31 días sin Cecilia

Ha pasado un mes desde que te arrancaron de nuestras vidas, Cecilia, un mes de un dolor paralizante, de una sensación horrible de entumecimiento, de impotencia, de rabia

por Mar Grecia

Cecilia Monzón, no era una mujer común: era un huracán. Su presencia no podía pasar desapercibida en cualquier sitio a donde llegaba; era apasionada, comprometida, muy determinada y su conciencia, experimentaba un despertar que en los últimos años la había convertido en una defensora incansable de su causa, en un apoyo incondicional de otras mujeres, en una autoridad moral que hablaba sin eufemismos de los crímenes, atropellos y de las fallas deliberadas de políticos, hombres de poder y del propio sistema que, funcionando al servicio del patriarcado violento y asesino, niega reiteradamente el acceso a la justicia a las mujeres que denuncián, muchas de las cuales, Cecilia acompañó. Jamás imaginó que ese mismo sistema de cosas, y ese odio encarnizado y cobarde contra las mujeres que luchan, acabaría por perseguirla, violentarla y asesinarla a ella también.

Cecilia, era una mujer brillante, tanto por su capacidad intelectual y su privilegiado olfato para el litigio estratégico, como por su deslumbrante personalidad; alegre, franca, directa y sin filtros, entrona, valiente, divertida y leal, de esas amigas que no te dejan sola jamás, de esas que pueden pasar los años y sabes que siguen ahí, de las que se ponen los guantes y acuerpan sin pensarlo dos veces si una hermana estuviera en peligro. No pocas veces expuso su vida por defender a otras y por velar por el bienestar de su hijo, pero ella no se buscó su destino: un hombre miserable y mal nacido, ordenó su muerte, muerto de miedo ante la grandeza de Cecilia y, lamentablemente, el sistema podrido, también le falló a Cecy, siendo cómplice por su inoperancia. Hoy ese sistema tiene una deuda con Cecilia y con su familia, que jamás podrá saldarse, pero podría talvez redimirse un poco si se imparte justicia primero, con la detención de su homicida material, con el esclarecimiento pleno de los hechos después y con la aplicación de la pena máxima para Javier N, y para todos sus feminicidas. Finalmente, también es imperativo que las autoridades salgan de inmediato de su letargo pues con su omisión y falta de eficacia en la aplicación de medidas preventivas, hoy se siguen dejando trascurrir otros asesinatos de más mujeres en todo el país, en condiciones similares pero menos visibles que el cruento feminicidio de nuestra Cecilia.

Hoy es preciso exigir a los gobiernos de todos los órdenes: ¡basta de encubrir violentadores!, ¡basta de darles más poder a los agresores de mujeres!, ¡basta de permitir la impunidad en casos de violencia familiar!, ¡basta de decir que los asuntos familiares o personales son privados cuando los perpetran hombres de poder público!
Un político violentador en su casa, contra su familia, contra sus hijos, contra sus padres, contra sus parejas sentimentales, es un potencial feminicida, que ante el primer velo de impunidad que lo cubra seguirá buscando acumular poder para salir ileso de sus crímenes. Todas estas señales las conocía Cecilia y las denunció, como muchas otras mujeres que hoy nos piden decir en voz alta que lo personal es político. Estamos a tiempo de escucharlas e impedir tragedias. Legislemos, movilicémonos, gritemos y luchemos. Despertemos.

Ha pasado un mes desde que te arrancaron de nuestras vidas, Cecilia, un mes de un dolor paralizante, de una sensación horrible de entumecimiento, de impotencia, de rabia.

A un mes de tu ausencia, todavía nos seguimos preguntando, cómo es posible que, a ti la más guerrera, la más valiente, la mas sorora, te nos arrebataran así. Todavía pesa en el alma el no habernos podido despedir, todavía quema haber sentido tu muerte como propia, el horror de saber que en este país las defensoras no estamos seguras, las niñas, las ancianas, las precarizadas económicamente, las jóvenes e incluso las privilegiadas, no estamos seguras.
Pero de algo si estamos seguras, querida Cecy, con la vara altísima que nos dejaste, seguiremos luchando por tus causas. Tu voz acallada, hoy vibra en las voces de todas nosotras exigiendo justicia por ti, justicia para todas, justicia para ti. Y si quieren acallar el ruido y el canto de Cecilia Monzón, tendrán que venir por todas. No podrán.

#JusticiaParaCecilia

@mar_grecia

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