Barbie ¿feminista?

Dirigida por Greta Gerwig, ha roto muchísimos récords en taquillas posicionándose como la película del verano, creando muchísima expectativa y conversaciones en torno a lo que podríamos esperar del resultado final

por Arussi Unda

Por Arussi Unda

Barbie, dirigida por Greta Gerwig, ha roto muchísimos récords en taquillas posicionándose como la película del verano. Desde el primer vistazo a lo que sería la película con la imagen de Margot Robbie y Ryan Gosling caracterizados en patines, creó muchísima expectativa y conversaciones en torno a lo que podríamos esperar del resultado final.

Recuerdo en la primer década del 2000, cuando en Mtv veíamos videos como “Take a look around” de Limp Bizkit siendo parte de la banda sonora de Mission Impossible 2, “Die another day” de Madonna para la película del mismo nombre o “Work it out” de Beyoncé para Austin Powers: Goldmember. Algo que parece tan irrelevante tenía fácilmente unos quince años sin ser ejecutado: Las y los cantantes del momento haciendo canciones para que fueran parte de una historia cinematográfica, con video musical alusivo, apariciones en la película y siendo la lista de talentos tan nutrida que se podía hacer la compilación para lo que en ese entonces era un disco (hoy una lista de reproducción) con una banda sonora exclusiva de la película. Barbie lo retomó.

Y es que el diablo está en los detalles, en ese sentido la película superó cualquier expectativa en producción, edición, soundtrack, reparto, actuaciones, escenografía, vestuario… mucho se ha escrito, hablado y posteado sobre ese cuidado a los detalles que inmediatamente fueron notados y crearon conversación desde que salió el primer trailer y vimos cómo los pies de Margot Robbie quedaban en puntas cuando se quitaba las zapatillas, como los característicos pies de la muñeca a la que interpreta.

He leído muchísimos puntos de vista e interpretaciones de la película –para bien y para mal- en redes sociales y distintas plataformas, normalmente desde perspectivas liberales, conservadoras o simplemente de reseñas de películas y por eso decidí unirme al mar de opiniones no solicitadas pero desde una perspectiva feminista.

Barbie no es feminista pero…

El principio de la película nos expone una situación que requiere de contexto histórico, que refiere a la socialización de las mujeres desde niñas a través de los roles de género impuestos no tan sutilmente a través de los juguetes. Es verdad que antes de Barbie las muñecas se limitaban a poner en las manos (y las mentes) de las niñas el rol de la crianza como un fin. Bebés, cocinitas y artículos de limpieza llenaron los cuartos de millones de niñas alrededor del mundo y no existían muchas más opciones.

«A las niñas les enseñan a tener miedo a todo, excepto al trabajo doméstico y a tener bebés.»
– Andrea Dworkin (Nuestra sangre, 1981)

La formación política feminista nos permite, a través de su estudio, reconocer qué es y qué no es el feminismo. Bajo esta premisa es evidente decir que una muñeca no es feminista, ninguna, dado que el feminismo es un movimiento social y político con historia, teoría y agenda que busca la liberación de las mujeres del sistema patriarcal. Sin embargo, tomando en cuenta el contexto sociopolítico de la primera aparición de Barbie y el desarrollo de su personaje, sí me atrevería a calificarlo de disruptivo e incluso bastante adelantado a su época.

Fue en 1959 que se presenta al mercado esa muñeca con una propuesta distinta, que no tenía como fin ningún rol de crianza o cuidados a terceros, sino un mensaje con una clara intención aspiracional de autonomía femenina para las niñas. Tenía casas, carros, motos, barcos, aviones o lo que te pudieras imaginar y podía ejercer básicamente cualquier carrera existente; bebés y matrimonio no incluidos.

Solo cuatro años después, Betty Friedan publicaría el libro “La mística de la feminidad”, que documenta y analiza la despersonalización de las mujeres de los suburbios de Estados Unidos en los años 50’s, al momento que los hombres regresan de sus cuarteles al terminar la Segunda Guerra Mundial y después de adquirir el derecho al voto, a la educación y haber accedido a la fuerza laboral por la baja de hombres enrolados en el ejército.

Al resultado de esa despersonalización, Friedan le llamó «la enfermedad sin nombre», una que incluso décadas después sigue siendo retratada como un arquetipo de las mujeres de clase media de la época en series como That’s 70’s Show o Mad Man, donde personifican el papel de esas amas de casa con un claro cuadro de depresión profunda, problemas con la bebida y/o dependencia a medicamentos como pastillas para dormir, ansiolíticos o antidepresivos. Esto no es casualidad ni para darle dimensión a un personaje ficticio, Friedan lo expuso en su libro, era la norma.

