Recientemente vi en mis redes sociales una renta de alquiler gracioso, pero no gracioso de risa, sino de raro: No aceptaban mascotas y tampoco niños (infancias). En alguna ocasión me tocó ver también una invitación a una boda cuya invitación tenía en mayúsculas la leyenda de NO NIÑOS.
He escuchado a cientos de personas en lo virtual y real la expresión de “A mi no me gustan los niños.” Y ésta frase no debe confundirse nunca con la de maternar y paternar de manera responsable, pues acuñando la conocida frase “Los hijos son una gran responsabilidad”, los hijos e hijas también necesitan a padres y madres responsables en lo afectivo, en lo económico y en lo social.
Con tristeza veo que cada más gente “les hace el feo” a los niños y niñas en cualquier lugar público o institucional. Hablan de ellos, los señalan y por supuesto, los segregan. Les hacen los comentarios más crueles y las bromas más pesadas. Sé que cuando lean esto, también viene a su mente las actitudes de algunos infantes que hacen algún berrinche, lloran, se enojan o juegan sin parar, pero recordemos dos cosas importantes aquí: quienes son responsables de ir conduciendo a los más chicos, somos nosotros los adultos. Pues los menores recién empiezan a entender el funcionamiento del mundo y las reglas sociales. De nosotros, familia cercana o no, depende hablarles desde el amor e ir orientando a las infancias. Por otra parte, recordemos que inician en el conocimiento, reconocimiento, nombramiento y experimentación de sus emociones de las cuales, no es nada fácil asimilar y regular. Así que cada vez que veamos a algún infante comportarse de una manera inapropiada o molesta, pensemos que es un niño o una niña y que como tal, merece respeto, tolerancia y amor hacia sus emociones y su persona.
Lise Boubeau, nos habla sobre las 5 heridas de la infancia, las cuales son lesiones de tipo afectivo-cognitivo y se desarrollaron en la infancia y complican la vida adulta al volver a recordar situaciones de las emanaron emociones no tan positivas. Boubeau, nos dice que conviene reconocerlas en sus manifestaciones en nuestro presente, después comprender su origen (suceso real o interpretación del mismo), aceptándolas sin juzgar y aprender de la experiencia; en su momento será el tiempo de perdonar nuestra percepción ypermitirnos soltar. Éstas heridas son:
– El rechazo y la máscara de retirada.
– El abandono y la máscara de dependencia.
– La humillación y la herida masoquista.
– La traición y la máscara del controlador.
– La injusticia y la máscara del rígido.
En el fondo de ese adulto enojado o triste hay un pequeño o pequeña herido en su infancia. Abracemos a nuestra infante interior, sanemos y hablemos desde el amor a las infancias. Eduquemos para la paz y para una convivencia sana y pacífica. Nuestra alergia social por no aceptar niños debe terminar. Como adultas y adultos, debemos ser capaces de tolerar y respetar a quienes están en una situación de desventaja biológica, pues los niños y las niñas que son tratados como tal en éstas edades, se convertirán en personas adultas con responsabilidad afectiva y tendrán una sana gestión de sus emociones.
En nuestro pasado, fuimos niñas. Pensemos en eso. Pensemos en que coincidimos o fuimos diferentes, pero fuimos niñas. Seamos la adulta que necesitamos de niñas para las infacias del hoy que en el futuro replicaran nuestras buenas acciones y contribuiran a seguir mejorando y evolucionando al mundo.
No perdamos nuestra humanidad, dejemos de lado el egoísmo y hagamos patria y mundo. Nuestros niños y niñas son el tesoro más grande de cualquier nación: Son las mujeres y hombres que continuarán escribiendo la historia y que harán que las sucedan y tengan continuidad.
Cada vez que veas a las infancias por ahí, cada vez que las veas existiendo, piensa en tu niña o niño del pasado y dale amor, dale bondad, dale tolerancia, dale respeto, dale paz, dale humanidad, dale una sonrisa, dale humanidad.
Cada vez que veas a alguien con infancias o en la espera de una, ahórrate tu sarcasmo. Cada vez que veas a una maestra o maestro, evita expresar “de seguro te gustan mucho los niños, yo no los aguanto”. Expresar que no te gustan, que no los toleras, que tienes paciencia cero no es normal ni aceptable, pues es una actitud atípica que tiene que ver más contigo que con los más pequeños. El No Niños (o no infancias) no es un tema de gustos, de tendencia o de comentarios que añejan la violencia. Es un tema pendiente en la socidad actual. Es un tema de mero respeto.
Desde este espacio te invitamos a curarte de la alergia social, de las modas aberrantes, del egoismo y de la crueldad hacia nuestras infancias. Infancias felices vivirán una adultez feliz mañana.