Al hablar de la violencia económica hacia las mujeres, con frecuencia olvidamos visibilizar el sufrimiento de un sector de la población que, al respecto, vive en condiciones de alta vulnerabilidad: las adultas mayores. Hoy es un buen día para hablar del tema, pues este 15 de junio se conmemora el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre 2020 y 2021, aproximadamente 1 de cada 6 personas mayores de 60 años sufrieron algún tipo de abuso en entornos comunitarios.
Datos que seguramente irán en aumento por el envejecimiento de la población en muchos países. Según la propia OMS, la población mundial de mayores de 60 años se duplicará con creces, de 900 millones en 2015 a unos 2000 millones en 2050.
En el caso de México, el envejecimiento de la población sigue en aumento. Acorde a los resultados del censo poblacional de 2020, las personas adultas mayores representan el 12% de la población total del país; pero de este dato sabemos que el 6.4% son mujeres, quienes tienen mayor esperanza de vida. Las mujeres viven en promedio 78 años, mientras que los hombres 73. Este fenómeno se conoce como feminización de la vejez.
No obstante, aunque las mujeres seamos más longevas, esto no quiere decir que vivamos una vejez con mejores condiciones. Por el contrario, hay problemas que se agudizan en esta etapa, derivadas de desigualdades estructurales de género, que se vienen arrastrando desde etapas anteriores de la vida (quizá desde la infancia).
Estas desigualdades pueden originar acciones de discriminación, maltrato y violencia en ámbitos tanto domésticos, como laborales y sociales. Con tal razón, aprovecho para llamar la atención sobre la violencia económica que viven las adultas mayores, no por ser la única sino la menos visible. Una violencia de la que no estamos hablando.
Abuso financiero
De acuerdo a la OMS, el abuso financiero ocurre cuando alguien se roba el dinero o las pertenencias de una persona mayor. Esto puede incluir la falsificación de cheques, el cobro de la pensión o jubilación o de los beneficios del Seguro Social; o bien, el uso de las tarjetas de crédito y las cuentas bancarias de otra persona sin su permiso.
Esto también incluye el cambio de nombre en un testamento, una cuenta bancaria, una póliza de seguro de vida o el título de una casa sin el permiso adecuado.
Igualmente puede haber malversación de propiedades y fondos; ingreso forzado en una residencia, dependencia económica, explotación, chantaje económico, expulsión del hogar, entre otras formas de la violencia. De ésta, las adultas mayores son las que se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad.
No obstante, la vulnerabilidad de las mujeres adultas respecto a este tipo de abuso, no hay estadísticas ni se cuentan con cifras oficiales al respecto. Se sabe que, según el INGEI, para 2020 en México, la violencia económica tuvo una prevalencia de 47.3% en mujeres cuyo estado civil era separada, divorciada o viuda y de 28.1% en mujeres casadas. Y la franja de edad de mujeres víctimas de violencia económica es de 35 a 44 años.
Sin embargo, no hay reportes de cuántas mujeres adultas mayores están siendo sometidas al abuso financiero por sus maridos, hijos, yernos y nueras o cuidadores. El que no estén contabilizados los casos no quiere decir que no sea un problema, sino que no se está hablando suficiente al respecto.
Signos del abuso
Algunos de los signos de que una adulta mayor está sufriendo abuso financiero pueden ser:
Es decir, el abuso financiero resta toda autonomía económica a las adultas mayores y representa una violación a sus derechos humanos.
Factores de vulnerabilidad
Algunos factores que aumentan el riesgo de sufrir maltrato son la dependencia funcional o discapacidad, una mala salud física o mental, el deterioro cognitivo y unos bajos ingresos. Al respecto, tanto el cónyuge o concubino(a), como los hijos, sobrinos o cuidadores son los perpetradores de este abuso.
La OMS señala que las tasas de maltrato a personas mayores son altas en instituciones como residencias de ancianos y centros de atención de larga duración: 2 de cada 3 trabajadores de estas instituciones indican haber infligido malos tratos en el último año.
Pero también podemos encontrar que el aislamiento, cuando la adulta mayor ha perdido la atención y cuidado de sus familiares, se le deja en una posición de vulnerabilidad ante personas que les brinden “amistad” o cuidados, a la postre estas mismas resultarán ser abusivas.
¿Cómo se pueden promover entornos seguros las vejeces femeninas en México?
Respecto a las medidas preventivas que se pueden ejercer, el INAPAM señala algunas ideas:
Foto por Kumawat desde Pexels: https://www.pexels.com/photo/woman-touching-forehead-12971/