Por R. Aidée Aguilar Esquivel
La sociedad mexicana actualmente parece estar dividida con respecto al tema de la violencia hacia las mujeres. Hay una dicotomía entre hombres y mujeres, una especie de guerra de sexos absurda, donde se piensa que la protesta para erradicar la violencia hacia las mujeres, es como si se tratara de erradicar a los hombres, es peligroso entenderlo de esta manera equivocada ya que se deja de lado el verdadero problema.
Las agresiones que hemos vivido las mujeres desde siglos, las hemos aprobado y propagado por generaciones. Todos los días nos enfrentamos al acoso en las calles, tocamientos en espacios públicos, transportes como microbús, metro etc. Abusos en diferentes ámbitos, desde la casa, escuela, el trabajo, así como por parte de las autoridades gubernamentales, policía, el ejército, marina.
El maltrato físico, sexual y psicológico desde el hogar por parte del padre, esposo, pareja, incluso cualquier otro hombre en el espacio privado, así como público.
Hablemos de la discriminación que es una constantemente. Hay mujeres que en el país realizan el mismo trabajo que los hombres, pero a ella les pagan menos, debido a las ideas equivocadas que se tienen de las mujeres, como que nacieron solo para tener hijos, atender a los hombres, hacer los quehaceres domésticos en otras más.
Asimismo, todos los días hay mujeres asesinadas por diferentes motivos distintos al género, lo cual se conoce como femicidio -asesinato de mujeres-. Pero con respecto al asesinato de mujeres cometidos por hombres, por el hecho de ser mujeres, se refiere a un término muy importante de conocer, entender y defender: feminicidio.
Es un término político relevante porque enuncia de manera precisa el problema, incluso, cómo podemos erradicarlo y prevenirlo. La mexicana Marcela Lagarde lo usa por primera vez en español, para exponer los asesinatos de mujeres como crímenes de odio en contra de las mujeres. Nos da la siguiente definición:
“Hoy conceptualizamos la dominación agresiva y lacerante a las mujeres y la llamamos feminicidio, definido por Radford y Russell (1994), como la política del exterminio de las mujeres. Sin embargo, es importante conceptualizar al feminicidio, de manera que abarque también procesos que conducen a ese exterminio, y definirlo como el conjunto de acciones que tienden a controlar y eliminar a las mujeres a través del temor y del daño, y obligarlas a sobrevivir en el temor y la inseguridad, amenazadas y en condiciones humanas mínimas al negarles la satisfacción de sus reivindicaciones vitales. La opresión de las mujeres tiene una profunda marca feminicida” (Lagarde, 1999).
Hace referencia a una cuestión de poder de un sujeto -hombre- sobre un objeto -mujer-, que históricamente hemos aprobado, el hombre se cree con derecho de poseer a la mujer, de tocarla sin su permiso, de ejercer violencia psicológica, física, de abusar de ella en todos los sentidos, como si fuera un objeto, sin derechos.
Victoria Sanford, dice muy acertadamente que “El feminicidio es un término político. Conceptualmente culpa a los perpetradores masculinos, también al estado y a las estructuras del poder” (Sanford, 2019).
El estado es culpable por acción, tolerancia u omisión de la violencia en contra de las mujeres. En gran parte del mundo y, en México, el feminicidio existe por la ausencia de garantías que deberían de proteger los derechos de las mujeres y más aún que los ejerzan.
La violencia en contra de las mujeres en todas sus manifestaciones es atravesada por la impunidad e indiferencia del estado mexicano. Lagarde indica que “Suceden los feminicidios cuando las autoridades no realizan con eficacia sus funciones para prevenirlos, evitarlos y sancionarlos. El ambiente ideológico y social del machismo y la misoginia alientan estos crímenes” (Lagarde, 2005)
Como ciudadanos toca entender que no es una guerra de sexos, en realidad es un problema socio cultural, necesitamos desaprender costumbres que reducen a las mujeres como objetos. Es imperativo un cambio de mentalidades que rompan con la tradición machista y misógina en la que nos han enseñado a vivir. De esta manera podremos exigir al gobierno que sea capaz de dar seguridad y respeto a las mujeres, así como a todos los ciudadanos. La indiferencia y pasividad deben de acabar, no es posible que la cifra de feminicidio haya aumentado en un año de 7 a 9 mujeres asesinada por ser mujeres (ONU,2020), recordemos que la violencia en general seguirá e incrementará si no hay consecuencias de esta.
Por eso necesitamos hacer un llamado a la sociedad para que entiendan que que vivimos en un país violento y que uno de los problemas más graves es el feminicidio.
Es imperativo que se ponga en primer lugar en la agenda pública en los tres ámbitos del gobierno. Desde los gobiernos locales, hasta el federal.
De igual manera se necesita reformar el plan de estudios en las escuelas desde niveles básicos donde se nutran de valores de respeto a los diversos géneros, a la diversidad en sí. Pero también las estructuras de gobierno necesitan capacitación con perspectiva de género y derechos humanos, de manera frecuente.
Al ciudadano a pie nos queda primeramente reflexionar, aceptar, visibilizar la violencia en contra de las mujeres. Entender que no es un problema en donde están en guerra hombres y mujeres, en realidad es un problema muy profundo que nos trastoca a todas las personas. Recordemos que vivimos en sociedad y por ello tenemos responsabilidades sociales para atacar, prevenir y erradicar no solo la violencia hacia las mujeres, sino la violencia en sus distintas manifestaciones.
Bibliografía
Lagarde, Marcela, 2012: El Feminismo en mi vida. Hitos, claves y topías. Ciudad de México. Inmujeres.
Sanford, Victoria, 2019: Guatemala: Del genocidio al feminicidio. Guatemala. Fygeditores.