Conflicto Armado Interno de Ecuador 2024: violencia de género, una fisura no considerada

La promulgación del Decreto Ejecutivo 111, del 9 de enero de 2024, por parte del Presidente de Ecuador, Daniel Noboa, declarando la existencia de un Conflicto Armado Interno, mediante el cual se dispuso la  movilización e intervención de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional en el territorio nacional para garantizar la soberanía e integridad territorial contra el crimen organizado transnacional, organizaciones terroristas y los actores no estatales beligerantes, sin duda constituye una alerta más de una problemática poco considerada en la literatura

por Maria Fernanda Noboa González

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Por María Fernanda Noboa G., PhD

La promulgación del Decreto Ejecutivo 111, del 9 de enero de 2024, por parte del Presidente de Ecuador, Daniel Noboa, declarando la existencia de un Conflicto Armado Interno, mediante el cual se dispuso la  movilización e intervención de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional en el territorio nacional para garantizar la soberanía e integridad territorial contra el crimen organizado transnacional, organizaciones terroristas y los actores no estatales beligerantes¹, sin duda constituye una alerta más de una problemática poco considerada en la literatura, análisis de expertos y vocerías locales e internacionales. Se trata de la  pronta configuración de escenarios complejos de violencia de género, que múltiples de  los estudios feministas en seguridad- en varias de sus corrientes- , consideran como prioridades estratégicas en seguridad (Segato 2014)  y que deben servir de alertas tempranas respecto de la variables críticas y factores que incidirán en las tipologías de violencia derivadas de un conflicto no convencional como el que ya ha sido declarado en el país. 

Todo esto pone en entredicho no solo el compromiso del Estado respecto de la ineludible  inclusión y prioridad de ciudadanos/as,  contemplado en su compromiso ético, de proteger y generar un ambiente de paz y seguridad, sino la urgencia de  introducir los nuevos paradigmas de violencia infringida contra las mujeres en estos nuevos teatros operacionales. Dichos paradigmas contribuyen a trascender la conocida “neutralidad de género en asuntos de seguridad”( Leone & Caballero 2021). Todo ello, no solo como víctimas colaterales sino como actoras son invisibilizadas en su capacidad de diseño y conducción de la seguridad y defensa en el país, cuya representación normalmente es muy puntual, sin autonomía  y bajo el direccionamiento masculino.

¿ Qué es lo que ocurre?

Los silencios provocados por las concepciones dominantes de la seguridad con foco en el Estado, la “fabricación” de amenazas sobre la base de la evidencia empírica, pero también de la dinámica y narrativa en la conducción política del Estado y la orientación específica en la conducción de la seguridad generan múltiples interrogantes de los alcances del Decreto Ejecutivo y su objeto clave- masculinizado- que es el control territorial y soberanía en materia de seguridad. Frente a ello  se debe considerar  la posibilidad real en torno a la estrategia de los grupos criminales (22  considerados en calidad de terroristas) “disolviendo pueblos”( (Munkler 2005) – en el caso concreto de Ecuador la población femenina- se vale de nuevas artimañas como:

  • La violación sistemática a las mujeres, de manera homogénea, sin importar, etnia, clase ni orientación sexual (interseccionalidad) como mecanismos  para el control de las poblaciones femeninas como cabezas de hogar y madres de menores y adolescentes, provocando estados de vacío de la pertenencia simbólica a diversos territorios, construyendo nuevas narrativas y  generando funcionalidades forzadas en medio de prácticas de gobernanza y soberanía criminal, donde el Estado ha quedado evaporado (entorno gaseoso);
  • Potenciales masacres en los cuerpos² construyendo analogías entre territorios y cuerpos como prácticas de dominación y ejercicio del poder masculino de la criminalidad, disciplinando no solo a las mujeres sino a todo el círculo ligado a ellas (Sonderguer 2012); incluso,  a los actores masculinos de las familias, a pesar del conocido avance en la Jurisprudencia Internacional para proteger y defender a las mujeres;
  • La “posesión” de las mujeres como formas de poseer territorio enemigo (violencia instrumental) se  ha ido convirtiendo  en objetivo estratégico del nuevo escenario bélico (Segato 2014).En el caso de Ecuador esto se explicita en una clara cartografía  demográfica y  de de sitios, poblaciones más vulnerables en lo económico, en lo social, en lo emocional para evidenciar las insignias de la victoria;
  • El tono del decreto es masculinizado  con el eje del componente militar (elementos duros), poniendo de lado los elementos blandos (relacionalidad, imaginarios, vulnerabilidad, subjetividades).Eso solo  evidencia la concepción tradicional de la seguridad; el COSEPE está conformado en su mayoría por hombres que son los “autorizados para construir” y poner en marcha decisiones incuestionables El patriarcado como opresión y también como relaciones de exclusión en la concepción doctrinaria de la amenaza y la dinámica de los actores involucrados, se muestran en la  marginalización de reflexiones sobre categorías y  causas de la vulnerabilidades y posibles soluciones que no necesariamente son violentas ( factores como las culturas de paz). De otro lado, poco o nada se reflexiona en torno a la multiplicación de tipos de violencias que no solo se asocian a la soberanía y control territorial, sino a la desinstitucionalización familiar por cooptación forzosa de las cabezas de hogar, en la legitimación de la explotación sexual,  a la configuración de redes de prostitución  adolescentes,  a la cibercriminalidad sexual a  niñas,  a la explotación de servicios domésticos para las diversas bandas. Anexar mediante violencia estructural y simbólica a un territorio evidencia llevar la delantera en un conflicto no convencional.
  • El limitado estudio e inexistencia de estadísticas de mujeres como parte de las bandas criminales transnacionales que operan en Ecuador, de los grupos mafiosos, de aquellas que prestan servicios de extorsión y sicariato, que ejecutan vacunas, que  son campanas para los controles de los aparatos de fuerza, determinan su invisibilización Estos datos deberían salir a la luz y estudiarse como parte del gran rompecabezas del conflicto crítico de seguridad actual, como un componente importante de las mujeres  en su rol de combatientes.  

