lesbiana no es un insulto, ni un peligro, ni una enfermedad, ni ninguna condición que nos incapacite de participar en la toma de decisiones públicas, o en el ejercicio de cualquier trabajo para el que decidamos formarnos o de cualquier tarea pública o privada que elijamos en libertad

por Mar Grecia

Por Mar Grecia Oliva Guerrero

El fin de semana del 8 de octubre, Berenice y Karen, una pareja de mujeres radicadas en Tijuana, Baja California, fueron agredidas a matar por un par de compañeros de trabajo de la última, quienes en una evidente premeditación, planearon el hecho violento en el que arrebataran la vida a Karen y dejaran gravemente herida a Berenice, dándola por muerta. La razón: la lesbomisoginia, el lesboodio y el machismo con que crecen, viven y operan individuos, organizaciones y hasta autoridades en México.

Miguel Ángel y Juan Carlos, presuntos lesbofeminicidas, conocían bien a Karen y a su pareja, pues trabajaban con ella y, presumiblemente, planearon el ataque, invitando a salir a ambas para poder acudir a su domicilio a donde ya iban preparados para convencer con engaños a Karen de dejarlos pasar al sanitario antes de irse, agrediéndola después a golpes y con un arma blanca hasta causarle la muerte, llegando Berenice a defenderla tras escuchar los gritos de auxilio, atacándola los criminales a ella también hasta casi matarle. Los terribles hechos de sangre se conocen porque Berenice, logró sobrevivir, dándole aviso a las autoridades que capturaron a los implicados de manera casi inmediata puesto que, según se ha conocido extraoficialmente, ninguno de ellos se ocultó, permaneciendo campantes en sus lugares habituales sin mostrar remordimiento alguno. Sin embargo, la detención se dio bajo los cargos de posesión de sustancias ilegales y no por el doble feminicidio de la pareja, lo que evidencia que, para las autoridades, no hay el interés por perseguir y castigar con la misma severidad estas violencias contra las mujeres. Del mismo modo, la sociedad y los medios, insistieron en que el móvil del feminicidio fue el robo, como si robarse un par de celulares de baja gama, fueran motivo creíble para asesinar premeditadamente a dos mujeres lesbianas con toda ventaja al interior de su domicilio.

Llama la atención que el año pasado, se hizo un gran revuelo en todo el país por la homofobia que sufrieran un par de hombres por demostrarse su afecto en las instalaciones de un importante parque de diversiones, causando la movilización nacional de colectivos LGBT y la solidaridad masiva de organizaciones y medios de comunicación que difundieron plenamente el hecho, mientras que para el terrible caso de violencia contra Karen y Berenice, la información y la difusión ha sido escueta, mínima, prácticamente nula. Y es que, dentro de la propia comunidad LGBT existe una gran misoginia y lesbofobia, reflejo de una sociedad que, si bien avanza en el reconocimiento de la diversidad, poco reconoce la transversalidad de la violencia que se ejerce de manera silenciosa contra las lesbianas que, primero, somos mujeres en un país machista; luego, rompemos la heteronorma que nos dicta que si no servimos a un hombre sexoafectiva o laboralmente, no existimos, y también, muy frecuentemente, somos atravesadas por la violencia económica de quienes sienten que nos hacen un favor por contratarnos o brindarnos salarios mínimos o espacios laborales no visibles, siempre y cuando, seamos discretas ante sus ojos lesbófobos. Nombremos y exhibamos la violencia y el odio con que se nos persigue y se nos mata, pero también las omisiones, el silencio y la invisibilización cómplices con que se nos borra, y que buscan confinarnos al anonimato o la clandestinidad. Las lesbianas, resistimos y existimos, y hoy más que siempre, levantamos la voz para decirle al mundo que amar a otra mujer no es un delito, que ser lesbiana no es un insulto, ni un peligro, ni una enfermedad, ni ninguna condición que nos incapacite de participar en la toma de decisiones públicas, o en el ejercicio de cualquier trabajo para el que decidamos formarnos o de cualquier tarea pública o privada que elijamos en libertad. 

En el marco del Día Internacional de las Rebeldías Lésbicas de América Latina y el Caribe, conmemorado el pasado 13 de octubre y celebrando la muy tardía pero bien lograda prohibición en el Senado de la República, de las mal dichas “Terapias de conversión” (en las que se practicaba legalmente la tortura física y psicológica contra a las personas que rompemos la heteronorma con el pretexto de «enderezarles» como si el lesbianismo, la bi u homosexualidad, y las identidades trans, se trataran de una enfermedad que ‘curar’), sirvan estas letras para llamar a la reflexión y convocar al repudio social de todas las formas de violencia que a menudo se justifican por prejuicios dictados desde las doctrinas del odio y desde los poderes hegemónicos a quienes conviene una sociedad desorganizada, deshumanizada y dividida de la cual puedan abusar en impunidad. No más lesbofobia, machismo y misoginia. No más crímenes de odio en México. Justicia para Karen y Berenice.

Twitter @mar_grecia

 

Foto de Victoria Akvarel de Pexels: https://www.pexels.com/es-es/foto/dos-personas-besandose-1634481/

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