Muchos pensábamos que el Home Office, teletrabajo o trabajo a distancia llegaría para quedarse; sin embargo, el tráfico ha vuelto, así como las largas filas para el transporte concesionado y las aglomeraciones en el Metro.
La necesidad de transportarse en horas pico nos da un golpe de realidad: los empleados han vuelto a las oficinas.
A pesar de que, según el estudio La revolución de las formas de trabajo, elaborado con LLYC Ideas, el teletrabajo vivió una aceleración del 20% en 2020 y del 16% en 2021, hoy ha perdido fuerza a pesar de los ahorros que representó tanto para las empresas y organizaciones, como para los colaboradores.
El Home Office planteó grandes retos que algunos jefes no estuvieron dispuestos a asumir, como la pérdida del control y la apuesta de la confianza en el trabajador. Estos dos factores claves fueron un obstáculo en la creación de nuevos esquemas de trabajo para la normalización del trabajo a distancia.
De acuerdo con el citado estudio, el trabajo híbrido mostró tasas de aceleración del 53% en 2020 y del 39% en 2021; sin embargo, también tiende a la baja.
Las y los trabajadores, que tuvieron la oportunidad de probar las mieles de estas dos formas de trabajo, en las que había la oportunidad de un equilibrio real del trinomio individuo-familia-trabajo, y disminuía el estrés de lo cotidiano, no están tan dispuestos a renunciar a las bondades que parecían permanecer en el tiempo.
Ahora los empleados demandan mayor flexibilidad en los horarios, y las empresas tendrán que escuchar la tendencia de propuesta de valor al empleado, dar respuesta al requerimiento del salario emocional y dotar de mayor madurez la relación entre ambos.
En un mundo con excesos de preocupaciones, obligaciones y responsabilidades, los individuos requerimos como una necesidad urgente una mejor calidad de vida que redunde en salud mental y emocional, y al mismo tiempo, en mayor productividad.