Una propuesta de reproducción asistida, un buen negocio

por Claudia Espinosa Almaguer

Por Claudia Espinosa Almaguer

El 29 de octubre del año pasado se presentó al Pleno de la Cámara de Diputados una iniciativa suscrita por Olga María del Carmen Sánchez Cordero e integrantes del Grupo Parlamentario Morena para reformar y adicionar diversos artículos de la Ley General de Salud en materia de reproducción asistida.

El análisis técnico obra como parte del expediente 0089-1PO1-24 turnado a la Comisión de Salud y de acuerdo a su sinopsis pretende incorporar el término de “salud sexual y reproductivacomo materia de salubridad general y agregar un capítulo de reproducción asistida, con la finalidad de regular y tener un control sanitario, el mismo discurso se lee en la Gaceta Parlamentaria donde fue publicada.

En enero de este año, conforme a la información del boletín 0747 la Comisión de Salud presidida por Pedro Mario Zenteno Santaella aprobó la iniciativa de Cordero con 29 votos a favor, 8 en contra y ninguna abstención. Allí la propia autora manifestó que su proyecto es resultado de más de seis años de “reflexiones y diálogos con médicos especialistas, legisladores y parejas”, que busca poner en orden el desarrollo de las actividades clínicas y detectar aquellas que pudieran transgredir los límites de la bioética.

Aunque hubo mujeres legisladoras de diferentes partidos dígase aquí, Martha Cruz Jiménez, Verónica Pérez Herrera, Ana González, Antares Vázquez, Magdalena Rosales y Liliana Ortiz quienes se pronunciaron por falta de especificidad o pidieron bajar el dictamen para discutirlo al considerar que la iniciativa contiene términos ambiguos que pueden dar cabida a formas de explotación como los vientres de alquiler y la afectación al interés superior del menor.

Actualmente el proyecto se encuentra en la Comisión de Igualdad de Género cuya atribución es vigilar que el trabajo legislativo se apegue con la igualdad sustantiva, es decir, con el reconocimiento de una posición jurídica y política de las mujeres en relación con los hombres, a través del abordaje de temas como violencia, salud o la brecha salarial, pero como no es parte de los asuntos turnados formalmente, cualquier opinión otorgada allí no es vinculante y puede pasar a votación en cualquier momento.

Ahora bien, el que la iniciativa haya pasado sin más, es prueba de que los derechos de niños y mujeres, mencionados no son relevantes, por consiguiente, nos encontramos ante una decisión “democrática” formal (porque el partido de la proponente es mayoría numérica) y no por ser coherente con los derechos fundamentales que marca la Constitución ni mucho menos “bioética”.

Primero vamos a revisar el tema en sus propias palabras. En febrero se organizaron dos foros producidos por la interesada al interior de la Cámara, el evento denominado “Diálogos Parlamentarios ¿Cómo mejorar el modelo de la Reproducción Asistida en México?” cuyas grabaciones están disponibles en su perfil de Youtube.

Allí hubo sedicentes feministas, académicas, diputadas, representantes de colegios de bioética, médicos laicos y médicos rabinos, la presencia de mujeres para el primer día de discusión se desvaneció en el segundo, con cerca de doce hombres defendiendo las “técnicas” en estilos distintos con objetivo común. ¿Qué han dicho?

Para la primera sesión se hizo una crítica acerca de la ausencia de legislación en la materia, señalan que el Estado Mexicano debe garantizar “cualquier manera de constituirse como familia” porque la ley es “heteronormada” como lo han sido todas las iniciativas previamente presentadas al respecto y rechazadas por “discriminatorias”.

De tal suerte, la reforma de Olga “debe” aprobarse porque el 17% de la población tiene un problema de infertilidad y en su nombre, como bandera, ha de darse este cambio que promete distanciar al país de visiones “moralistas” y sesgos críticos que buscan que esa ilusión de ser papás y mamás no se cumpla.

Posteriormente hicieron este trayecto argumentativo: El artículo 4 de la Constitución enmarca el derecho a la familia, en tanto el artículo 1 protege a toda persona contra la discriminación. De allí se sostiene el término de “personas gestantes” en tanto las parejas homosexuales tienen igual derecho a la vida familiar e igualitaria que debe comprenderse como un derecho a la procreación y el acceso total a las técnicas derivadas del avance científico a fin de que el individuo pueda satisfacer su “voluntad procreacional”. Nada debe oponerse a la “ilusión de tener un hijo”.

El Dr. César Palacios, por ejemplo, manifestó que este “anhelo” se enmarca en los derechos sexuales y reproductivos, siendo parte de la identidad a grado tal que las personas están dispuestas a gastar grandes cantidades de dinero y si no lo logran la vida es mala. Así, debe cambiarse el término “infertilidad” a “falta de hijos involuntaria”, en su opinión, la iniciativa es “buena y necesaria” porque incluye a los homosexuales. Dice el Doctor que es éticamente aceptable desde la filosofía política citando a Stuart Mill, porque no se causa daño a otro y por ello la libertad reproductiva no debe restringirse.

Por su parte, de lo dicho por Patricio Santillán de la Comisión Nacional de Bioética, a quien consultan desde la Cámara, es que la “gestación sustituta” (los vientres de alquiler), es parte de las técnicas de la reproducción asistida, así hay países donde no hay regulación y otros donde es pagado o “altruista”, en su opinión esto último es más benevolente y México debe decidir cual “sistema” va a escoger porque no puede ser que solo haya norma en dos entidades federativas donde no se sabe cuál es el “manejo”.

En su opinión existe un “derecho moral” de querer procrear, citando casos para los cuales propone que se sustituya el defecto que pueda tener una mujer en su útero, por medio de dos soluciones: Puede usarse el útero de “otra gente” y que se lo pongan, o usar el útero de “otra persona” para que lleve el embarazo, es decir, existen terapias “aceptables”.

 Hubo dos médicos judíos y rabinos, a pesar de haber mencionado la supuesta laicidad de la propuesta, ellos mencionaron el Talmud y la Biblia en repetidas ocasiones, dijeron que era necesario delimitar las bases de las técnicas reproductivas a través de la ley para dar seguridad a quienes buscan estos “servicios” de que su dinero llega a un país seguro y regulado. En sus palabras, el judaísmo respalda la donación de este material a lo cual pusieron ejemplos de mujeres que en estos libros religiosos representan la búsqueda por ser madres y por tener descendencia, señalan: “es muy triste que pasen las fiestas judías sin hijos”.

La mayoría de estos médicos, biólogos y “bioeticistas”, pidieron una regulación abierta, uno de ellos dijo tal cual que hay que permitirlo todo, porque nadie quiere hacer un negocio de ello, que no nos fijemos en la “filigrana”.

Es muy importante para este análisis, que no se pierdan de vista los hechos y los derechos, porque los discursos juegan a construir una conmiseración por las personas infértiles y/o homosexuales que buscan procrear, para dar cabida a la reforma e integración de “técnicas de reproducción asistida” donde efectivamente se asoma la explotación reproductiva.

En la “filigrana” nos vamos a fijar en la siguiente entrega.

 

Las opiniones compartidas en la presente publicación, son responsabilidad de su autora y no reflejan necesariamente la posición de La Costilla Rota.  Somos un medio de comunicación plural, de libre expresión de mujeres para mujeres.

Imagen creada con IA por LCR

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