Por Mayra Martínez Pineda
México es uno de los países con mayor atraso en el tema de alfabetización, es una deuda histórica con el pueblo hacer realidad el acceso a la educación. Si nos pusiéramos a hacer un ejercicio objetivo en el árbol familiar, muy pocas personas parientes nuestras, tendrían algún título universitario. La brecha es más profunda tratándose de la diferencia de géneros, el INEGI en el último censo documentó que 6 de cada 10 personas sin formación escolar son mujeres. Así de enorme esta brecha.
Las nuevas generaciones al menos lo llevan mejor;
El Censo de Población y Vivienda 2020, registra que en México 94 % de las niñas y los niños de 6 a 14 años asisten a la escuela. En los últimos 50 años, el porcentaje de personas de 6 a 14 años que asisten a la escuela ha ido en aumento.
Es un alivio pensar en un país a futuro, más educado.
Sin embargo, la calidad de la educación pública aún presenta muchas oportunidades de mejora. Requiere especialistas con experiencia probada para construir sociedades que tengan profesionistas de calidad y generar mejoría para las comunidades, gracias a su desempeño.
A unos días del regreso a clases, vale mucho la pena observar y hacer una balanza de las estrategias educativas, del nivel competitivo que las y los estudiantes de México tienen o tenemos, una vez que salimos al mundo real, y no al que nos dibujan en las aulas.
Un porcentaje muy mínimo accede por ejemplo a posgrados en el extranjero, y aunque México también tiene oferta educativa para foráneos, no es lo mismo, hay países que lideran la más prestigiada oferta educativa la cual se encuentra en Estados Unidos y en Europa.
Hay un campo fértil y mentes brillantes de mujeres y hombres que bien pudieran reforzar y convertir a México en un país de renombre que fuera sede de miles de estudiantes atraídos por el prestigio educativo.
Otro aspecto importante es fomentar el acceso a las tecnologías, los idiomas y la orientación vocacional a niñas y niños en todas las regiones del país, sobre todo las más marginadas por años.
Para romper el círculo de la pobreza la vía más exacta y lícita es la educación. ¿Recuerdan la frase revolucionaria “Educación primero, al hijo del obrero”?, no fue una idea vaga, era el ápice de la justicia social.
Las niñas tienen aún mayores problemas con el tema, aunque cada vez somos más las mujeres con educación universitaria, los estereotipos siguen fraguando las posibilidades.
La UNESCO aún documenta importantes desafíos para México en temas de educación a la niñez y en brechas de género; la educación debe ser gratuita, de fácil acceso, que dote de herramientas para el futuro, que respete la libertad de pensamiento y en suma que sea equiparable, lo más posible, a las potencias mundiales; nada sencillo, pero los países que en verdad quieren el logro de estos objetivos han mejorado sus presupuestos y dedicado años a la labor de investigación para mejorar los planes y programas de estudio y adaptarlos a las nuevas realidades, los gobiernos incluyen en sus políticas púbicas el acceso a lo más elemental como sería una PC por alumno y tener becas para el fomento del desempeño.
Según la OCDE, México ocupa el lugar 100 en calidad educativa, lugar divulgado por el Foro Económico Mundial.
Y si nos vamos por entidades federativas, Guerrero es de los últimos lugares; las niñas y niños en comunidades de las regiones Montaña o Sierra, en verdad tienen grandes desventajas.
La verdadera igualdad se formará cuando la brecha de género, a través del cierre de la educativa, nos de la igualdad financiera y por ende la justicia social. Las ciencias son exactas. México y Guerrero, lo merecen.
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