Costilla Negra | Compartir una lectura poética es un acto subversivo, la poesía invita a la rebelión

El detenimiento, la observación y la transformación son condiciones que se requieren para el ejercicio poético y que son difíciles de cumplir en nuestra sociedad

por La Mestiza

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#CostillaNegra

Habrá personas que sentirán inmediata simpatía con mis afirmaciones, a ellas les extiendo mis saludos y gratitud, todo lo que voy a explicar a continuación es también para aquellas que necesitan una exposición detallada de hechos.

El detenimiento, la observación y la transformación son condiciones que se requieren para el ejercicio poético y que son difíciles de cumplir en nuestra sociedad.

Dado que vivimos en un sistema capitalista veo necesario analizar el ciclo de producción y consumo en el que estamos inmersas y cómo esto impacta en nuestra percepción de la realidad.

El capitalismo se basa en la producción y consumo de bienes y servicios. En términos generales este ciclo se puede esquematizar de la siguiente manera:

inversión → producción → distribución → consumo → retorno de la inversión

El ciclo se retroalimenta constantemente y su propósito es la acumulación de ganancias.

Todo puede engendrar el deseo de consumo en la sociedad capitalista. Una de las deformaciones de la realidad más clásicas del capitalismo es la valoración de la eficiencia y la productividad por encima de todo lo demás. Disposición que nos inyecta constantemente con la sensación de que siempre hay que estar ocupadas, trabajando y/o produciendo para seguir siendo competitivas y dignas de valor. Bajo estas condiciones no sería raro llegar a creer que el tiempo libre sólo engendra ociosidad y vicios, noción firmemente sostenida por nuestros padres y que curiosamente aparece documentada en el códice Mendoza.

El códice Mendoza es un manuscrito mesoamericano del siglo XVI que contiene información sobre la cultura, sociedad y política del Imperio Mexica. Lleva el nombre de Antonio de Mendoza y Pacheco, quien fue el primer virrey de la Nueva España y encargó su elaboración. Entre otras cosas, este códice proporciona información sobre la estricta disciplina a la que niñas, niños y jóvenes mexicas eran sometidos. Los castigos por no cumplir con sus obligaciones o apegarse a las normas eran muy severos, y podían incluir la humillación pública o la flagelación. De hecho un motivo recurrente de castigo precisamente era el “estar de ocioso” pues esto era un claro indicio de inmadurez y en el códice se indica claramente cómo proceder para salvaguardar el destino del infante de los vicios y la mala vida.

Estoy escribiendo estas líneas en el día internacional del trabajo y a propósito de ello quiero aclarar que no estoy condenando ni la productividad, ni el estilo de vida de la clase trabajadora, pero sí la señalo como una las clases más vulnerables a las manipulaciones políticas imperantes.  La sociedad actual nos hace sentir la necesidad de estar siempre ocupados y de tener vidas duras y estresantes para demostrar nuestra madurez y responsabilidad. Incluso, a menudo se siente vergüenza al admitir que se prefiere hacer algo distinto o simplemente no hacer nada en absoluto. Además, la presión social para identificarnos a través de nuestro trabajo o carrera limita nuestra libertad y nos impide valorar el simple disfrute de la vida sin una planificación rigurosa. Esta mentalidad es el resultado de un triunfo ideológico que ha subyugado nuestra libertad humana.

Además de no inculcarnos un modo adecuado para disponer de nuestro tiempo libre, el capitalismo explota la necesidad de sentirnos productivos ofreciéndonos novedad y variación. De esta manera adquirimos nuevos productos y servicios para mantenernos al día con las tendencias. Esto conduce a una cultura de la «inmediatez», donde se busca la satisfacción instantánea y se espera que todo esté disponible rápidamente, lo que puede hacer que vivamos de manera acelerada. Aunque la relación entre la cultura capitalista y la aceleración de la vida es compleja, algunos factores que contribuyen con este fenómeno son la tecnología y la globalización.

