Por Angélica de la Peña

No se puede tapar el sol con un dedo, dice un sabio dicho popular; México ha venido transitando hacia un contexto de violencia generalizada. Ups, este calificativo que no le gusta al gobierno.

Pero hay decisiones y descuidos que han contribuido: fiscalías cuyo funcionamiento está muy lejos de cumplir con el objeto inscrito en su autonomía; corporaciones policiales mal pagadas y sin profesionalización; un poder judicial desaparecido para ser sustituido por nombres que la cúpula de Morena ha puesto en acordeones para orientar por quienes votar, nombres de impresentables que se les fueron en la integración de las boletas; ninguna política de prevención social del delito; y lo que faltaba: asesinatos en tiempo real ante los medios de comunicación.

Y quizá el hecho más espeluznante fue el asesinato de Valeria Márquez de 23 años porque ella estaba en vivo desde su cuenta de tik tok en el momento de su asesinato. Las redes sociales también constataron en tiempo real el asesinato de la candidata Yesenia Lara de Veracruz en pleno proselitismo acompañada de su equipo de campaña quienes también algunos resultaron asesinados y otros heridos.

En el caso de Valeria además motivó en comentarios incluso de que ella se lo buscó por andar con gente peligrosa, cuando el Ministerio Público no ha concluido la investigación y un juez determinar lo que deriva del caso.

Pero este asesinato le dio vuelta al mundo, la reproducción del video fue implacable, y le acompañó la aseveración de que México está sumido en la violencia, y desde luego, se anticipa quedará en la impunidad como ha sido el desenlace de otros. “Este tipo de ataques suelen quedar impunes”, mencionó The New York Times, y la BBC señaló algo incuestionable por desgracia: la violencia de género es muy común en México. Los noticieros de EU, Inglaterra, India, Canadá, España y muchos más, evidenciaron el feminicidio.

No se equivocan estos medios extranjeros. Los delitos de alto impacto y otros feminicidios, están esperando justicia, no hay manera de no evidenciar la falta de credibilidad en la autoridad.

Y para quienes han promovido, redactado y concretado un marco jurídico y de políticas públicas para prevenir este horror, es muy frustrante ver que lo ganado, hoy, por decisión de quienes gobiernan, ha desaparecido o minimizado con la reducción de recursos presupuestales y de programas.

Habíamos confiado que con la definición del tipo penal de feminicidio en todos los códigos penales se lograría justicia para las mujeres. Optimistas creímos que al concretar una legislación específica y especializada para el acceso de las mujeres a una vida libre de violencia y así como también al establecer la paridad para la presencia igualitaria de mujeres y hombres en todos los congresos, instituciones y organismos, avanzaríamos en garantizar un estadio de igualdad y libertad para las mujeres.

Sin embargo las mujeres quienes están hoy en el poder, han permitido la desaparición de las instituciones y políticas para la prevención y sanción de la violencia contra mujeres y niñas. La consigna de Ni Una Más solo es un grito desesperado que se pierde en las calles y en las plazas por la indiferencia, y peor, la normalización de los crímenes. Sabíamos que las mujeres que llegarían a los espacios de poder, no todas serían feministas. Pero hoy ya es necesario que hagan valer su voz, todas, sin excusa.

 

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