Los discursos no representan la realidad: la crean con un sentido determinado

¿Cuál es el verdadero propósito de que las prácticas discursivas en seguridad desfiguren el sentido de las perspectivas de género?

por Maria Fernanda Noboa González

#MujeresEnSeguridad #Amassuru

Por María Fernanda Noboa González, PhD.

¿Cuál es el verdadero propósito de que las prácticas discursivas en seguridad desfiguren el sentido de las perspectivas de género?

Cualquier práctica discursiva¹ constituye un sistema complejo de interacciones  mutables y -disruptivas- derivadas de contextos específicos. Se producen, distribuyen y consumen, de manera dinámica, reflejo de múltiples intereses que se cruzan en diversos juegos de poder, cuyos actores, en coyunturas específicas los modelan para reproducir lógicas para legitimar posiciones  unos actores, marginalizando otros con lo que los primeros garantizan su permanencia en el tiempo, barnizándose de verdad inmutable. Así, las narrativas que subyacen los estudios ortodoxos en seguridad, en sus pretensiones de objetividad congelan y vacían formas de saber, sentir y vivir; se construyen relatos que por arte de magia se autosostienen, en conceptos y lenguaje que silencian al otro (a), deslegitiman su posición, la caricaturizan, como si las posturas que trascienden la mirada de violencia, proponen mayor diálogo, educación para la paz,  la comprensión de diversas tipologías de violencia, temáticas de derechos humanos fueran temáticas irrelevantes, como un ruido semántico que no aporta ni a la gobernabilidad política del Estado ni a la gobernanza en seguridad. 

La seguridad centrada en masculino, configura  una especie de mundo paralelo,  en tensión permanente con la emancipación²; es una burbuja impenetrable, difícil de ser cuestionada, con conceptos y principios fundacionales como el “uso legítimo de la fuerza”  “violencia como un todo” “el Estado como el amo y patrón de la conducción de la seguridad”,  lenguajes agudos como el hard power, omitiendo diversas  entradas analíticas y otros actores como las comunidades, diversos conglomerados humanos.

 Las miradas ortodoxas buscan resoluciones inmediatas a problemas como viejos recetarios que no dan respuestas efectivas a la inseguridad como: la militarización de la seguridad ciudadana, la práctica repetida de los estados de excepción que son escudos para evadir reflexiones agudas y acciones más estratégicas; frente a ello el resultante es posturas sólidas no solo en el discurso, sino en el mismo diseño de políticas públicas  y rutas de acción que operan en espacios de control, teñidos de objetividad envueltos en formas representacionales³ como copias calco de una realidad estática como foto fija; de hecho, se ha disuelven otros abordajes, como el de la inestabilidad estructural, la emergencia y la disrupción.

Tal es el caso de las narrativas construidas con un tono específico para que los ciudadanos/as entiendan los alcances del Conflicto Armado Interno en Ecuador, establecido como decreto presidencial (N.111- 8 enero de 2024) por parte del Presidente Daniel Noboa, que ha sido cuestionado por académicos y expertos en derecho, seguridad, política, entre otros⁴  y que para el ciudadano(a) común y corriente  es asimilado en como guerra. 

Dicho decreto se ha constituido en la práctica discursiva” oficial” y rectora para la gobernabilidad de la seguridad ciudadana, impronta  construida por actores masculinos en el COSEPE (Consejo de Seguridad Pública y del Estado), para la legitimación del despliegue de operaciones militares en todo el territorio nacional; se fundamenta en un núcleo fuerte masculinizado, como es la “violencia armada”, formas de intervención disuasivas frente a los  grupos considerados como criminales, es decir  bajo soluciones que legitiman el uso de la violencia del Estado para combatir la violencia criminal homogeneizada⁵ configurándose un duopolio de violencias enfrentadas (la criminal y la del Estado). 

Esto devela a la par un silenciamiento de otras posibilidades de acciones – preventivas, estructurales, de derechos y  justicia, de comprensión de la multiplicación del tipo de violencias, de sensibilización ante la presencia de mujeres criminales y mujeres criminalizadas, al igual que adolescentes y niños (as)- marginalizadas de las concepciones de la  improvisada doctrina militar⁶. El núcleo de los lineamientos militares concebidos para la acción militar en nivel de todo el territorio nacional ordenado por el Presidente, también al ser consumidas por otros actores han generado sub- narrativas y  cuestionamientos en la opinión pública. Esto coincide con un curioso fenómeno de proliferación de “expertos en seguridad” que maniatando cifras que no se cotejan con la realidad, aparecen como una mascarada hegemónica que genera resonancia en una población que ya no traga cuento fácilmente.

