#Editorial de Mayo por La Costilla Rota.
El origen del día de la celebración del día de las madres podría remontarse a los festejos griegos que se realizaban en honor a Rea, la madre de los Dioses del Olimpo. Así mismo en Mesoamérica, las culturas originarias también ofrecían celebraciones para venerar a las deidades de la fertilidad o la gestación como Ixchel y Tonatzin.
De manera institucional, en nuestros tiempos podemos encontrar como antecedente directo la celebración que promoviera Ann Jarvis en honor a su propia madre fallecida, la activista Ann Marie Reeves Jarvis.
Ann Marie Reeves Jarvis, participó como activista pacifista en la guerra civil norteamericana y lucho toda su vida para promover la atención a la salud y la seguridad social de las mujeres trabajadoras y fue, así mismo, pionera en exigir justicia social y mayor reconocimiento para las madres trabajadoras que desde entonces enfrentan dobles jornadas de trabajo no remuneradas, muchas veces, en condiciones precarias o de violencia. Se dice que Ann Marie Reeves, estuvo influenciada por la también célebre activista estadounidense, Julia Ward, a quien se atribuye el importante manifiesto conocido como Proclama del día de las madres, el cual pugnaba por la resolución pacífica del conflicto y proponía sin rodeos la incorporación de las mujeres a la toma de decisiones políticas en aras de lograr acuerdos que evitaran la muerte de tantos de sus hijos.
«No se llevarán a nuestros hijos para que desaprendan todo lo que hemos podido enseñarles acerca de la caridad, la compasión y la paciencia’. Nosotras, mujeres de un país, tendremos demasiada compasión hacia aquellas de otro país, como para permitir que nuestros hijos sean entrenados para herir a los suyos. Desde el seno de una tierra devastada, una voz se alza con la nuestra y dice ‘¡Desarma! ¡Desarma!’ La espada del asesinato no es la balanza de la justicia. La sangre no limpia el deshonor, ni la violencia es señal de posesión. En nombre de la maternidad y la humanidad, les pido solemnemente que sea designado un congreso general de mujeres, sin importar nacionalidad, y que se lleve a cabo en algún lugar que resulte conveniente, a la brevedad posible, para promover la alianza de diferentes nacionalidades, el arreglo amistoso de cuestiones internacionales».
Proclama del día de las madres
Gracias a lucha de estas mujeres y a su anhelo de reconocimiento y justicia para las madres, en 1914, el Presidente Woodrow Wilson, impulsó la resolución que tras su aprobación en el Congreso de EUA, establecería en Estados Unidos de Norteamérica, el Día de la Madre.
En México, el Día de la Madre se convirtió en 1922 en una festividad nacional por la iniciativa de José Vasconcelos y Rafael Alducin, quienes, fuertemente influenciados por el catolicismo, impulsaron que se celebrara en Mayo por ser éste el mes Consagrado a la Virgen, figura religiosa con profundo arraigo en la idiosincrasia mexicana, cuya abnegación, magnanimidad y renuncia al placer, moldearon la imagen de lo que en nuestro país se entendió durante muchas décadas como el modelo de madre ideal.
En nuestro país, como antes sucedió en Estados Unidos, ésta celebración prometida originalmente para honrar a las mujeres dadoras de vida, pronto se fue convirtiendo en un mecanismo para promover la comercialización de la figura de la madre ideal y en una fecha para maquillar con homenajes, regalos simbólicos y muestras de cariño efímero la tremenda precarización en la que sobreviven la mayoría de las madres y las múltiples violencias a las que se enfrentan aquellas que por ser madres, son honradas una vez al año pero sometidas, discriminadas y fastidiadas el resto de los días.
El día de la madre, como en muchas ocasiones el propio día de la mujer, se ha convertido en un receptáculo de felicitaciones vacías y festejos que pretenden compensar socialmente de una manera muy penosa los actos de odio a los que nos enfrentamos las mujeres y las madres. Este día, un día normal para todas las personas que amamos, protegemos y respetamos por igual a nuestras madres todos los días, es también un recordatorio que nos envía el patriarcado para reclamar a quienes por derecho propio hemos decidido no ser madres hasta hoy, pues se romantiza la maternidad y se califica como malas mujeres a aquellas que anhelan no ser reducidas a ser útiles y valiosas en tanto sean gestantes.
Por este y muchos otros motivos, desde la Costilla Rota, no felicitamos en este día a las mujeres que han decidido maternar. Sabedoras de los retos que enfrentan en una sociedad misógina y poco comprensiva con los desafíos que implica ser madre, les deseamos justicia: Medios suficientes y dignos para hacerse cargo de sus infancias, parejas corresponsables afectiva y económicamente con sus familias, un sistema de salud que les garantice medicinas y tratamientos para no ponerse en riesgo al parir o maternar, hijas e hijos solidarios que les acompañen en sus luchas hasta el final de sus días, un sistema judicial que se ponga siempre del lado de las víctimas en caso de sufrir violencia doméstica o necesitar una pensión alimenticia y sobre todo, les deseamos el derecho a elegir: En México y en el mundo entero, la maternidad deberá ser deseada, o no será.
Es así, que decidimos nacer este día reivindicando nuestra idea de maternidad, trayendo a la luz desde el amor este proyecto para todas ustedes, en honor a todas las mujeres ejemplares que siendo madres o no, nos enseñaron una importante lección de vida. A nuestras maestras en el feminismo que nos sembraron la conciencia de que las mujeres debemos emanciparnos de toda idea que nos corte las alas de nuestra realización personal en aras de complacer al patriarcado y especialmente, para reafirmar que hay mujeres que en vez de hijas o hijos, ELEGIMOS por ahora ser creadoras de un proyecto, activistas de una causa, profesionales dedicadas a una carrera académica, política o empresarial o sencillamente SER LIBRES.
Vamos juntas por una nueva visión: La de Nosotras.