Por Gabriela Mayorga
No es un misterio que ahora los niños quieren ser influencers, no se interesan por ser médicos, bomberos, policías, ni estrellas de cine, lo de hoy es tener millones de seguidores en las redes sociales, según una encuesta de Harris Poll/LEGO®, el 29% de los niños encuestados prefieren ser youtubers, superando al 11% que aspira a ser astronautas, esto no solo supone dilemas éticos, sino también riesgos importantes para el bienestar de los infantes.
De acuerdo con Kids Mental Health Foundation, el uso de las redes sociales puede profundizar la ansiedad y la depresión, influir negativamente en el desarrollo del cerebro y potencialmente exponer a los niños a lenguaje hiriente, acoso y más. Ahora imagínate cuando el niño no solo es usuario, sino creador de contenido.
En el pasado existían niños actores, no podemos tapar el sol con un dedo y pretender que ahora no existan los niños influencers, pero hay casos como el niño mateo que se viralizó por una contestación a un hater dónde decía “no importa yo guapo”, los padres capitalizaron esa viralización y hasta le crearon un canción y video. En enero 2025 nuevamente se viralizó una publicación de Mateo, ahora supuestamente sufriendo una crisis de ansiedad por la fama a la que es expuesto, aunque los padres declararon fue un malentendido y el niño estaba jugando a fingir que tenía frío, dicen que el video fue sacado de contexto por los internautas y “gente maliciosa”.
De las grandes personalidades de niños influencers destacan las familias de Like Nastya, Diana y Roma y Vlad y Niki, quienes juntan un cifra de 300 millones de seguidores en sus canales de youtube, lo cual equivale a llenar el Estadio Azteca 3,400 veces. En un artículo de El Confidencial, Albert Sanchis declara que estos niños vinieron de la nada ya tienen más influencia que Mickey Mouse, una gran responsabilidad para infantes que apenas están formando una autoestima.
En muchos casos, los ingresos que los niños pueden generar en redes sociales los convierten en la principal fuente de sustento para su familia, una situación que los expone. Además, según una encuesta de The Motherhood, una agencia de marketing e influencers, el 53% de los padres no reservan parte de los ingresos cuando incluyen a sus hijos en el contenido.
¿Qué se está haciendo más allá de hablar de esto? En España, el Ministerio de trabajo y Cultura ya está optando por combatir los vacíos legales de la regularización de los niños influencers que busca limitar el número de horas que un niño influencer puede trabajar, y a cuántos ingresos puede tener acceso directo.
En México, sabemos que los menores de 16 años no pueden trabajar más de 6 horas diarias, divididas en periodos de 3 horas, además entre cada periodo, deben tener un descanso de al menos una hora. En materia de creación de contenido, la diputada Leonor Gómez Otegui presentó una iniciativa de ley para proponer la Ley General para Regular el Contenido de Influencers en Medios y Plataformas Digitales.con la cual pretende que las personas (físicas o morales) puedan presentar quejas si detectan a influencers que promuevan contenido discriminatorio, que afecte la dignidad, viole derechos fundamentales o se propague información que ponga en riesgo la salud y seguridad de las audiencias, pero hasta el momento no se ha detectado nada para regular el trabajo de los menores influencers.
No quiero escucharme como consejo de tía, pero es fundamental que las familias, las plataformas digitales y los legisladores asuman una responsabilidad compartida en la protección de estos niños. Se deben implementar normativas claras que limiten el tiempo de trabajo, aseguren la gestión adecuada de las ganancias obtenidas y, sobre todo, garanticen el bienestar emocional y físico de los menores. La infancia debe ser un tiempo de exploración y juego, no una etapa marcada por la presión del éxito digital a cualquier precio.