Deserción Escolar: Obsequio del Sistema Antieducativo Actual

El INEGI constató que 5.2 millones de niños y adolescentes no se inscribieron al ciclo escolar 2021-2022 principalmente por problemas económicos

por Alma Vidrio

Durante los 18 meses de la gestión de la Maestra Delfina Gómez, al frente de la Secretaría de Educación Pública, se eliminó el programa de Escuelas de Tiempo Completo”, se recortó el 95% de los recursos para los 170 mil estudiantes con discapacidad, se cambiaron los libros de texto sin tener antes un modelo educativo alterno, se disminuyó el 34% del presupuesto del INEA (Instituto Nacional para la Educación de los Adultos), se redujo en 85% los recursos para la profesionalización de docentes y, además, de enero a agosto de 2022 se registró un subejercicio de 25 mil millones de pesos.

Para complicar aún más el panorama educativo del país, la organización civil México Evalúa y la Escuela de Gobierno y Transformación Tecnológico Pública del TEC de Monterrey indican que en el ciclo escolar 2021-2022, la matrícula escolar se redujo 1.5% en comparación con el ciclo anterior, lo que equivale a 512 mil estudiantes de todos los niveles, desde preescolar hasta medio superior; el alumnado de preparatoria tiene el porcentaje más alto de abandono de sus estudios principalmente porque durante la pandemia de covid-19.

La deserción escolar se refiere al ABANDONO prematuro del sistema educativo, el cual puede iniciar con un alejamiento gradual que después culmina con la separación definitiva de los estudios, y puede presentarse en cualquier nivel escolar.

Las causas principales de la deserción escolar son socioeconómicas debido a bajos ingresos, falta de apoyo familiar o necesidad de trabajar; sociales, por exclusión y/o vulnerabilidad; institucionales, por falta de recursos gubernamentales al sistema educativo público; personales, cuando no hay motivación y/o interés o mala conducta; psicológicas, referentes a problemas de aprendizaje.

En México, la principal causa de la deserción escolar ACTUAL es socioeconómica debido a que, durante la pandemia, las y los jefas y jefes de familia o tutores se quedaron sin empleo, sus negocios, comercios, etc., cerraron varios meses o quebraron por la caída abrupta de la actividad económica en todas las áreas.

La pandemia llegó a México en marzo/abril de 2020, pero en esos meses la economía nacional ya estaba debilitada debido a que no hubo crecimiento económico en 2019 y, por tanto, ya se había reducido el consumo de bienes y servicios, el nivel de exportaciones –en parte por la renegociación del ahora TMEC-, la inversión y el gasto público; además, la caída el precio del petróleo disminuyó los ingresos petroleros del gobierno.

Sin embargo, a pesar la situación económica que ya estaba en curso, el SAT exigió el pago de impuestos antes del 31 de marzo de ese año, y los dueños de las micros, pequeñas y medianas empresas (PyMES) tuvieron la disyuntiva de pagar al SAT o juntar dinero para pagar a sus trabajadores los sueldos de las próximas semanas, porque la paralización de la actividad económica por la pandemia ya era inminente. Cabe destacar que en México, el 72% delos empleos formales lo generan estas empresas (Eva Márquez para mitrabajo.news, 17 de septiembre de 2021)

Desgraciadamente, el gobierno actual tiene la idea de que los empresarios de PyMES “son potentados” que bien podían aguantar los cierres, pero la verdad es que la mayoría no tienen liquidez ya que viven al día. El gobierno mexicano fue de los que menos recursos económicos designó para apoyar la subsistencia de estas empresas: apenas el 0.4% del PIB. El resultado casi inmediato fue que sinnúmero de negocios despidieron a varios de sus empleados para tratar de subsistir o, incluso, quebraron por falta de ventas y clientes, lo que incrementó el desempleo en todos los sectores de la economía.

Ahora bien, las razones específicas que ocasionaron la deserción escolar en este período están: los familiares encargados de la manutención quedaron sin trabajo y/o se redujeron sus ingresos; el cierre definitivo de varias escuelas; la imposibilidad de acceder a la tecnología para las tomar clases a distancia; muchas/muchos madres, padres o tutores no pudieron estar presentes para apoyarlos en las clases en línea.

