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Por Angélica María Pardo Chacón
Cuando hablamos de prevención de violencias lo primero que se nos viene a la mente es la creación de rutas de atención, política pública de apoyo, acompañamiento; y toda acción que evite la acción violenta. Ahora, cuando enmarcas la prevención en Violencia Basada en Género (VBG), esto viene acompañado de estrategias enfocadas a la sensibilización y acciones simbólicas; tales como los vagones “rosa” en México o los grilletes policiales morados en Colombia. Elementos que si bien han evidenciado y puesto en la discusión lo diferencial, no deja de ser algo jocoso para algunos sectores; que denominan como inneccesario, un gasto que aporta a la solución de un problema real que acaba con la vida de las mujeres y comunidad diversa en el mundo; y que a su vez está íntimamente ligada al impacto y desarme de armas.
¿Pero por qué las armas? El debate sobre el impacto de estas en la Violencia Basada en Género es una narrativa que ha estado presente en los últimos años, incentivada fundamentalmente por la agenda feminista. En algunos sectores el tema ha tenido mayores avances que en otros, y en este mes, en el marco del Día internacional para la eliminación de la violencia contra la mujer me gustaría poner en perspectiva algunos casos de implementación y lo que podríamos continuar aprendiendo de ellos.
El Tratado sobre el Comercio de Armas (ATT) de carácter internacional, regula el comercio internacional de armas convencionales, y busca prevenir y erradicar el comercio ilícito y el desvío de armas convencionales. Es uno de los primeros, por no decir el único, en incluir explícitamente en el texto el riesgo de uso de armas para cometer o facilitar actos graves de violencia por motivos de género o actos graves de violencia contra las mujeres y los niños, como uno de los elementos a evaluar para la autorización de exportación, comprendidas dentro de otros artículos del tratado. Por ello, es natural que a tan solo cuatro años de entrado en vigor, Letonia centrara sus labores de presidencia del tratado, en la relación entre armas y la VBG, emitiendo recomendaciones basadas en el Documento de Trabajo presentado por Irlanda a la Conferencia de los Estados Parte del Tratado sobre el Comercio de Armas: El Artículo 7(4) y la evaluación de la violencia de genero¹. Así pues, desde su origen ATT ha tenido presente el impacto de las armas en la consecución o el aumento de riesgo ante la Violencia Basada en Género.
En el caso del tratado de Ottawa, más conocido como la convención para la prohibición del uso de minas antipersonal, cuenta hace varios años con revisiones y recomendaciones de diversos sectores; tanto de la sociedad civil, como de los Estados parte; para la inclusión del enfoque de Género y diversidad en la acción contra minas. Por lo que, en los últimos planes de acción de la convención se acogen y plantean necesidades, y estrategias de inclusión del enfoque de género y diversidad bajo el principio humanitario de “no dejar a nadie atrás”. Este espacio, además, cuenta con grupos de incidencia como el Gender And diversity Working Group, que tiene el propósito de promover una acción humanitaria inclusiva y eficaz contra las minas, a través de un enfoque interseccional, para incorporar el género y otros factores de diversidad principalmente dentro de la Convención sobre la Prohibición de las Minas Antipersonal (APMBC) y la Convención sobre Municiones en Racimo (CCM).
En este marco, y precisamente este mes, el programa de género del Instituto de las Naciones Unidas para la Investigación sobre el Desarme está próximo a entregar un informe haciendo un balance del Plan de Acción de Oslo, en términos de la implementación de los puntos de acción relacionados con el género y la diversidad.
Abordar otros ejemplos y casos relativos a la inclusión del enfoque de género y diversidad podría ser más amplio. Afortunadamente hoy en día, procesos multilaterales como Detengamos a los robots asesinos, el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, el Tratado de Tlatelolco, La Convención interamericana contra la fabricación y el tráfico ilícito de armas de fuego, municiones, explosivos y otros materiales relacionados (CIFTA) han incluido enfoques interseccionales.
Todas estas experiencias en el marco de los procesos de desarme humanitario y del multilateralismo evidencian la importancia que ha adquirido la transversalización del enfoque de Género y la prevención de la Violencia Basada en Género en todas las esferas y esfuerzos internacionales. Al reconocer la equidad de género y la superación de todo tipo de violencia y desigualdad como uno de los Objetivos de Desarrollo sostenible, el tema ha empezado a adquirir más relevancia en los espacios multilaterales, pero ¿por qué transversalizar el enfoque de género en los instrumentos internacionales podría contribuir a la prevención de la violencia basada en género?
Las armas son una de las expresiones que históricamente ha encontrado la humanidad para promover “la superioridad”, que para efectos de este texto no discutiremos. Pero si tenemos en cuenta que la guerra, en un análisis muy ligero, ha sido definifida desde la ausencia de su contraparte ,la paz; vincula elementos de superioridad; que tradicionalmente, desde los imaginarios, se ha vinculado a la masculinidad y su capacidad de ejercer poder.
No es de sorprenderse, entonces, que la tenencia, producción y uso de armas sea identificada como un mecanismo real y útil en la búsqueda de esa superioridad; que ha estado en cabeza de modelos patriarcales; como Marco Antonio, Napoleón; y otras figuras masculinas que ostentaron la avanzada armamentista. Ahora bien, si tenemos en cuenta que en contraposición la paz suele ser asociada como una práctica “suave, débil, vulnerable”, características tradicionalmente asignadas a lo femenino, es de esperarse que las disputas sociales y en la distribución del poder, relativas a los discursos y prácticas en los espacios internacionales; también se de una masculinización de la guerra y una feminización de la paz, por lo que al tener visiones de solo hombres en estos espacios se hace más lejano y menos rápida la inclusión real de estrategias que mitigen los riesgos e impactos de las armas diferenciados en las mujeres y comunidad diversa; manteniendo esos suelos pegajosos y techos de cristal.
