Por Verónica Chalita
En los más de dos años que lleva la pandemia de SARS-CoV2, no me había contagiado hasta hace dos semanas y media. Mi pareja viajó a Perú a un entrenamiento gerencial, y entre los asistentes, había un inocente con una incipiente gripita. Se llevaron a cabo algunas actividades de integración, y entre las dinámicas, el malestar del muchacho pasó desapercibido. Terminó el evento, seis horas de vuelo de regreso a casa, y…abrazos, besos de bienvenida, y toda la alegría después de una semana de distancia. Ya había pasado tiempo, la gente que conozco y que se había contagiado de la Covid19 en los últimos meses había presentado síntomas muy muy leves, pensé que sería igual para mí, pero no; dos días con fiebre, un dolor de cabeza incapacitante, punzadas intensas en hombros, rodillas y muñecas, variaciones en la oxigenación. Cuando ya no hubo más fiebre, me empecé a constipar y a perder el olfato y el gusto, es decir, tres días después. Cuando pensé que ya iba de salida, aparecieron nuevos síntomas, y sigo con ellos. Hoy, finalmente, a más de 15 días el comienzo, salí negativa en las pruebas de antígenos.
En fin. Después de esta breve, pero justificada explicación sobre mi ausencia, les cuento que me tiene muy decepcionada la jefa de Gobierno. Primeramente, pareciera que no tiene ideas propias, todo lo hace a imitación de Andrés Manuel López Obrador, como esta idea de los videítos donde canta y toca la guitarra, pero eso es lo de menos. Tal cual, como el Presidente, pareciera que quiere lapidar las denuncias de miles de mujeres. En septiembre de 2021, los colectivos feministas, activistas y madres de víctimas tomaron y renombraron la glorieta, donde se encontraba el monumento a Colón, para reclamar al Estado su omisión, así como para dar nombre y rostro a las víctimas de feminicidios en la ciudad y en el país.
El domingo pasado, Claudia Sheinbaum anunció que será retirado el espacio de mujeres para colocar la réplica de la Joven de Amajac. Según dijo, trasladarán la Glorieta de las Mujeres que Luchan a otro lugar digno de la Ciudad de México que, aunque no especificó, seguro no será sobre una avenida tan emblemática como Paseo de la Reforma.
A pesar de que la consulta se llevó a cabo en octubre del 2021 y de que se trata de un reconocimiento a las mujeres indígenas que han luchado históricamente contra la discriminación y porque sean reconocidos sus derechos, me parece que el asunto no es meramente genuino, y que se trata de aparentar algo bueno, para invisibilizar los reclamos de activistas y madres de víctimas de la violencia.
Y tiene sentido, si retomamos una declaración que hizo en 2019, a pocos meses de haber asumido el cargo, y en la que para Sheinbaum, no había cabida para el enojo y la protesta: “La Ciudad de México es casa de las mujeres y cada marzo, durante el tiempo que estemos en el gobierno, será tiempo de mujeres en la Ciudad de México. Y es una celebración, es alegría, es llenar las calles de fiesta y al mismo tiempo de una reflexión de lo que somos las mujeres en la Ciudad de México”.
A Claudia, se le ha olvidado su juventud activista, cuando protestaba junto a las mujeres y en favor de ellas; ha traicionado sus propias convicciones para convertirse en un títere, en una caricatura política, en un autómata en el cargo.
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