Los pactos de impunidad

por Angelica De la Pena

Por Angélica de la Peña

Acabamos de constatar que los hombres de Morena en la Cámara de Diputados se cubren entre ellos. Si hay que apoyarse frente a denuncias que tengan que ver con violencia contra las mujeres, no dudan en solidarizarse.

Convenientemente ponen en duda el dicho de la víctima, para apoyar a uno de los suyos. Ese comportamiento, refrenda y perpetúa el pacto patriarcal.

En el caso de Cuauhtémoc Blanco, lo comprobamos puntualmente. Aplican la lógica de prevenir riesgos: si cae uno, pueden caer otros. El susodicho no necesitó hacer lobby para lograr simpatía, simplemente se dejó querer: “no estás sólo” le coreaban diputadas de Morena, otra orgullosa le llevó una camiseta del América para su autógrafo. El subtexto fue: te creemos a ti. Y el paro ante el reclamo de las feministas, fue decirnos “ese” expediente estaba muy mal integrado.

En el partido mayoritario, algunas diputadas pensaron que podían integrar una fracción de legisladoras para apoyarse entre ellas bajo la premisa de que juntas, en otras legislaturas, han logrado impulsar iniciativas en materia de igualdad y contra la violencia. Sin embargo cuando lo intentaron, llegó el mandamás Monreal y las disciplinó, salvo a 22 diputadas, quienes sufren las consecuencias de su compromiso con la víctima. Es necesario decirles no están solas, reivindicar a favor de ellas, esta consigna feminista.

Porque aún en la paridad, las resistencias para impedir que las mujeres realmente tengan el poder, son muy fuertes. Prevalece un estado de cosas que las mantiene en la sumisión o en la contención.

El 25 de marzo, conocido ya como el martes negro, nos volvió a una realidad: ser mujer no garantiza compromiso con los derechos de las mujeres; aquí los pactos entre mujeres no se concretan por inercia. Se necesita disposición para construirlos, ir contra esa historia que nos han impuesto de que “juntas ni difuntas”. Insistir que las diferencias políticas, ideológicas, o partidistas, no son un impedimento para pactar; hay historias sensacionales de su eficacia.

Necesitamos seguir trabajando en base a la hermenéutica de la sororidad que refrenda la hermandad entre nosotras. También convenir sobre el affidamento, categoría diseñada por las feministas italianas que establece el reconocimiento de las capacidades y sabidurías de otras; sororidad y affidamento es la mancuerna indispensable para lograr una gran alianza entre las mujeres.

Necesitamos que las diputadas reflexionen sobre estas categorías. Evitar los prejuicios que tienen como cometido dividirlas. ¡Se imaginan que las 251 diputadas se unieran! La unidad para avanzar en la promoción objetiva y real de la Igualdad sustantiva, la prevención y erradicación de la violencia contra las mujeres y contra su discriminación. Caminar junto con muchos hombres aliados.

Por eso el caso de Cuauhtémoc Blanco es un tema de reflexión. No puede olvidarse, sobre todo cuando muchos machirrines se animaron a sincerarse como el impresentable Manuel Cavazos, que mencionó en una conferencia de prensa que le cree a Cuauhtémoc porque su media hermana “no está muy violable que digamos”.

Después de la tunda que recibió por sus sinceros comentarios que le salieron del alma, ha ofrecido “una sincera disculpa” a quien ofendió “directamente” y a quienes se sintieron agraviadas por sus “infortunados” comentarios. ¿Usted le cree? Yo tampoco. No soltemos el ímpetu para cambiar este impune estado de cosas.

 

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