Hemos cargado con el coraje del patriarcado históricamente. Hemos enfrentado a los peores discursos de odio, algunos de los cuales han llegado hasta arrebatarnos vidas. Hemos sobrevivido un mundo construido por hombres, que nos quiso imponer un único modelo para relacionarnos sexo afectivamente, el modelo heterosexual, negándonos de manera histórica a las mujeres, la libertad de amarnos y de descubrir el mundo entre nosotras.
Implantaron en el imaginario social un estereotipo de lesbiana, un estereotipo que va envuelto en un discurso de odio, el cual a la vez tiene el objetivo de causar incomodidad, repulsión, rechazo, curiosidad y otras cosas hacia nosotras. Nos hicieron ver como locas, como desquiciadas, como pervertidas, como las que querían ser hombres, como las que deseaban tener pene, como solteronas, como las que se quedaron a vestir santos, como las que se hicieron lesbianas porque fueron violadas, como las que se hicieron lesbianas por el despecho ante el abandono de un hombre.
Nos acusan también de acosadoras, de violadoras, de violentas. Incluso se han atrevido a compararnos con los hombres. Han tratado de ridiculizarnos, de ofendernos, han creado de nuestra imagen y existencia histórica un mito sobre nuestras vida y sobre todo nuestra sexualidad, como aquel que detalla Norma Mogrovejo, en su libro “ Un amor que se atrevió a decir su nombre” , dónde narra la graciosa creencia de esos hombres que se dedicaron a estudiar al lesbianismo como una patología. Esos que también se proclamaron estudiosos y especialistas de nuestro cuerpo, de nuestro ser y, que desde su percepción falocéntrica y patriarcal crearon conceptos, estudios y, teorías sobre nosotras, como esa teoría que afirmaba que las lesbianas teníamos un clítoris más grande que un pene. O aquella donde decían que envidiamos el pene.
La raíz de las ciencias del conocimiento y todo lo que existe en el mundo, han sido y son heterosexistas y falocéntricas. Todo está ordenado bajo la imposición de la heterosexualidad. Muestra de ello son todos los métodos y practicas violentas, que se han llevado a cabo a través de la historia para combatir las practicas sexo/afectivas no heterosexuales. Métodos y prácticas que van desde una terapia de conversión, torturas, golpes, violaciones correctivas y que incluso pueden causar la muerte.
“ Te voy a curar”, ”es que no has encontrado un buen macho”, “ es que nadie te ha cogido bien”, “te voy a hacer una verdadera mujer”. ¿Cuántas veces no hemos oído estas estupideces? ¿quiénes dicen estas idioteces y por qué? ¡pues quién más!: los hombres, porque ellos son educados como depredadores sexuales, al menos eso creen que son y así se sienten, por eso creen que todas las mujeres son de su propiedad, y justo por eso sienten que una lesbiana es una amenaza, porque nos ven como sus rivales, y es entendible sabiendo todas las carencias emocionales y sexuales que tienen. Incluso me atrevo a decir que su odio a las lesbianas es porque ellos mismos saben que el placer es clitórico y por eso han tratado de mantenernos lo más lejos posible de otras mujeres, inventándoles todo tipo de historias sobre nosotras: las lesbianas.
A las mujeres “heterosexuales” les han hecho creer que estar cerca de una lesbiana es peligroso, porque las lesbianas siempre van a querer con todas las mujeres, porque las lesbianas son unas pervertidas morbosas que solo están esperando el momento para tocarlas. Que son rencorosas, son vengativas. Somos todo lo peor que el patriarcado nos inventó. Y cómo no nos iban a inventar tantas historias de terror, si para ellos somos las enemigas a vencer, somos las rivales de amores, las que “ según ellos” nos queremos vestir como ellos, ser como ellos, actuar como ellos ¡pero eso jamás!… su violencia es ilimitada y trascendente. Una lesbiana jamás llegaría a ser tan ruin y miserable como ellos.