«Cuando (la mujer) hacía las camas, la compra, (…) comía sandwiches de crema de cacahuate con sus hijos (…) y se acostaba junto a su esposo todas las noches, le daba miedo hacer -incluso hacerse a sí misma- la pregunta nunca pronunciada: ¿Es esto todo?»
– Betty Friedan (La mística de la feminidad, 1963)

Barbieland vs el mundo real

Barbieland es presentada como la utopía bajo la narrativa de Barbie, ellas piensan que el trabajo ya está hecho. «Barbie es todas las mujeres y todas las mujeres son Barbie» y en ese sentido, suponen que su contribución al inspirar a niñas alrededor del mundo a «ser lo que quieran ser» ha resultado en su liberación. Aquí me parece importante echar a volar la imaginación para comprender Barbieland y así saber que la lógica en la historia de la película es bajo el entendimiento de que para ellas no existe ni ha existido nunca el patriarcado, pues son ellas quienes han creado la sociedad como la conocen y son quienes la dirigen desde todas sus áreas, desde siempre.

El mundo real es tema aparte y se plasma perfectamente en esos muchísimos pequeños pero significativos detalles que construyen esta sátira al sistema patriarcal que la película expone. Como cuando Barbie busca “energía femenina” en una construcción (que sabemos es un espacio completamente dominado por hombres en el mundo real), cuando supone que un grupo de mujeres en un espectacular son las miembros de la Suprema Corte porque no conoce -y por lo tanto no entiende- que son participantes de un concurso de belleza (cosa que no existe en Barbieland) o cuando dice sentir la atención de las personas con un ‘undertone’ violento que la hace sentir insegura de sí misma y de su entorno, haciendo un marcado contraste en cómo Ken siente la atención de las mismas personas que les rodean, observan e interactúan con ambos.

Lo que se pretende mostrar es el choque político, cultural y social que experimenta Barbie, quien hasta ese momento pensaba que el mundo real era igual que Barbieland, que las mujeres ocupaban el mismo lugar que las Barbies habían construido en su sociedad, sin tener precedente alguno de lo que es la realidad y hasta esperando ser recibida como heroína por pensarse el pilar de la liberación de las mujeres; aunado a experimentar por primera vez emociones humanas como la ansiedad, el miedo, la tristeza o la frustración sin entender qué siente, por qué lo siente y lo qué está pasando, siendo por primera vez una mujer inmersa en un mundo patriarcal, sumado a su crisis existencial al atestiguar que el propósito de su existencia, que creía cumplido (mujeres y niñas libres), nunca se logró.

Ken y el patriarcado

Si bien ya hablé un poco de cómo Ken empezó a sentirse realmente cómodo y acogido en el mundo real, me pareció muy inteligente la forma en que se aborda su descubrimiento de lo que es el patriarcado.

Volviendo a “La mística de la feminidad” de Friedan, Barbieland para Ken es esa vida de despersonalización y ausencia de propósito más allá de existir en relación a un tercero, en este caso no es un esposo quien lo pone en esa situación, sino Barbie. No sé si Gerwig lo haya hecho a propósito o yo le esté dando este sentido, pero me pareció que existe ese guiño a Friedan, así como existe un guiño a Gerda Lerner cuando Ken toma de la biblioteca de la escuela su libro, “La creación del patriarcado”, en su fascinación de comprender este nuevo sistema que lo pone en una posición sociopolítica que jamás había imaginado.

Mientras Barbie descubre que el mundo real es uno donde las mujeres son relegadas a la otredad, cosificadas, no tienen ningún poder y experimenta cómo todo esto merma en sus sentires, pensares y actuares, con Ken ocurre lo mismo pero a la inversa. El mismo contraste que existe entre Barbieland y el mundo real es el que proyectan Barbie y Ken dependiendo en dónde están; es mostrar el mundo visto a través de los ojos de los hombres y las mujeres imaginando que no existiera el patriarcado o imaginando que nos está atravesando por primera vez.

