La instrumentalización de la desinformación y su impacto en temas de seguridad

En enero de 2024, expertos en el Foro Económico Mundial reconocieron la desinformación como uno de los principales riesgos a corto plazo, amenazando las instituciones democráticas, los procesos electorales y la construcción de paz a nivel global

#MujeresEnSeguridad #Amassuru

Por Carolina González y Katherin Galindo Ortiz

En enero de 2024, expertos en el Foro Económico Mundial reconocieron la desinformación como uno de los principales riesgos a corto plazo, amenazando las instituciones democráticas, los procesos electorales y la construcción de paz a nivel global. Como consecuencia de la expansión del uso de plataformas digitales y el mejoramiento de las herramientas de Inteligencia Artificial (IA), la desinformación en medios de comunicación y en redes sociales es cada vez más difícil de controlar, logrando influenciar fácilmente las opiniones de quienes la consumen. En el caso de Colombia, hemos visto cómo la desinformación ha logrado alimentar la polarización y la desconfianza en las instituciones públicas y democráticas en torno a temas de seguridad en escenarios como el Acuerdo de Paz, la política de Paz Total y la percepción de inseguridad urbana.

En primer lugar, durante las negociaciones de paz entre el Gobierno colombiano y el grupo armado FARC EP, la desinformación desempeñó un papel crucial en la configuración de la opinión pública y, en última instancia, en la inesperada victoria del «no» en el plebiscito sobre el Acuerdo de Paz. La oposición al Acuerdo, liderada por figuras como Álvaro Uribe, difundió mensajes que distorsionaban los términos del Acuerdo, sugiriendo que este otorgaba concesiones desproporcionadas a los excombatientes de las FARC y comprometían el futuro político y democrático de Colombia. Estos mensajes se diseminaron rápidamente a través de medios tradicionales y plataformas digitales, sembrando dudas y temores entre la población.

La desinformación no es la única razón detrás de la victoria del “no”. También, deben considerarse los votos informados en contra del Acuerdo y el impacto del huracán Matthew, que impidió que una gran cantidad de personas en la Costa Caribe acudieran a las urnas. No obstante, es probable que una parte significativa del electorado haya sido influenciada por informaciones falsas acerca del contenido del Acuerdo de Paz y las negociaciones llevadas a cabo en La Habana. Además, el liderazgo de figuras prominentes de la oposición probablemente facilitó la utilización de la desinformación para manipular la percepción de los votantes alineados ideológicamente con ellos.

En relación con la política de Paz Total del Gobierno Petro, la desinformación ha distorsionado tanto la opinión pública como el debate sobre las iniciativas del Ejecutivo. Desde sus inicios, la Paz Total ha enfrentado críticas de la oposición y se ha visto afectada por la manipulación de información por parte de medios tradicionales y plataformas digitales. Sin embargo, una parte significativa de la desinformación ha provenido del propio presidente Petro. Por ejemplo, en mayo de 2023, tras la aprobación del Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2022-2026 por parte del Congreso, el presidente acusó a la prensa de haber inventado el nombre “Paz Total”, cuando en realidad este nombre aparece más de 20 veces en el texto del PND.

Episodios similares de contradicciones en los discursos del presidente Petro son abundantes, desde la confusión alrededor de la propuesta de una Asamblea Nacional Constituyente hasta las acusaciones de un “golpe blando” por parte de las instituciones. En el caso de la Paz Total, a pesar de que la desinformación se ha presentado casi exclusivamente de manera retórica, la poca claridad por parte del Gobierno altera la percepción de la población y actores políticos, generado polémica y obstaculizando la aplicación efectiva de su agenda de seguridad. La ausencia de una estrategia discursiva consolidada y compartida en el Gobierno para abordar la Paz Total y los avances de las negociaciones ha terminado por desdibujar los objetivos de esta política, afectando su apoyo popular y reputación.

Por último, a pesar de la disminución real en los indicadores de criminalidad, la desinformación juega un papel crucial en la percepción de inseguridad ciudadana, distorsionando la realidad y alimentando el miedo. Esto fue lo que ocurrió durante los primeros meses de 2024. Aunque las estadísticas oficiales en ciudades como Bogotá, Cali y Medellín mostraron una reducción en delitos como homicidios y hurtos, algunos casos de violencia y robo se viralizaron en medios de comunicación y redes sociales, generando una cobertura incompleta que magnificó la problemática. Esto llevó a que los ciudadanos, influenciados por narrativas alarmistas, percibieran una inseguridad mayor de la que realmente existía. Este caso ilustra de manera evidente que, incluso cuando las cifras son favorables, la cobertura mediática puede provocar que las personas sientan que su entorno inmediato es cada vez más inseguro. En este sentido, cuando se trata de seguridad ciudadana, combatir la desinformación se vuelve tan importante como reducir los crímenes en sí.

No obstante, es importante recalcar que los indicadores de criminalidad muchas veces se ven afectados por el subregistro. Por esta razón, es probable que la verdadera situación de seguridad en las principales ciudades del país no esté fielmente representada por las estadísticas oficiales. Aunque se debe tener en cuenta para el análisis, este factor no desestima el papel de las redes sociales en la difusión de desinformación. Al contrario, si se interpreta al subregistro como una consecuencia de la desconfianza hacia las autoridades y las instituciones en el combate de la criminalidad, puede ubicarse junto con la desinformación como causante de un círculo vicioso en el aumento de la percepción de inseguridad.

La desinformación ha demostrado ser un fenómeno complejo y de gran alcance que no solo distorsiona la realidad, sino que también debilita las bases de la democracia y la confianza en las instituciones. En Colombia, ha contribuido significativamente a la polarización, impactando tanto las conversaciones de paz como la percepción de inseguridad de los ciudadanos. Para combatir la desinformación es necesario fomentar una ciudadanía crítica y bien informada, así como exigir a los actores políticos y a los medios de comunicación una mayor responsabilidad. Solo a través del trabajo conjunto será posible disminuir su impacto y crear un entorno donde la información verdadera prevalezca sobre las historias falsas. En todos los ejemplos, evidenciamos como la desinformación se ha instrumentalizado para imponer narrativas que no necesariamente representan la realidad del estado de la seguridad en el país, muchas veces a partir de posiciones ideológicas. Así, para lograr un análisis completo e integral de los temas de seguridad, es importante comenzar a incluir la desinformación y la percepción de inseguridad como variables, especialmente en un país como Colombia.

Foto del Centro Memoria Los Mártires, en Bogotá. Por Felipe Restrepo Acosta a través de Wikipedia Creative Commons. Edición LCR

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Somos una red de mujeres que trabajan temas de Seguridad y Defensa en América Latina y el Caribe (ALC), creada para promover el trabajo de las mujeres en el área, además de facilitar la visibilidad y los espacios de discusión en la región. Juntas, somos mucho más poderosas, por eso creemos que es central crear una red entre nosotras, en un área como la de seguridad, en la cual hemos sido segregadas históricamente. Somos una red independiente y apartidaria de mujeres que trabajamos en diversas áreas, incluyendo la investigación, la docencia, el trabajo directo en políticas públicas y prevención, el periodismo, las ONGs, los gobiernos nacionales y locales, así como en organizaciones internacionales y la academia, entre otras áreas. La red de Amassuru está enfocada en la seguridad en el sentido amplio, englobando temáticas de seguridad ciudadana, seguridad humana, seguridad internacional y justicia.

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