Las lesbianas no somos las mujeres femeninas que ellos inventaron para su servicio y su consumo (en todos los sentidos ) y eso no les gusta, pues somos todo lo contrario. Nosotras las lesbianas nos vestimos, nos arreglamos y vivimos para nosotras mismas, no para agradarles a ellos. Hay quienes rechazamos la feminidad, porque al igual que todo en este mundo heteropatriarcal solamente son estereotipos que satisfacen al patriarcado, es éste quién ha diseñado a su gusto la imagen de la mujer perfecta. El patriarcado solo admite cuerpos femeninos y perfectos para su consumo, a costa de lo que sea, a ellos no les interesa, total ellos no son los que sufren. La cantante Thalia por ejemplo, se quitó un par de costillas porque un hombre le dijo que de esa manera tendría la cintura más pequeña entre todas las mujeres del medio artístico. O Alejandra Guzmán, que duró mucho tiempo hospitalizada por la fuerte infección que le causó un implante que se hizo en los glúteos, y que por poco le cuesta la vida. O todas esas mujeres anónimas de las que no conocemos sus casos y fueron asesinadas a manos de los cirujanos. O de las que quedaron con secuelas irreversibles. Hay miles de casos. Miles de mujeres mutilan sus cuerpos con tal de ser aceptadas en núcleos sociales, y con tal de cumplir con los parámetros de belleza impuestos, porque desgraciadamente ese sistema patriarcal nos educó para ser bonitas, agradables y serviciales.
A todas las mujeres nos hicieron creer que “la belleza cuesta”, y bajo ese lema nos han ofrecido y vendido muchos servicios y productos. Para depilarnos, para que nuestra vagina huela rico, para no tener bigote, para tener el cabello perfecto, para bajar de peso, para quitarnos los cachetes, para moldear nuestra figura etc, porque como ya lo dije, las mujeres tienen que ser y estar impecables, mientras los hombres tienen pelos hasta el *. Ha sido tan fuerte la imposición de la heterosexualidad, que nos han hecho creer que tenemos que recurrir a este tipo de cosas para poder encontrar al príncipe azul, al hombre que va a venir a rescatarnos. Sé que no va a faltar quien diga que quien se hace alguna modificación corporal lo hace de manera consciente y, que es para verse y sentirse bien, para estar bien con ellas mismas y hasta habrá quien diga que es para “consentirse”, pero, ¿qué tan conscientes somos si nos han hecho mirarnos desde su mirada, desde su construcción del mundo, desde sus deseos? ¿quién o qué nos hizo darnos cuenta que no teníamos el cuerpo perfecto, la piel perfecta, la belleza perfecta? ¿quién dijo como tenemos que ser o cómo nos tenemos que sentir?.
Hablando de deseo y de lo que le gusta al mundo heteropatriarcal, no podemos olvidar al discurso pornográfico. Ese que presenta a mujeres perfectas. Que hace creer que disfrutan la penetración, que hace creer que les encanta el dolor, que disfrutan que les jalen el cabello y las golpeen mientras las violan, porque en realidad son violaciones.
Solamente en el discurso pornográfico es donde sí les gusta ver a las lesbianas, porque ahí las presentan como a ellos les gustan, como ellos las desean, femeninas, cabello largo, figura perfecta. Así mismo es donde dan rienda suelta a sus fantasías sexuales de estar con dos mujeres, donde según el patriarcado, son mujeres que necesitan siempre de la presencia del hombre, de la penetración para poder sentir placer y que también necesitan sentirse dominadas. Esa siempre ha sido su narrativa, por eso plasman imágenes donde las lesbianas los adoran, donde son sumisas, donde son perversas e insaciables, que les gusta ser humilladas por placer y que, además, dejan que ellos hagan lo que quieran con sus cuerpos.
Las lesbianas no somos un ser sexual inventado por el patriarcado. Las lesbianas somos mucho más que eso. Somos el contrapeso a este sistema, somos revolución, somos ternura, somos amor, somos inteligencia, somos arte, somos conocimiento, somos magia, somos sanación, somos naturaleza, somos todo menos lo que nos inventaron. Somos quienes amamos a TODAS las mujeres profundamente de manera real, porque somos mujeres. Las lesbianas, como dijo Monique Wittig, somos prófugas de nuestra clase (mujeres) porque caminamos a la libertad (en todos los sentidos) y, no dependemos ni económica, ni emocional, ni moralmente de un hombre, y ese queridas amigas, es el verdadero miedo de este sistema.
Ilustración de @FeminaAstral