La mujer que conoce y vive el sistema patriarcal

America Ferrera hace el papel de Gloria, la madre de Sasha, una chica que está entrando a la adolescencia y carga con todas las problemáticas propias de la edad, pero principalmente del contexto actual. Madre e hija no tienen buena relación y en la primera interacción entre Sasha y Barbie, podemos ver una pequeña y sutil crítica de la juventud contemporánea que, bajo postulados políticos de tendencia y muy a modo, justifica su crueldad hacia terceros, su egolatría y su profundo individualismo. En este sentido aprecié el detallazo de que llamara a Barbie «fascista» o que cuando le decía a su mamá que Barbie era una “mujer loca” se corrigiera a sí misma renombrándola como «neurodivergente». Del personaje de Ferrera quisiera hablar un poquito más.

Sin faltar al cuidado en los detalles que he repetido sin cansarme, el que los problemas de Barbie estén vinculados con Gloria es muy inteligente, no tendría sentido si fuera de otra forma. Las nuevas generaciones de niñas, -y tiene que decirse- no crecieron con Barbie y esto también explica por qué el mensaje de la película está dirigido a un público en general, sí, pero principalmente a una audiencia en particular. Esa que se emocionó, empezó a publicar en redes invitaciones par recordar su primera Barbie o compartir fotos de la que fue su favorita y se organizaron para vestir de rosa en el estreno y compartir su emoción con sus hijas o sus sobrinas: Las mujeres como Gloria. Ella es el personaje conductor y conector de la historia. «Barbie es todas las mujeres y todas las mujeres son Barbie», por eso Barbie empieza a sufrir, por lo que Gloria sufre -primordialmente- a causa del sistema patriarcal.

La preocupación por la celulitis (juventud y belleza), los pensamientos sobre la muerte, la depresión, la ansiedad, el miedo, el sentimiento de insuficiencia y las inseguridades que siente Barbie, se las proyecta Gloria como una mujer en sus treinta y tantos, siendo madre de una jovencita algo hostil y problemática con la que no conecta, un trabajo donde se siente infravalorada y donde no explota su potencial creativo y en un matrimonio donde su esposo claramente vive en otro planeta. Por esto también es brillante que, siguiendo la narrativa del espejeo entre ambas, al una fortalecer a la otra, termine fortaleciéndole a ella misma y por eso se anime a proponerle a su jefe una de esas ideas que por mucho tiempo no se atrevía a sugerir. Yendo todavía más allá, puedo asegurar que no se limita a exponerlo específicamente como una interacción entre Gloria y Barbie, sino de mandar el mensaje de colectivizar lo que nos parecen problemáticas que nos atraviesan en lo individual, porque eso es el feminismo. Gloria es una mujer bajita, de talla mediana, latina, de clase trabajadora y madre, aún con todas las diferencias que pudieran existir entre ella y Barbie, conectaron cuando el mundo real las atraviesa porque ambas son mujeres.

«Hay que separarlas de su Ken para que escuchen esto que acabas de decir»

Cuando Ken descubre “las maravillas” del patriarcado, decide abandonar a Barbie mientras es capturada por los agentes de Mattel y regresar a Barbieland para cambiar el orden de las cosas, así aprovecha su ausencia para organizar a los otros Kens e instaurar el sistema patriarcal y lo logra, pero para hacerlo debe convencer a las Barbies de participar en las nuevas mecánicas del sistema que los beneficia. Este “lavado de cerebro” que los hombres deben hacerle a las mujeres para que su prioridad sean ellos y así puedan ejercer poder y control sobre todo (empezando por ellas) es expuesto incluso en la canción que les cantan alrededor de la fogata en la playa de Barbieland y también es narrado en la novela de Margaret Atwood, “El cuento de la criada”, donde en la planeación de la República de Gillead, los hombres reconocen que de no contar con la subordinación y obediencia de las mujeres, no se podrá consolidar el proyecto de la nueva nación en donde ellos imperen.

Barbie se da cuenta que el malestar de Gloria (y por lo tanto el suyo) reside en el sistema patriarcal y por eso le parece lógico llevarla a Barbieland, donde ese problema no existe, pero al llegar, se da cuenta de que Ken ya había empezado a consolidar el patriarcado en su sociedad con ayuda de los otros Kens y como dije antes, a través del sometimiento de las Barbies, que fueron convencidas de que un rol más “apropiado, tranquilo y sencillo” para ellas era simplemente servirles a ellos; pero existe un bloque disidente que busca la forma de que este nuevo orden no se perpetúe encabezado por la Barbie rarita, que intenta hacer recordar a las Barbies quiénes son, sus logros y sus capacidades.