 Muchas cifras oficiales no concuerdan con la realidad; es más existen críticas  de la opinión porque se omiten cifras globales del estado de inseguridad del país en su conjunto, a la vez que de los destinos que tienen las armas decomisadas por los aparatos de fuerza en los centros de privación de libertad,  el destino de la droga decomisada, el número de mujeres que son capturadas y de las víctimas en redes de prostitución, pornografía adolescente e infantil,  así como las cifras de dinero incautadas, entre otras. Con todo, la aceptación nacional a la gestión presidencial se mantiene en un 69%. 

Por ejemplo, tras dictar el segundo estado de excepción (decreto 275 del 22 de mayo con una duración de 60 días) en donde se determina una cifra de 1920 homicidios en 7 de las 24 provincias, el Presidente Noboa hace referencia a una “segunda etapa de la guerra”.   Periodistas de investigación y expertos  indican que estas muertes representan cerca del 87% el total nacional de homicidios⁷, pero sin dar una cifra exacta de lo que ocurre en Ecuador. Las prácticas discursivas son fragmentadas.

Algunas conclusiones

La marginalización de las problemáticas relacionadas a los temas de género como clave en la crisis de seguridad en Ecuador es constante. El discurso oficial y las sub-narrativas proyectadas por académicos, medios y múltiples expertos parecen mantener una mirada hegemónica de la problemática y sus factores que al repetirse constantemente establecen circuitos mentales  e imaginarios en los ciudadanos(as) mediante la peligrosa trampa de lo conocido. En suma, crear nuevas referencias de lo conocido implica remover  de las prácticas discursivas la estabilidad; en otras palabras, se requiere ahondar en espacios de discusión escurridizos, grises, difusos, donde lo imprevisto y emergente no tiene por qué tornarse en un espacio amenazante.

Redefinir la mirada de la seguridad es una corresponsabilidad de todas las instituciones, entidades y actores (as) de la sociedad ecuatoriana; las fotografías del pasado deben servir como referencia para entender las condiciones presentes y las ineludibles  mutaciones futuras; la responsabilidad de la palabra equivale a un compromiso ético y responsabilidad social, es hacer el juego a la estrategia como elementos que se organizan de modo sutil e invisible y que requieren ser evidenciados para lograr su renovación. Lo que ocurre en la realidad y los relatos o prácticas discursivas de lo que ocurre en la realidad es lo que permitirá la innovación estratégica. Es preciso recrear de manera permanente nuestro sistema de referentes- en el caso concreto de los aportes de los EFS- para ver más lejos y evitar contenidos ideologizantes e irrelevantes.    

Coordinadora de Ecuador Red Amassuru

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Notas al pie

¹ Es el objeto de estudio de los Estudios del Discurso, en sus diversas orientaciones. Aludo a la perspectiva de la experta brasilera Julieta Haidar (2022).

² Se hace referencia a una forma de comprender y vivir el mundo de la seguridad de manera alternativa, apropiada, que implica seguridad económica, física y social de los (as) ciudadanas.

³ La capacidad del discurso  es un punto de tensión académica; supone una realidad ”objetiva” que está afuera del sujeto que conoce, borrando de un solo plumazo su subjetividad, su situación espacio-temporal-, su capacidad de análisis y recepción de las intenciones del discurso. 

⁴ Dichos cuestionamientos han generado tensiones  no solo por los considerandos, sino las “tipificación” de los actores considerados como criminales, que están amalgamados unos con otros y tienen diferentes status dentro del mismo decreto, lo que genera confusión respecto de la planeación y operaciones tácticas asignadas a  Fuerzas Armadas en complementación con la Policía, porque al derivarse de los instrumentos internacionales del la acción militar no tiene un marco normativo  que blinde la actuación de los aparatos de fuerza

⁵ Por eso se confunde conflicto y guerra

⁶ Es una doctrina generada coyunturalmente, toda vez que las Fuerzas Armadas dado que la ecosistémica criminal a la que tienen que enfrentarse implican otro tipo de ambientes operacionales donde no han intervenido antes y para los que se requieren la construcción de capacidades específicas

https://www.primicias.ec/noticias/seguridad/estado-excepcion-homicidios-masacres-ecuador/

 

Foto Reymond Casas Irog-irog desde Pexels. Composición LCR

La opinión de la autora no compromete la posición institucional de Amassuru

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Somos una red de mujeres que trabajan temas de Seguridad y Defensa en América Latina y el Caribe (ALC), creada para promover el trabajo de las mujeres en el área, además de facilitar la visibilidad y los espacios de discusión en la región. Juntas, somos mucho más poderosas, por eso creemos que es central crear una red entre nosotras, en un área como la de seguridad, en la cual hemos sido segregadas históricamente. Somos una red independiente y apartidaria de mujeres que trabajamos en diversas áreas, incluyendo la investigación, la docencia, el trabajo directo en políticas públicas y prevención, el periodismo, las ONGs, los gobiernos nacionales y locales, así como en organizaciones internacionales y la academia, entre otras áreas. La red de Amassuru está enfocada en la seguridad en el sentido amplio, englobando temáticas de seguridad ciudadana, seguridad humana, seguridad internacional y justicia.

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