Por Mar Grecia Oliva Guerrero
Como sucede desde hace 200 años cada 15 de septiembre (antes de Porfirio Díaz, 16 de septiembre), en las plazas públicas de las capitales del país, las embajadas y consulados mexicanos, los municipios y hogares o eventos privados, se da el tradicional grito de independencia para conmemorar el grito de Dolores que, históricamente, diera el cura Hidalgo, en 1810, convocando a la insurrección que daría oficial inicio al movimiento de Independencia.
Este festejo, ha sido utilizado como oportunidad por los gobiernos para desplegar de manera festiva, movilizaciones de las fuerzas armadas que desfilan por las calles de todo el país exhibiendo su poderío militar y la cadencia impecable de sus elementos, quienes ataviados de sus mejores galas o de sus uniformes de combate, saludan a las autoridades y a la población manifestando su lealtad a México y mostrando su mejor cara. Todo esto, para recordarnos que el ejercito ha sido pieza clave para la defender la integridad, la independencia y la soberanía de la nación, realizar acciones cívicas, auxiliar a la población civil en casos de necesidades públicas como la atención de contingencias y desastres naturales, ser potencial defensa ante la invasión extranjera y últimamente, garantizar junto a las fuerzas civiles la seguridad interior, además de otras nuevas tareas que nada tienen que ver con su función en un país democrático pero que ahora, junto con extraordinarios recursos, se le asignan.
Del mismo modo, el dispendio gubernamental para la celebración que exalta el llamado amor a la patria, a través de los símbolos de nuestro nacionalismo exacerbado, entre alumbrado, pirotecnia, conciertos, bailables, banquetes y protocolos, es amplio y no se discute; es la fiesta del pueblo mexicano, una fiesta para glorificar a los héroes que nos dieron patria, a nuestras intocables instituciones y a nuestras autoridades que, discretamente, nos insinúan que hoy son ellos los depositarios de la responsabilidad heroica que antes tuvieron nuestros viriles próceres.
El orgullo de ser mexicano es incuestionable, hasta que recordamos que nuestro país sigue siendo uno de los más violentos del mundo[i], de los más corruptos[ii], de los más machistas[iii], de los más desiguales[iv] y de los más impunes[v].
Desde hace años, grupos de la sociedad civil realizan actividades de protesta alternas al grito de independencia y este año, las colectivas feministas hicieron lo propio con la denominada ‘Antigrita’, protestas pacíficas que tuvieron lugar en todo el país, donde las activistas organizadas dieron cuenta de la poca visibilidad que han tenido las mujeres que forjaron nuestra independencia y libertad en la historia nacional en comparación con los varones, de la misoginia con que operan la mayoría de las celebradas instituciones que tenemos y de la indolencia con que se mal atienden las denuncias por violencia feminicida, problema en ascenso que responde al poco interés en atender las causas de la misma y al casi desierto compromiso por combatir la impunidad desde los gobiernos de todos los órdenes y en todos los tiempos.
En Durango, valientes activistas de distintas colectivas feministas, desplegaron una lona con la consigna “Alto a los feminicidios. Justicia para las víctimas” frente al Palacio de Gobierno, previo a los festejos del grito y de igual manera, en la Glorieta de las Mujeres que Luchan, las activistas de CDMX, colocaron para la memoria los nombres de algunas de las víctimas de violencia física y sexual perpetradas impunemente por activos del ejército mexicano en los últimos años, esto, de cara a la propuesta del presidente de militarizar la Guardia Nacional, como panacea para atenuar la crisis de seguridad en México.
Sin embargo, el mayor ejemplo de valentía y resistencia lo aportaron las madres y familiares de personas desaparecidas de la colectiva Hasta Encontrarte, que organizadas desde hace años para dar búsqueda a sus seres queridos y presionar a las autoridades omisas, este año se manifestaron en plena noche del grito con una manta monumental que desplegaron en la Estela de Luz, señalado monumento a la corrupción del Calderonismo. Para lograrlo, dos de ellas escalaron los 104 metros de la estructura y permanecieron durante 20 horas suspendidas en las alturas con 80 kg de peso de la lona a cuestas, al igual que su dolor y su digna rabia para reclamar al gobierno en turno, justicia, verdad y un alto a la fallida política militarista que inició Felipe Calderón, continuó Peña y hoy impulsa AMLO. Lamentablemente, a este gobierno al igual que a los anteriores, la protesta social les insulta, les molesta pero no les conmueve. Creen que el pueblo es manipulado y financiado en todo momento por la oposición que les amenaza electoralmente y no dan crédito al dolor y al amor humano que mueve montañas y recorre distancias incómodas e intangibles para el privilegio. Los que se dicen diferentes no resistieron el reclamo de su pueblo bueno, y la crítica legítima a su terrorífica política de seguridad militar que no abona a la paz, si no al aumento de una violencia represiva contra el propio pueblo; la manta fue retirada a las pocas horas de su colocación sin más pretexto que cumplir las órdenes de las autoridades alérgicas a la libertad de expresión. Sin embargo, las redes sociales hicieron su trabajo registrando para la posteridad el poderoso mensaje de las madres buscadoras que hacemos nuestro millones de mexicanas y mexicanos: El pacto militar también es patriarcal. No al Golpe Militar. ¡No a la militarización, no más violencia!
Twitter: @mar_grecia
Foto principal vía Twitter @HEncontrarte
Fotos complementarias via FB Voces Silenciosas.
[i] La Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional pone a nuestro país en el cuarto lugar de las naciones con mayor crimen organizado de entre 193 evaluadas y el segundo del continente Americano.
[ii] México ocupa el lugar 124 de 180 países evaluados por Transparencia Internacional en el Índice de corrupción y el puesto 38 de 38 países que integran OCDE.
[iii] México es un lugar cada vez más hostil para ser mujer; con altos índices de violencia, inseguridad e inequidad de género, se coloca en el puesto 60 de 80 en el ranking de los Mejores países para ser mujer del US News & World Report de 2019. Diariamente 11 mujeres son asesinadas víctimas de feminicidio y existen alrededor de 500 denuncias diarias por delitos relacionados con la violencia feminicida según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. México, es el primer país del mundo en abuso sexual de menores, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)
[iv] Según el Reporte Mundial de la Desigualdad 2022, en México, solo el 10% de la población acapara el 79% de la riqueza, 50% de los mexicanos se encuentra en pobreza y la participación del ingreso laboral femenino en México es apenas del 33%. México se encuentra entre el 25% de los países con mayores niveles de desigualdad económica y social, según su coeficiente de Gini.
[v] México se encuentra en el lugar 60 entre 69 países estudiados en el Índice Global de Impunidad 2020