A Elizabeth, mi madre

“Allá en el cielo tengo a alguien que extraño con toda mi alma, alguien que, aunque pasen los días, los meses y los años, nunca olvidaré”

por Arcelia Reyes
Arce Reyes

Han pasado tres meses desde tu partida.  Desde que saben que ya no estas a mi lado, me llegan muchos comentarios de amor, de preocupación, de virtual compañía, sin embargo, ninguna palabra es suficiente para quitarme esta sensación solitaria de que ya no estás. Muchos quisiéramos que ustedes nos fueran eternas y aunque sé que todos nos tenemos que ir, es dificilísimo enfrentar que algunas personas imprescindibles se nos adelantan antes de lo que esperábamos. En tu caso, todo fue muy repentino, aunque creo que por más que lo hubiera visto venir, no sé si hubiera estado más preparada; creo que nadie está preparado, por más que sepan que su familiar tiene alguna enfermedad terminal o una avanzada edad, el dolor cuando llegue su partida será el mismo.

En mi experiencia, he aprendido a expresar mis sentimientos libremente, sin tener miedo de que se rían o se cuestionen cuando lloro, porque hay momentos en que simplemente mi cuerpo y mi alma me piden hacerlo, y por supuesto tendríamos todos que hacerlo, no ponernos ningún limite, a pesar de que en esta sociedad nos han sido impuestos muchos miedos. Dentro de los límites que se que tenemos que romper, creo que lo más importante es aprender a amar incondicionalmente y eso lo enseña una madre; una mamá, siempre estará para ti en cualquier momento, amando a pesar de todo, perdonando, acompañando, viendo lo mejor… es un amor tan puro y es un lazo tan fuerte, que estará por toda nuestra existencia.

Tu recuerdo, mamá, está cada día conmigo y tal vez esa es la línea entre lo espiritual y lo humano. Hay días más difíciles que otros, pues muchas veces me gana la desesperación por tener esta necesidad de oír tu voz, porque tu voz siempre me transmitía esa tranquilidad que se necesita para enfrentar esta vida. Cuesta entender que tu cuerpo físicamente ya no está, pero sé con certeza que transcendiste. No me pondré hablar de ninguna religión, pero se que somos energía y que ésta energía que somos se transforma; tenemos un cuerpo que cumple una función, algunos terminan más pronto que otros y al finalizar su objetivo, lo tienen que dejar, pero su energía sigue con nosotros.

Sé en tu caso, mami, que cumpliste con tu objetivo, que ya no sufres, que tus dolores terminaron y que estás feliz por todo este amor que nos enseñaste, por tu haber vivido con esa humildad, sencillez y carisma que te caracterizaba, y por enseñarnos a luchar día con día, a disfrutar la vida y por inculcarnos el que seamos nosotros mismos siempre ante cualquier circunstancia. Gracias, mamá por ser tan auténtica y ser una guerrera.

Te honro como siempre te lo decía, no sólo un 10 de mayo sino todos los días de mi vida, porque si algo se gracias a ti es que siempre debemos decirles a las personas que nos importan cuanto las amamos, cuanto las extrañamos, decir lo importante que son en nuestras vidas, cuidarlas, consentirlas, tratar de dar lo mejor para ellas y regresar un poco de todo lo que ellas nos han dado. No en una sola fecha, sino siempre.

Éstas líneas, cada proyecto y cada lucha, hoy y siempre, te las dedico, mamá.

Mi amor por ti ha trascendido los limites de la propia muerte… te amo con el corazón.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Loading

Comenta con Facebook

También te podría interesar

Todo el contenido de La Costilla Rota® es público y puede ser reproducido sin fines de lucro 

con el debito crédito. Para mayor información y contratación de publicidad, contáctenos: lacostillarotaoficial@gmail.com

Ir al contenido