Avelina y Kenia

En el municipio de Copanatoyac, Guerrero, dos mujeres indígenas murieron a manos de un feminicida, que las atacó sólo por ser mujeres

por Mayra Gloribel Martinez Pineda

Por Mayra Martínez Pineda

Es una de esas noticias que quisiera olvidar, pero justo es eso lo que nadie debe hacer, olvidar que existieron en la región Montaña de mi estado, Guerrero, en el municipio de Copanatoyac, dos mujeres indígenas, que murieron a manos de un feminicida, que las atacó sólo por ser mujeres.

Que está prófugo y que nadie hace nada. Nadie.

Avelina y Kenia, de 36 y 30 años, pero ya con una vida llena de tristezas desde su corta edad y de responsabilidades mayores, hace unos días fueron asesinadas en su propia casa; Fernando el feminicida, pareja de una de las medias hermanas que él mató, no tuvo barreras para hacerlo, ni para escapar.

Los medios sólo se limitan a decir que la familia no permite hacer ninguna diligencia.

Nadie ha salido a dar la cara por ellas, porque generalmente las víctimas de feminicidios se vuelven invisibles ante la indolencia.

Me pesa decirlo así pero llegué a un punto en el que lo sufro y me duele, y me prometí no hacer ninguna opinión personal al escribir, para ser siempre objetiva, pero hoy me rebasa el sentimiento; yo subí a esas regiones, pobres que duele verlo! Si llevaba pan se apilaban y si llevaba ropa nunca alcanzó, muchas veces me bajé sin zapatos, y no lo digo con afán sino con dolor y frustración de que quería hacer más; a esas comunidades que se llega a pie o en burro, porque no hay caminos de acceso, así diminuta como estoy, tomaba la fuerza para entrar y al menos leerles la cartilla a varios victimarios; acompañada de autoridades municipales y fiscales especializados en esos temas. Era el 2018 y 2019, nunca lo dije porque siendo servidora pública, las noticias llegaban a mi madre, que nunca quiso verme en la política por los peligros, ahora mamá ya no está, pero justo su temor fue cierto.

Me llegaron a amenazar por difundir el hecho de que no debía permitirse la violencia a las mujeres y las niñas, y hasta allá se iban compañeras conmigo, o en equipos PAIMEF, equipo que conformé con perspectiva de género real y con empatía; humanidad, a dar talleres, servicios y vigilar un poco, no bajar la guardia y al menos se contuvo un rato este problema de salud pública y deber del estado; hace meses que veo que se recrudeció todo.  Ya nadie habla de prevención sino de cifras de feminicidios, cada vez más altas en Guerrero.

La impunidad es prima hermana de la corrupción y la injusticia.

¿Hasta dónde se va a seguir tolerando todo ello?

Avelina y Kenia, tenían que vivir, libres de violencia, es hora ya de responsabilizar a quiénes tienen obligaciones, es tiempo de parar de verdad o la historia juzgará.

Siempre pienso en las mujeres que mueren así, y me conmuevo mucho.

Pero ya mucha gente perdió incluso la capacidad de sorpresa y con ello el alma.

Si son ricas porque se lo buscaron, dicen, si son pobres qué más da.

Así es la condición humana.

En Guerrero siguen matando mujeres, y es hora de verdad de unirnos.

Tal vez Avelina y Kenia, jóvenes con las que hubiéramos compartido tanto, seguirían vivas, pero es un tema al que constantemente le rehúyen o le buscan pretextos.

Dar ese paso por la vida de las mujeres y las niñas, frenar a tiempo a los agresores y a los feminicidas si es posible, no las matan ni las violan de sorpresa, hay violencias continuadas, más del 85% de los feminicidios son de parejas, ex parejas o miembros de la familia de las víctimas y hay avisos de violencia siempre antes, el estado está obligado, y la consciencia colectiva de la humanidad, mucho más.

Que los nombres de Avelina y Kenia no se olviden, que nunca olvide este doble feminicidio; Copanatoyac ni tú que me lees, ni el mundo.

Ni una menos, por favor ya.

A la memoria de Kenia y Avelina.

Cuya sonrisa se esfumó al ver el rostro de odio de su feminicida .

 

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