¿Qué hacer?

Muchos desafíos giran en torno a esta problemática compleja, pero pueden puntualizarse de la siguiente manera:

  1. Las mujeres que trabajan en temas de seguridad integral, seguridad pública, seguridad ciudadana, defensa, inteligencia, deben familiarizarse con los presupuestos teóricos y analíticos de los estudios feministas en seguridad, ámbitos de los Estudios Críticos de la Seguridad, que permitan a expertas, analistas, y funcionarias del sector público y privado, tener claridad con los conceptos y modalidades analíticas para que sus  funciones, roles y labores de asesoramiento y gestión tengan una claridad estratégica, de anticipación. Con ello se rebasarán, las miradas cortoplacistas enfocándose en una perspectiva de género sostenible para trascender, normativas coyunturales que oscurecen las líneas prospectivas de cualquier gestión, más todavía si se trata de neutralizar un conflicto armado interno, como lo es el ecuatoriano ;
  2. Crear conciencia en el rol que tenemos las mujeres en reconocer e impregnar el enfoque de género para las tareas de gestión estratégica y asesoramiento en el diseño de políticas públicas de seguridad, defensa, inteligencia, teniendo como perspectiva que categorías tales como interseccionalidad, ética del cuidado, responsabilidad social deben ser tomadas en cuenta como eje de la mirada del colectivo de género. Esto a pesar de la evidente marginalización que en el contexto ecuatoriano ha tenido la voz de las mujeres en materias específicas de seguridad, y sobre todo del tratamiento de la violencia en el caso de conflictos de diversa índole; es decir el descuido de las violencias sexualizadas, de la descomposición familiar, de cooptación de las mujeres, de la distorsión de que cualquier violencia sexual debe quedarse en el campo de lo íntimo y no corresponde a una categoría de lo público;
  3. Las narrativas mediáticas y prácticas discursivas de las redes sociales respecto del rol de las mujeres las ha ubicado casi siempre como cajas de resonancia o de segundo nivel. Esto es producto de unas relaciones fuerza desiguales en materia de gobernanza de seguridad y defensa; el patrón patriarcal en escenas bélicas informales como las acciones violentas de los grupos criminales y la victimización del cuerpo femenino- asociado al desempeño en espacios domésticos, tareas de manutención y servicios sexuales debe ser desmantelado como un dispositivo biopolítico (control de los cuerpos, espacios y tiempos de vida) que permita la emancipación ideológica y práctica de las mujeres en estos espacios.

Bibliografía

(comp.), María Sonderguer. 2012. Violencias de género en contextos de represión política y conflictos armados. Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes.

Caballero, Mariana Leone y Sergio. 2021. «Estudios feministas de seguridad y ética del cuidado. La seguridad en Latinoamérica a raíz de la pandemia.» Urvio Revista Latinoamericana en Estudios en Seguridad (31): 43-61. doi:doi.org/10.17141/urvio.31.2021.4989.

Munkler, Herfied. 2005. Viejas y nuevas guerras: asimetría y privatización de la violencia . España: Siglo XXI de España, Editores S.A.

Segato, Rita Laura. 2014. «Las nuevas formas de guerra y el cuerpo de las mujeres.» Revista Sociedade e Estado 29 (2): 343-347.

Notas al pie

¹https://drive.google.com/file/d/1Ld1N_dVz3x5ULDN4uwtvlqDAqEMRjQLB/view

² Dependiendo las orientaciones de los brazos operativos de las grandes carteles trasnacionales 

Foto de Зображення користувача Bumblee-Dee, Composición de LCR

La opinión de la autora no compromete la posición institucional de Amassuru

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Somos una red de mujeres que trabajan temas de Seguridad y Defensa en América Latina y el Caribe (ALC), creada para promover el trabajo de las mujeres en el área, además de facilitar la visibilidad y los espacios de discusión en la región. Juntas, somos mucho más poderosas, por eso creemos que es central crear una red entre nosotras, en un área como la de seguridad, en la cual hemos sido segregadas históricamente. Somos una red independiente y apartidaria de mujeres que trabajamos en diversas áreas, incluyendo la investigación, la docencia, el trabajo directo en políticas públicas y prevención, el periodismo, las ONGs, los gobiernos nacionales y locales, así como en organizaciones internacionales y la academia, entre otras áreas. La red de Amassuru está enfocada en la seguridad en el sentido amplio, englobando temáticas de seguridad ciudadana, seguridad humana, seguridad internacional y justicia.

  

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