Por Angélica de la Peña

La discusión de la sesión del 25 de marzo en la Cámara de Diputados donde se votó mantener el fuero al diputado Cuauhtémoc Blanco obliga a una reflexión. Desde el aspecto parlamentario se vivió un proceso totalmente antirreglamentario e inusitado jamás visto y no exento de misoginia.

Desde Morena, que controla la Cámara de Diputados, se violentó el proceso parlamentario al fraguar que una oradora en uso de su tiempo, le diese ella la palabra al legislador Blanco para que se defendiera de la acusación de su media hermana Fabiola Blanco, del delito de violación en grado de tentativa. El diputado Sergio Gutiérrez, presidente de la Mesa Directiva, simplemente lo dejó pasar.

Todo correspondió a la trama diseñada por el coordinador de Morena, Ricardo Monreal y los diputados de su burbuja para proteger a Blanco.

Su guión se implementó paso por paso. Se argumentó con leguleyos que la solicitud de desafuero estaba mal fundada por el ex fiscal de Morelos (hoy prófugo), porque traía consigna de los contrincantes de Blanco; también se esgrimió que éste no necesitaba ser desaforado para que la justicia procediera, lo que nunca pasará mientras tenga fuero. Hasta se apersonó en la Fiscalía.

Pero lo más deplorable de esa sesión fue el coro de “¡no estás solo! ¡no estás solo!”, por parte de otras diputadas de Morena cuando Cuauhtémoc subía a tribuna. Esa tribuna de la Cámara, que en anteriores Legislaturas muchísimas legisladoras de todos los partidos presentamos iniciativas y decretos en favor de los derechos de las mujeres, entre ellas la Ley General para el Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y la tipificación del feminicidio.

Todo Morena votó contra el desafuero de CB, salvo 22 diputadas quienes se sostuvieron heroicamente a pesar de las presiones porque estaban convencidas en apoyar a la víctima, además de ser lo correcto, correspondía a lo que han oído desde Palacio Nacional: llegamos todas, ergo nos apoyamos entre nosotras.

Hay quienes preguntan por qué solo reclamamos el voto de las diputadas a favor de Blanco y no el de los diputados que también lo apoyaron; la respuesta es simple: los hombres siempre se han apoyado como un gremio; han definido el Estado, las reglas de convivencia de las sociedades, han escrito las leyes, conducido los gobiernos, los parlamentos y los juzgados, han sido los dueños de la propiedad y de la familia incluidas las mujeres adentro; han fundado y perpetuado un sistema en donde las mujeres hemos estado históricamente invisibilizadas y menospreciadas.

Hasta que en la Ilustración y con el invento del feminismo, que ha fundamentado teóricamente la emancipación de la opresión, fuimos organizándonos en la exigencia de que como humanas, tenemos iguales derechos que los hombres.

Que haya 251 diputadas de 500 escaños no es una graciosa concesión, es producto de las alianzas históricas entre mujeres para lograr la paridad y estar en la toma de decisiones. Por desgracia, salvo las 22 diputadas mencionadas, todas se disciplinaron a la orden de los señores; contribuyeron con su voto, a mantener el pacto patriarcal que protege a Cuauhtémoc Blanco.

Desde el feminismo se han invocado muchas consignas: por la vida y la libertad de las mujeres; te creo; ¡no estás sola!

La víctima de Cuauhtémoc Blanco ha dicho que tiene temor por su vida por atreverse a denunciar a su medio hermano. Tenemos que decirle:¡ no estás sola!

Las opiniones compartidas en la presente publicación, son responsabilidad de su autora y no reflejan necesariamente la posición de La Costilla Rota.Somos un medio de comunicación plural, de libre expresión de mujeres para mujeres.

 

Imagen: @lainmoderada.abogada

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