Caso Ecuador: al centro del mundo y del escándalo político internacional

El pasado 20 de agosto, el Ecuador vivió una jornada electoral extraordinaria en donde se habría de elegir la presidencia, la vicepresidencia y la Asamblea Nacional (Poder Legislativo). Calificamos estos comicios como ‘extraordinarios’ no por haber sido una jornada 100% democrática, con alta participación del electorado, segura y sin ninguna crisis política interna; sino por absolutamente, todo lo contrario

por Sandra Verónica Rivera Ramírez

Por Verónica Rivera

El pasado 20 de agosto, el Ecuador vivió una jornada electoral extraordinaria en donde se habría de elegir la presidencia, la vicepresidencia y la Asamblea Nacional (Poder Legislativo). Calificamos estos comicios como ‘extraordinarios’ no por haber sido una jornada 100% democrática, con alta participación del electorado, segura y sin ninguna crisis política interna; sino por absolutamente, todo lo contrario.

Estas elecciones fueron convocadas por el Consejo Nacional Electoral hace un par de meses, debido a que el 17 de mayo de este año, el actual Presidente, Guillermo Lasso, ordenó la disolución de la Asamblea Nacional. Pero antes de llegar a temas más escabrosos, nos pondremos en contexto para entender la importancia de lo que está pasando en la latitud cero de este planeta.

El sistema electoral de la República del Ecuador es pluripartidista, contando en la última Asamblea Nacional la representación de más de 10 partidos políticos que se reparten las 137 curules. Además, tanto la presidencia como la vicepresidencia de aquel país se eligen por voto directo para ocupar los puestos durante un periodo de cuatro años y con derecho de reelección por cuatro años más. Además, para declarar a un ganador, es necesario que cumpla con más del 40% del total de votos computados y tener una diferencia de al menos 10% con el segundo lugar; de lo contrario, se tendrá una segunda vuelta.

Sin embargo, la Constitución del Ecuador contiene una figura bastante digna de análisis llamada “muerte cruzada” y sustentada en su artículo 148, en donde el Presidente en turno puede disolver al Poder Legislativo  y convocar a nuevas elecciones, siempre y cuando sea como límite, un año antes de la conclusión de su periodo. Pero para hacerlo aún más emocionante, no solo la Asamblea termina sus funciones, sino también el Presidente. ¿Complejo? Totalmente. ¿Solo el Presidente puede hacerlo? No. Pues para que agarre más sabor el caldo resulta que el artículo 130 le da la facultad a la Asamblea Nacional de hacer lo mismo hacia el Presidente. Pero cual juego de ajedrez, solo un movimiento por jugada. En este caso, solo una vez por periodo.

Ahora bien, con este contexto, podemos analizar tres vertientes que colocan al Ecuador no solo al centro del mundo, sino  también al centro del análisis político internacional y regional.

  1. Las y los presidenciables. Fueron ocho personas que contendieron el pasado 20 de agosto. Para efectos prácticos en este artículo, centraremos nuestra atención únicamente en tres de ellos: Luisa González, única mujer en esta lista y representante del partido Revolución Ciudadana, con ideología de izquierda y partido que es abiertamente correista. Lo que significa que está apoyado por el ex presidente Rafael Correa, mismo que se mantuvo 10 años en el poder (2007 – 2017) y que vive asilado político en Bélgica con viajes recurrentes a… ¡adivinó usted bien! a la Ciudad de México. Luisa González es la primera mujer del Ecuador en ganar la primera vuelta con un total de 33% de los votos y además, durante el tiempo de campaña, lideró las encuestas como la gran favorita, a pesar de las críticas por la incongruencia de sus propuestas. El segundo candidato que analizaremos se llama Daniel Noboa, quien para sorpresa de muchos analistas, resultó el segundo favorito alcanzando un 24% de la preferencia electoral. Noboa ha sido criticado por ser hijo de un magnate y apoyado por la congruencia en sus propuestas, sobre todo en lo que respecta a empleo y seguridad. El tercer candidato y la seguridad, nos llevan al siguiente punto.
  2. No es desconocido para nadie que la violencia y la inseguridad en toda América Latina son fenómenos que no parecen tener fin y que por el contrario, cada día recrudecen y afectan más la vida de las personas. Tampoco es desconocido para nadie que el 9 de agosto en Quito, Fernando Villavicencio, candidato a la presidencia de Ecuador, perdió la vida en un magnicidio al salir de un evento de campaña. Si bien el periodista Villavicencio no figuraba entre los tres favoritos de las encuestas, sí fue reconocido y alcanzó popularidad por haber realizado varias investigaciones y acusaciones directas contra el ex presidente Rafael Correa, mismas investigaciones que permitieron sustentar los juicios por corrupción contra el mandatario durante su largo periodo en el poder. ¿Coincidencia? Júzguelo usted misma.

A esta trama, le agregamos el toque mexicano, pues días antes del atentado, Villavicencio ya había denunciado amenazas de muerte por parte de células del crimen organizado establecidas en Ecuador pero dirigidas por el Cartel de Sinaloa. ¿Y cómo no? Si dentro de las principales propuestas de Fernando Villavicencio era acabar con la corrupción creada por las mafias del narco estado.

  1. Con tres disparos en la cabeza, el Ecuador nos recordó la –anti- democratización de los procesos electorales en América Latina. Así mismo nos recuerda la preocupación que debemos tener con la radicalización de ideologías partidistas que están llegando al poder en los distintos gobiernos de América Latina, región que además, está iniciando la renovación de dichos gobiernos.

El caso en Ecuador no se aleja de la realidad que vivimos en México y es por tal motivo que debemos prestar más atención. Si bien es cierto que en la historia de nuestro país ya existió un fenómeno similar, no debemos bajar la guardia como ciudadanía crítica. Tanto los comicios electorales internos de los partidos políticos, la inseguridad y la violencia que azota todas las esferas de la sociedad, la ausencia de autoridad electoral por la ignorancia institucional y los caprichos personales y claro, los casos de corrupción de más y más personas en los puestos de toma de decisiones son solo algunos de los factores que elevarán los niveles de tensión para el próximo 2024.

Finalmente, desde la Costilla Rota aplaudimos la candidatura de Luisa González, que probablemente pueda ser la primera mujer en ocupar el cargo de presidenta de la República del Ecuador por voto directo. Si bien no coincidimos con todas sus propuestas, confiamos en la comunidad feminista ecuatoriana que habrá de mantenerse firme para lograr una agenda pública para todas y todos. Desde aquí estaremos observando y generando opinión crítica y objetiva de los procesos que se vienen para la región latinoamericana, pues no cabe duda que en una región tan compleja y tan desigual, no dejaremos el poder a unos cuantos.

¡Qué gusto estar de vuelta, nos leemos pronto!

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