Como bien hemos experimentado en nuestros días, las redes sociales son muy adictivas y generan una sensación de urgencia constante por estar conectados y actualizar nuestros estados. Además gracias a las redes experimentamos goce con la inmediatez de la novedad. Los diseñadores de las plataformas son conscientes de esto y en consecuencia nos proporcionan servicios que nos mantienen durante horas deslizando nuestros dedos sobre las pantallas de nuestros dispositivos en búsqueda de variados y estimulantes contenidos.

Nuevamente, no pretendo con mi discurso satanizar las redes y su uso; porque estaría omitiendo las ventajas que nos ofrecen en el acceso a la información o en temas de comunicación a distancia, pero sí quiero señalar el núcleo de una conducta que altera nuestra percepción del entorno: El frenético deseo de acceder a nuevos y diversos estímulos afecta directamente nuestra capacidad de atención, de ser pacientes, de captar las cosas a profundidad, y con esto se altera nuestra aptitud para la calma que se requiere en un ejercicio poético.

¿Cuándo seremos capaces de transformar nuestra realidad si no tenemos una adecuada disposición de nuestro tiempo y estamos inmersas en un estilo de vida acelerado?

Por tales motivos mi propuesta es simple pero claramente sujeta al objeto de discusión: La poesía es una forma de contrarrestar la rapidez y el frenesí del mundo moderno. Al tomarnos el tiempo para detenernos y apreciar la poesía, se puede fomentar la calma y la reflexión en un mundo que a menudo se mueve demasiado rápido y en el que imperan ideologías enajenantes. El detenimiento, la observación y la transformación son condiciones que se requieren para el ejercicio poético. A menudo estas condiciones también se cultivan con otras artes, pero lo sustancial es que conforman la esencia de las actividades críticas y contraculturales.

Quisiera ir cerrando mi declaración de hechos con una invitación a apropiarnos del término “poeta” y no el de “poetisa” para designar a la mujer que resiste con su arte verbal, simple y llanamente porque el segundo término tiene connotaciones peyorativas y cumple la función de minimizar este arte por ser de origen femenino. Numerosos son los ejemplos que puedo brindar sobre la invisibilización sistemática del trabajo de las mujeres en la poesía, el que tengo más a la mano ahora mismo es el de la poeta Gabriela Mistral.

Mistral, se destacó como una de las más importantes poetas latinoamericanas del siglo XX y fue la primera mujer latinoamericana en recibir el Premio Nobel de Literatura en 1945. Durante su vida, Mistral fue una activista política comprometida y luchó por la justicia social, la educación y los derechos de las mujeres y los niños. Fue también una defensora de los derechos de los pueblos indígenas de América Latina y escribió extensamente sobre la importancia de preservar su cultura y patrimonio. A pesar de tener una reconocida trayectoria literaria y pedagógica, los círculos intelectuales de su país siempre criticaron sus méritos personales. En particular, algunos críticos chilenos han argumentado que la obra de Mistral es excesivamente sentimental o melodramática y con un enfoque centrado en la experiencia femenina (Desde luego empleaban el término “poetisa” para descalificarla, a pesar de contar con un premio nobel). Además sus críticas a la iglesia católica y su defensa de la educación secular fueron objeto de controversia en algunos sectores religiosos chilenos, quienes se dedicaron fervientemente a invalidar su papel como educadora por no poseer títulos universitarios provenientes de las escuelas nacionales de corte católico.

Cuando la poesía o el arte en general no obedece a los intereses políticos imperantes porque contiene bases contraculturales, nunca será sostenido, promovido, difundido, consumido, ni redituable. Como millenial no hallo mejor manera de exponer mi postura ante esta realidad que la que puede aportarme el meme de Bob Esponja contra el rey Tritón, donde se me ocurre pensar que Bob está sosteniendo un poema escrito a mano por Mistral, mientras que el Rey Tritón sostiene un libro editorial de la poesía de Neruda. De esta manera quiero celebrar la valentía de las mujeres que se han atrevido a escribir poesía a pesar de los contextos adversos e incluso si su obra no recibe los mismos méritos y condecoraciones de los grandes maestros.

Parafraseando la famosa rima XXI de Bécquer, concluyo:

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas

en mi pupila tu pupila azul.

¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? (Mujer)

Poesía… Es revolución.

 

Foto de RSS Twitter@fortalezamh

 

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