La gobernanza en seguridad regional: Inestabilidad estructural, emergencia de nuevos conflictos y violencias y el  aporte de algunas visiones de género en seguridad 

La configuración de escenarios heterogéneos y múltiples de dominio desordenado, que se ha dado durante los últimos diez años en la región latinoamericana, han afectado directamente la institucionalización del sector Segurida

por Maria Fernanda Noboa González

Por Maria Fernanda Noboa González

La configuración de escenarios heterogéneos y múltiples de dominio desordenado, que se ha dado durante los últimos diez años en la región latinoamericana, han afectado directamente la institucionalización del sector Seguridad, incidiendo en su calidad de gobernanza y la responsabilidad social y compromiso ético frente a la población. Con particularidades y dinámicas específicas en cada país, sin embargo, la región ha recibido un sacudón tanto por la emergencia de nuevas dinámicas de conflictividad (híbridas, asimétricas, azarosas),  como por  la multiplicación exponencial de distintas violencias que mutan rápidamente, la trasgresión provocada por nuevos actores que actúan de manera sorpresiva y contundente.

Todo ello ha delineado un panorama complejo con incertidumbre estructural, matizado por la transición: de lo sólido -propio del pensamiento cartesiano-, a lo líquido, relacionado con el desarrollo de la tecnología de redes-, cuyo desarrollo ha dado paso a la sociedad gaseosa asociada al recambio de referentes y paradigmas, sociedad en la cual reina “el vacío, la intrascendencia, lo voluble y lo trivial” (Royo, 2017). Esto ha matizado un panorama complejo con factores de imprevisibilidad que dificultan la comprensión cabal de las coyunturas en diversos ámbitos de la gobernabilidad, pero también repercutiendo negativamente en una mirada prospectiva del futuro deseado, aquel que todos los países de la región desearían construir. Esto se vincula con el planteamiento de que deberían considerarse potenciales imágenes de futuro, como activos estratégicos del presente, como posibles, probables y preferibles (Peñuelas, 2021). 

En tal sentido, dichas mutaciones constantes y la disrupción  hacen que planeadores (as), decisores (as), y conductores/as del Estado y de la política pública en diversos campos, y particularmente en la seguridad se sientan vulnerables en medio de un juego que no es ya lineal y que exige nuevas herramientas de conocimiento, metodológicas y de gestión para actuar estratégicamente en entornos de violentos y de elevada inseguridad.

En medio de ello se presentan  variables sociales, económicas, políticas, culturales, de género que aparecen entrelazadas en un juego de arenas movedizas; por tal motivo, se abre un espacio de inestabilidad con reglas internas borrosas y difusas para el logro de una intervención efectiva frente a los actores criminales, con dinámicas y narrativas difíciles de prever. Asimismo, se derivan encrucijadas y obstáculos que afectan la toma de decisiones anticipadas y oportunas, y, por tanto, se dificulta captar con claridad patrones de transformación, narrativas, y lógicas de los actores al margen de la  ley, sean de tipo mafioso, redes criminales, delincuencia que inciden en cada uno de nuestros países y que minan la resiliencia del Estado hacia procesos de criminalización, de ingobernabilidad, de narcopolitización. 

Frente a ello surge la interrogante ¿en qué pueden aportar algunos de los preceptos clave de las visiones feministas en seguridad? Reconociendo que a pesar de la existencia de múltiples corrientes y desarrollos teóricos, parecen existir muchos puntos de acuerdo que podrían incorporarse en los debates teóricos, pero sobre todo en la capacidad del diseño concreto, y pragmático  de políticas públicas, su control y evaluación. Desarrollar la capacidad para asumir posiciones alternativas, incursionar en nuevos territorios creando nuevos estados posibles al futuro. 

Los puntos destacables y convergentes derivados de los estudios feministas en seguridad son:

1.- Posiciones alternativas en las conceptualizaciones de criminalidad organizada, ampliación de tipos de violencias, dispositivos de discursos, que enfatizan el componente de derechos humanos, y la recuperación de la subjetividad y la  condición emocional de quienes planifican la seguridad;