Gloria da un discurso a ese bloque disidente donde critica lo difíciles y contradictorias que son las “reglas” de ser mujer bajo el patriarcado y logra quitar el “lavado de cerebro” de una Barbie, por lo que determinan que deben incidir una por una, separándolas de su Ken para que Gloria pueda extender en ellas ese discurso y así recuperarlas a todas. Imposible no pensar en la organización política feminista, el separatismo y la socialización de la teoría como herramientas para la liberación de las mujeres. A mí me quedó claro.

¿Y todo vuelve a la normalidad?

Al final no todo vuelve a la normalidad, aunque sí un poco, porque si bien la Barbie presidenta comenta que Barbieland no puede seguir ignorando el rol que los Kens ocupan en su sociedad y sus insatisfacciones, de nuevo hay un detalle importante cuando estos piden ser parte de la Suprema Corte y se les responde que empezarán en cargos inferiores para ir subiendo y así algún día lleguen a los puestos que las mujeres tienen en el mundo real. Esto comunica que Barbieland sigue siendo un mundo donde el patriarcado sigue sin echar raíz y que, si este final donde los Kens todavía no alcanzan la equidad con las Barbies deja insatisfecha a alguna parte de la audiencia, se llegue a comprender que para las mujeres ese modelo es el mundo real.

Además, Barbie tiene que mostrar la socialización femenina recientemente adquirida al sentir culpa por rechazar a Ken y preocupación por hacerlo sentir mal, aún cuando la abandonó, le quitó su casa, coaccionó a todas las Barbies a su sometimiento y pretendía destruir Barbieland; detallitos que Gloria debe recordarle como refuerzo para seguir con el plan y recuperar la sociedad de mujeres que habían construido. Aún así Barbie es dulce con él y comprende de dónde surge la insatisfacción que inicialmente lo motiva a ver en el patriarcado un modelo ideal para que él y los suyos adquieran el poder que nunca han tenido.

Como comentario obligatorio, quisiera puntualizar que Barbieland no supone un “lo mismo pero al revés” del mundo real, ni se asemeja en lo absoluto a lo que Ken pretendía hacer, tampoco es (como he leído) un matriarcado, ya que la insatisfacción de los Kens no se sostiene de otra cosa que no sea el hecho de que para las Barbies y la sociedad que han construido son irrelevantes. No son explotados, no son tratados como mano de obra gratuita, no necesitan de sus cuidados, no les interesa someterlos de ninguna forma, no mueven la economía ni a la sociedad como se conoce… vamos, que a las Barbies ni les interesan las funciones sexuales que pudieran tener. El contraste se limita simple y sencillamente en la existencia e inexistencia del patriarcado y nada más.

«La falacia androcéntrica, elaborada en todas las construcciones mentales de la civilización patriarcal no puede ser rectificada ‘añadiendo’ simplemente a las mujeres.»
– Gerda Lerner (La creación del patriarcado, 1986)

Los claroscuros

Absolutamente todo tiene sus claroscuros: Desde Barbie, que si bien es innegable su contribución en imaginar realidades distintas para las niñas, también impuso estándares de belleza inalcazables para las mujeres que fueron muy dañinos y creo que la película lo aborda al dar a entender que Barbie no entiende ni conoce esos estándares (de nuevo, nótese su reacción al espectacular del certamen de belleza); hasta la misma Friedan que he mencionado anteriormente, que si bien fue de las primeras voces en problematizar la explotación de las mujeres y sus consecuencias en el espacio privado, también fue pilar de lo que hoy conocemos como feminismo liberal con todo y sus postulados lesbomisóginos. Esto por no querer ahondar en la máquina capitalista -y por ende patriarcal- que es Mattel y que también cuenta con su sutil crítica en la película a través de las menciones sobre las ganancias que hacen los ejecutivos o al exponer que solo ha sido dirigido por hombres.

Como he dicho anteriormente, hay que situarse en el contexto que la película narra sobre estos dos mundos y sus múltiples contrastes, echar a volar la imaginación, poner mucha atención en los detalles, apreciar la complejidad de cada personaje donde se aprecia que no existan héroes ni villanos y así tener una lectura más amplia de una película –que para ser hollywoodense- me parece más profunda de lo que pude imaginar e independientemente de eso, bien lograda y muy entretenida. Del mismo modo, para hacer un análisis que dé más tela de dónde cortar en este y todos los temas, tenemos que situarnos en los contextos sociales, geográficos, históricos y políticos del mundo real, no hacer de quienes son parte de la historia personajes caricaturezcos y bidimensionales y desde el feminismo, contrastar nuestra realidad con otras realidades partiendo, como mujeres, de la experiencia universal compartida: Ser mujeres.

Foto Captura de Pantalla desde Twitter

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