La mejor versión de los mexicanos

¿Por qué no sacar esa mejor versión todos los días? Yo quiero seguir con mi idea de que somos más los buenos.

por Yolanda Díaz

Por Yola Díaz

Septiembre es de mis meses preferidos porque se celebra la independencia de México pero además sale a relucir esa mexicaneidad que todos tenemos, el orgullo de ser mexican@s, de pertenecer a una gran nación rica en cultura, arquitectura, gastronomía, historia, etc., y he de contarles que yo soy una fiel amante de este país que les describo, no dejo de sorprenderme de las maravillas que ofrece cada rincón de sus diferentes ciudades. Peeero también es un mes que me causa temor por aquello de los temblores y además ya me tocó también un huracán y pues si no lo saben les cuento que soy de Durango y en mi tierra no pasa nada de eso. Nunca en mi vida me había sentido tan vulnerable como en estos dos sucesos. Pero no les vengo a platicar de los desastres naturales que he vivido a lo largo de mi trayectoria por este planeta tierra, de lo que sí les voy a hablar es de la parte “buena” que sacan estas desgracias en las personas.
Me voy a remontar a cuando llegué a vivir a la CDMX. De los primeros consejos que me dieron fue: cuando vayas manejando antes de subirte al coche checa que nadie te siga, coloca tu bolsa en un lugar cero visible o de preferencia en la cajuela por aquello de los asaltos y un sinfín de consejos que son para cuidarte de esa gente “mala”.
Es muy común que en los departamentos o casas haya más de una cerradura, las puertas con mirilla, y algunos con alarma, no imagino cuando llegas con la urgencia de ir al baño que tienes que atinarle mínimo a dos llaves y atinarle a la cerradura, en fin, cada quien sus chapas (literal).
Pues bien, era el 19 de septiembre del 2017 y me toca ese temblor que me dejó un poco mucho traumada. No les voy a detallar la historia de mi shock porque ese no es el tema central, pero al cabo de unas horas de haber pasado el terremoto estábamos tres amigas y yo sin saber qué hacer, teníamos una Cruz Roja a tres cuadras y de común acuerdo decidimos irnos como voluntarias, sin duda era mejor ayudar que estar “lamiendo nuestras heridas”, evidentemente no fuimos las únicas que pensamos lo mismo, ya que la fila para ser voluntario era enorme, a tal grado que la gente de la Cruz Roja nos dijo que había demasiados, que nos fuéramos. Nosotras en aferramiento total, nos quedamos y al ver que no lograrían corrernos optaron por aceptarnos. Nos dividimos para ayudar en diferentes áreas, a mí me tocó en una donde separamos papel de baño, jabón y cosas del baño y lo emplayábamos, el patio central estaba lleno de despensas que supongo ya habían llevado con antelación para distribuir. Recuerdo que llegamos aproximadamente a las 17.00 hrs., de repente empezó a llegar muchísima gente a llevar despensas para la gente afectada pero además gran cantidad de personas empezaron a llevar comida para los voluntarios, conforme pasaban las horas en algún momento me pusieron a repartir en carrito del súper sándwiches para la gente que estaba ayudando al exterior de las instalaciones, no se imaginan la vibra, la energía que se sentía. En algún momento había filas enormes de motociclistas que se estaban ofreciendo a llevar agua y comida a las zonas de desastres, había gente que llevaba camionetas grandes que se ofrecían a hacer viajes más largos para llevar esa ayuda, éramos muchos mexicanos con el mismo fin… Ayudar. Como yo traía un chaleco de la institución muchísima gente se me acercaba a preguntar qué podían hacer, cómo podían ayudar, recuerdo también que en redes sociales leía mensajes de: voy de perisur a satélite en tal coche por si alguien necesita traslado, muchas casas pusieron cartulinas en sus ventanas con su clave de wifi para que pudieran tener comunicación, (lo cuento y se me siguen llenando los ojos de lágrimas). Esto que se estaba viviendo era una verdadera hermandad, en algún momento por supuesto hubo cansancio físico y desde luego emocional, pero eso se olvidaba porque eran más las ganas de ayudar de alguna manera, eso era una forma de decirle a esa gente que estaba pasando por momentos difíciles que no estaban sol@s, no quisimos ir a las zonas de desastres porque ya había demasiada gente y no queríamos estorbar, pero desde nuestras trincheras estábamos haciendo algo por ellos, pero no éramos solo nosotras, fuimos millones de mexicanos unidos por el mismo fin. Ese día terminamos como a la media noche y al día siguiente regresamos y era más y más gente. Recuerdo que una señora me entregó unos veinte sándwiches que venían en una bolsa ziploc con un mini chocolate snicker y en la bolsa había un mensaje que decía: gracias y una carita feliz, ufff, por supuesto que rodó más de una lágrima por mi mejilla, el detalle de tomarse el tiempo y de poner esa frase y la carita feliz, hicieron la diferencia. Y es ahí donde me pongo a reflexionar que este tipo de desgracias sacan en la mayoría de los mexicanos su mejor versión, aquí no tienen cabida los partidos políticos, ni el mismo gobierno, aquí todos somos ciudadanos solidarios que nuestro fin común es ayudar, es querer que los más vulnerables estén bien.
¿Por qué no sacar esa mejor versión todos los días? Yo quiero seguir con mi idea de que somos más los buenos.

“Con el paso del tiempo descubrirás que tienes dos manos: una para salir adelante y la otra para ayudar a los demás”.

Nos leemos la próxima semana.

Yolanda Díaz
IG @yoladiaz.n
Twitter @yoladiazn

 

Foto de Jhovani Morales de Pexels: https://www.pexels.com/es-es/foto/ciudad-persona-mujer-edificios-13592703/

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