  1. Trascendencia en la mirada estratégica que toma en cuenta percepciones, creencias, intuiciones y expectativas como componentes clave en el diseño de políticas públicas en seguridad; la fragmentación entre lo objetivo y subjetivo queda superada hacia prácticas de integración; 
  2. Conciencia de que cada uno enfrenta la definición de los acontecimientos y que los hechos  permiten ampliar las experiencias subjetivas que inciden en la transformación de las fronteras de nuestras percepciones; por ende, definir y conceptualizar lo que vivimos no tiene una única versión, sino es producto de consensos y trabajos participativos; esto desde la consideración de que una de las prácticas en el ejercicio del poder es el discurso y, consecuentemente, el marco de las conceptualizaciones de las amenazas y sus efectos transversalizan múltiples miradas, por ende no existen conceptos esculpidos en piedra;
  3. La intensidad de los cambios en los escenarios de la seguridad implica una afectación en normas, hábitos, reglas que siguen patrones del pasado que deberían ser entendidos para la maniobra del presente hacia los futuros que se buscan. No hay versiones únicas. Cada Estado comprende, construye y diseña sus políticas públicas de manera diferencial; no obstante, la mirada feminista se ancla en la responsabilidad social y el compromiso ético de buscar  futuros con responsabilidad inter y transgeneracional;
  4. El alcance de los objetivos de seguridad apuesta por una visión correspondiente a los agentes sociales de comunidad, no solo por el ejercicio de poder de las élites. Esto requiere del manejo participativo y consensuado para la construcción de las estrategias que operativicen la conducción de la seguridad, que ponga acento en aspectos relacionales entre actores. Asimismo, es  necesario poner sobre el tapete la discusión  en torno a la construcción de identidades (Smith, 2006: 39) y el debate  de los procesos de educación en materia de seguridad y derechos humanos, investigación para la paz y feminismo.
  5. Los debates de género y seguridad son co- constitutivos  y apuntan a una comprensión más amplia y múltiple de los conflictos, las amenazas, las acciones violentas en contextos volátiles y disruptivos y buscan descolonizar maneras privilegiadas de planificar y gestionar la seguridad de los Estados, territorios.
    Algunas reflexionesEl pensamiento estratégico y la producción de conocimiento para la conducción de la seguridad integral, más allá de las discusiones plasmadas en el avance de la literatura de las diversas disciplinas y campos, debe materializarse en acciones concretas.Es imprescindible contar con conceptos claros que permitan adecuarlos en estrategias y territorios de intervención adecuados, evaluando la necesidad de construir modelos de organización para la gobernanza en la seguridad, que no sean obsoletos, y que direccionen el modo adecuado  los cambios necesarios en la institucionalidad, estructura y procesos  que sean sinérgicos con las demandas ciudadanas.Apostar por sistemas anticipatorios y efectivos está conectado con el desafiar la mirada, mediante perspectivas inspiradoras “ las personas transformadoras abordan el presente desde una perspectiva inspiradora, no ceden a los condicionamientos del pasado. La visión amplía el espacio y abre los límites del tiempo” (  Manucci, 2021: 64). Paralelamente con la existencia de estructuras y sistemas institucionalizados y modernos de inteligencia, anticipación continua y vigilancia prospectiva.

    La incorporación del género no solo en el debate teórico, sino en la práctica concreta del diseño de políticas públicas en seguridad desmitifican las posturas androcéntricas de la seguridad, desbrozan en medio de un camino patriarcal nuevas lucen para la conducción de la seguridad, mediante rupturas epistemológicas y paradigmáticas, a la par que la inclusión de perspectivas antropocéntricas. Esto es posibe mediante el ejercicio de prácticas concretas para lidiar con las paradojas, el desconcierto y disfuncionalidades generados por entornos operacionales volátiles y poco convencionales. Todo ello exige de liderazgos transformacionales y ejemplificadores que abran nuevos caminos más allá de lo convencional y perfilen narrativas que logren enganchar con el sentir y las necesidades de seguridad, pero principalmente emocionales y de protección que requiren los ciudadanos de nuestros países.

    Biografía

    Inayatullah, S. (2021, abril 21). Sohail Inayatullah: el futuro es un activo del presente. (I. Peñuelas, Interviewer) España: Revista Filosofia& co.

    Manucci, M. (2021). El juego de la incertidumbre . Librería del Congreso.

Foto de VioletaStoimenova desde Getty Images. Composición LCR

La opinión de la autora no compromete la posición institucional de Amassuru

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Somos una red de mujeres que trabajan temas de Seguridad y Defensa en América Latina y el Caribe (ALC), creada para promover el trabajo de las mujeres en el área, además de facilitar la visibilidad y los espacios de discusión en la región. Juntas, somos mucho más poderosas, por eso creemos que es central crear una red entre nosotras, en un área como la de seguridad, en la cual hemos sido segregadas históricamente. Somos una red independiente y apartidaria de mujeres que trabajamos en diversas áreas, incluyendo la investigación, la docencia, el trabajo directo en políticas públicas y prevención, el periodismo, las ONGs, los gobiernos nacionales y locales, así como en organizaciones internacionales y la academia, entre otras áreas. La red de Amassuru está enfocada en la seguridad en el sentido amplio, englobando temáticas de seguridad ciudadana, seguridad humana, seguridad internacional y justicia.

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