¿Pero y qué tiene que ver el multilateralismo?
Teniendo en cuenta que tradicionalmente los hombres se ven expuestos a reproducir elementos relacionados con la protección, demostrar virilidad, fuerza y valentía; es de esperarse que en los espacios multilaterales de negociación y concertación alrededor del desarme, la necesidad de los hombres de cumplir con la lógica patriarcal de “hombres de verdad” dificulte la generación de nuevos imaginarios. Si a esto le sumamos la falta de representatividad real de las mujeres y su visión, encontramos un camino más largo para la prevención de la Violencia Basada en Género en estos escenarios, puesto que se siguen replicando relaciones de desigualdad en la que las mujeres, niños, niñas y comunidad LGBTTIQA+ suelen ser los que ocupan las categorías de vulnerabilidad y de poca agencia, al tiempo que la disputa simbólica alrededor de los valores atribuidos a lo “femenino” y lo “masculino” permeen todos los procesos y las instituciones.
Para que hablemos de multilateralismo efectivo, entre otras cosas, debemos hablar de representación sustantiva, que implica un cambio cualitativo, durante los procesos de concertación y los resultados de la incidencia específicos en pro de la superación de relaciones de desigualdad. Si bien se han dado avances en los esfuerzos de inclusión del enfoque de género, en la inclusión de mujeres en las delegaciones, en las campañas de incidencia, las mujeres y su visión siguen estando en la mayoría de procesos en un segundo plano y mientras se tienen estrategias y procesos que siguen apelando, inconscientemente, a la superioridad del más fuerte – más fuerte masculinizado- las armas y el potencial de riesgo de su uso siguen perpetuando dinámicas de desigualdad que contribuyen al aumento de la Violencia Basada en Género.
En este orden de ideas si tenemos en cuenta que los espacios donde se definen instrumentos internacionales son por excelencia escenarios de dialogo y socialización ocupados mayoritariamente por elites políticas y sociales, de las que tienen control los hombres mayoritariamente, y que como espacio de definición de las agendas y de la construcción de consensos internacionales aún hay una mayor representatividad y agencia masculina, es posible identificar que el camino por la prevención y atención de la VBG aún está por tardar.
Para esto me gustaría traer una experiencia con el grupo de Mine Action Fellows del programa de Mines Action Canada (del que hago parte), en la reunión de Estados Parte de la convención de Ottawa del 2022. Decidimos llevar un conteo de minutos de declaraciones hechas por mujeres en relación a las hechas por hombres; y el resultado no fue sorpresa pero si alarmante, las mujeres hablamos menos del 8% del tiempo de plenaria ¡durante 3 días! y eso que, de acuerdo a la investigación “Género y Diversidad en el tratado de prohibición de minas antipersonal: una revisión del plan de acción de Oslo y los próximos pasos” adelantada por el Instituto de las Naciones Unidas para la Investigación sobre el Desarme; para el 2022, el 69% de los Estados que atendieron la reunión de Estados Parte de la MBT registraron la participación de mujeres en sus delegaciones².
A esto me refiero cuando menciono que aún hay mucho por aprender, cuando hablamos de multilateralismo efectivo, hablamos de la representación, pero también de la calidad en esa representación; la cual ha sido descriptiva, contando porcentajes de participación pero no la efectividad de esa participación.
El multilateralismo en algunos procesos de desarme humanitario ha tenido avances en el reconocimiento del papel de las armas en la Violencia Basada en Género, pero aún hay mucho por hacer en relación a la representación sustantiva, al uso del tiempo, del espacio y por tanto a la distribución del poder en esos espacios de discusión donde se definen las agendas y se construyen los consensos internacionales. Sí, las mujeres somos parte, cada vez más en estos espacios, pero la voz y las decisiones siguen siendo ocupadas por los hombres de la sala, quienes muchas veces tienen una visión masculinizada, patriarcal y hegemónica de la realidad; esto sigue marcando el camino largo para hablar de una respuesta real desde el multilateralismo a la Violencia Basada en Género perpetuada por o en el marco de uso de armas, bien sean masivas, indiscriminadas, autónomas, o cortas y ligeras.
1. https://www.expertisefrance.fr/documents/20182/840808/Webinario+n%C2%B06+-+Presentacion+ES+- +Irlanda+Emma+TOBIN.pptx/504802b0-f3c7-40d4-afd9-c420f9c9c464
2. https://unidir.org/event/gender-matters-in-the-apmbc-taking-stock-of-progress-and-looking-ahead/
- Este artículo hace parte de la colaboración de Amassuru con el programa de expertos emergentes en español del Forum of Arms Trade https://www.forumarmstrade.org/emergentes.html
La opinión de la autora no compromete la posición institucional de Amassuru
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AMASSURU MUJERES EN SEGURIDAD
Somos una red de mujeres que trabajan temas de Seguridad y Defensa en América Latina y el Caribe (ALC), creada para promover el trabajo de las mujeres en el área, además de facilitar la visibilidad y los espacios de discusión en la región. Juntas, somos mucho más poderosas, por eso creemos que es central crear una red entre nosotras, en un área como la de seguridad, en la cual hemos sido segregadas históricamente. Somos una red independiente y apartidaria de mujeres que trabajamos en diversas áreas, incluyendo la investigación, la docencia, el trabajo directo en políticas públicas y prevención, el periodismo, las ONGs, los gobiernos nacionales y locales, así como en organizaciones internacionales y la academia, entre otras áreas. La red de Amassuru está enfocada en la seguridad en el sentido amplio, englobando temáticas de seguridad ciudadana, seguridad humana, seguridad internacional y justicia.
Imagen creada con IA por LCR