Debido a que la recomendación y necesidad de distanciamiento social contrajo aún más la disminución de los ingresos familiares y se incrementó el desempleomiles de niños y adolescentes no pudieron asistir a sus clases a distancia porque no tenían, y siguen sin tener, los recursos económicos para adquirir equipos de cómputo o teléfonos inteligentes; además, en las zonas rurales más pobres no se cuenta con energía eléctrica y mucho menos con conexiones de internet. El resultado inmediato fue que tuvieron que dejar sus estudios. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) constató que 5.2 millones de niños y adolescentes no se inscribieron al ciclo escolar 2021-2022 principalmente por problemas económicos.

Muchas familias que tenían la posibilidad económica para que sus hijos asistieran a escuelas privadas también fueron perjudicadas porque, si sus ingresos se redujeron o quienes las mantienen quedaron sin empleo, tuvieron que sacarlos porque ya fue imposible pagar las colegiaturas.

Las infancias y adolescencias que tuvieron que abandonar la escuela a partir de 2021 se encuentran en situaciones muy diversas. Muchos se encuentran en situación de calle, ya sea porque sus madres, padres o tutores los expulsan de sus viviendas o porque se salieron por iniciativa propia, y se encuentran en riesgo de ser maltratados, abusados y hasta traficados. Muchos otros se ven en la necesidad de trabajar para contribuir a la economía familiar, ya sea para comprar alimentos, pagar servicios básicos y/o renta de la vivienda, ayudar con emergencias que surjan por problemas de salud, etc., y, con esto, se incrementa el trabajo infantil (El 12 de junio es el Día Internacional contra el Trabajo Infantil).

Niñas, niños, adolescentes y adultos jóvenes que no tienen la posibilidad de continuar con sus estudios son vulnerables cuando necesitan y/o ya deben incorporarse a la sociedad ya que pueden ser estigmatizados e, incluso,discriminados por tener un nivel educativo muy precario. Si están en la calle por no poder ir a la escuela enfrentan un sinfín de peligros como pueden ser abusos, maltratos, explotación, violencia, etc., En cuanto al desarrollo, crecimiento e independencia personal, es casi imposible su inserción al mercado laboral porque no tienen las habilidades, aptitudes y conocimientos que requieren empresas privadas y el sector público y, en consecuencia, tienen que incorporarse a la economía informal para subsistir, así que muy probablemente seguirán en situación de pobreza. Las niñas y adolescentes que abandonan la escuela tienen mayor riesgo de embarazarse a edades muy tempranas debido a que el acceso a la educación sexual se limita sólo a su entorno y muchas veces sus madres, familiares y amistades no las orientar e informan, ya sea por desconocimiento u omisión.

El abandono de la escuela no sólo perjudica el nivel educativo y empobrece la cultura de la sociedad en su conjunto. También ocasiona que disminuya, e incluso se pierda, el proceso de socialización infantil; que no se aprendan y comprendan valores morales y cívicos que son indispensables para relacionarse con los demás cuando ya se es adulto; que no se desarrollen adecuadamente el raciocinio y el pensamiento crítico, que se adquieren con la lectoescritura y las matemáticas; y los más grave es que amplía la brecha educativa y socioeconómica entre quienes deben dejar la escuela y quienes continúan con su educación.

La deserción escolar como consecuencia de la contracción económica por la falta del apoyo gubernamental y, ahora, por la nula política económica para recuperar el crecimiento del país, es un problema grave que debería atenderse de inmediato, pero los responsables actuales de la Secretaría de Educación Pública no tienen a la EDUCACIÓN como su ÚNICA prioridad y obligación.

Como sociedad no debemos permanecer en silencio ante esta situación, sobre todo ahora que está por iniciar el ciclo escolar 2022-2023 con un “plan” de estudios nuevo que tiene entre sus objetivos eliminar el pensamiento racional y crítico. Ya sean 512 mil estudiantes, cientos de miles más o UNO, se les debe dar la oportunidad para que se reinserten en el sistema educativo con becas que de verdad los apoyen para estudiar. Como sociedad, debemos exigir se regrese el presupuesto que se ha desviado hacia proyectos y programas ajenos a la enseñanza y la educación, el cual también incluía desayunos balanceados para las zonas más pobres del país. El beneficiado no sólo es la/el alumna/alumno; es todo México porque la educación es la base para tener un país con una sociedad con valores morales y cívicos, responsable, independiente y respetuosa consigo misma y con su entorno.

 

Foto de Pexels

 

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