Por Verónica Rivera
¡Qué gusto saldarles! El 2023 inició con situaciones complejas tanto en México como en la comunidad internacional que son dignas de analizar. En estas líneas podremos encontrar los eventos que ya están previstos para este año que inicia y por supuesto aquellas situaciones que, desde el análisis del último trimestre del 2022, pueden suceder en el entorno geopolítico.
Como es bien sabido, el ‘22 estuvo marcado por el conflicto entre Rusia y Ucrania, mismo que parece no tener soluciones diplomáticas a corto plazo y que ha dejado muchas consecuencias económicas: las variaciones en el precio de las materias primas, cadenas de suministro globales cada vez más afectadas y lentas y que, cual efecto dominó, se vio reflejado en una alza inflacionaria generalizada en todo el mundo. Claro, tampoco podemos dejar de lado el crecimiento en los precios de las energías (gas y petróleo) que también están causando un duro golpe en las economías globales. Esta situación se puede traducir a lo que se conoce como una desaceleración, es decir: la economía va a ser menos dinámica, varios países no van a poder crecer dada la falta de competencia internacional y las grandes economías no van a presentar los mismos puntos porcentuales de crecimiento. En pocas palabras y para quienes somos de a pie: con lo que traemos en los bolsillos, cada vez nos va a alcanzar para menos. El panorama económico del 2023 pondrá a prueba muchos proyectos políticos. De entrada, la lucha constante por el liderazgo global entre China y Estados Unidos se encuentra en una extraña pausa, pues las protestas sociales por la política de COVID cero en el gigante asiático han provocado una mala percepción a nivel internacional. Mientras que nuestro vecino país del norte se encuentra ocupado tratando de resolver su crisis política.
En Europa, por ejemplo, con el gélido invierno que están viviendo, pudimos observar diversas movilizaciones sociales en contra de los gobiernos de Grecia, Austria, Alemania, República Checa y por supuesto Reino Unido, pues las personas ya no cuentan con los mismos apoyos institucionales para costear la calidad de vida, sino que además el precio de ésta se ha elevado, como seguramente lo seguirán haciendo las manifestaciones.
Por su parte, en Oriente Medio podremos observar de nueva cuenta una serie de protestas similares a las primaveras árabes en contra de los regímenes actuales. Como claro ejemplo tendremos a Irán, que tras las movilizaciones que iniciaron por el asesinato de la joven Mahsa Amini, el país y su gobierno no han podido resolver; sino que por el contrario y afortunadamente, el sector joven de aquel país y la prensa internacional, continúan ejerciendo tal presión que sin duda, han fortalecido la lucha por los derechos de las mujeres en esa latitud del globo terráqueo. Ahora bien, hablando de latitudes, nos trasladamos a un territorio más cercano y que también debemos considerar: la gran América Latina. Lo que hemos vivido en los últimos años, sin duda ha cambiado el rumbo de la región, pues dadas las condiciones económicas y las grandes brechas de desigualdad, el descontento y la polarización de la sociedad se hacen cada vez más presentes. El malestar generalizado y la poca –o nula- respuesta de los gobiernos, han provocado el surgimiento de grupos radicales y de gobiernos populistas que no logran resolver los problemas de fondo y que tampoco logran atender –ni entender- las necesidades básicas de la población: acceso a la canasta básica, educación, salud, trabajo y seguridad. Gobiernos cuyos principales promotores se encuentran en juicios por corrupción, como el caso de Cristina Fernández en Argentina, el regreso de Lula da Silva, que tras haber estado en la cárcel vuelve a ocupar una silla marcada por el conservadurismo de Bolsonaro en Brasil, o crisis institucionales como el fallido golpe de estado de Pedro Castillo en Perú, son el punto de partida para una racha de elecciones presidenciales en Ecuador y Argentina, previstas para marzo y octubre, respectivamente.
Para continuar, permítame informarle que hoy por hoy tenemos 12 gobiernos de izquierda en la región latinoamericana, que si bien cada uno cuenta con diversos matices, esta situación puede posicionar a México como líder ideológico de la región. En efecto, únicamente líder ideológico, pues pensar en un liderazgo económico nos lleva a reflexionar en que no tenemos la estructura necesaria y mucho menos, viable para lograrlo. Y ya para terminar, llegamos por fin a México. Nuestro país inició con buenas y malas noticias, pues desde la perspectiva de esta autora, celebramos la llegada de la Ministra Norma Lucía Piña Hernández a la Presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, pues esta situación implica una luz de esperanza para que las mujeres en puestos de toma de decisiones impulsen cada vez más la agenda feminista desde las altas esferas del poder. Sin embargo, la violencia en nuestro país no cesa y por el contrario, la detención de Ovidio, hijo del “Chapo” Guzmán, tendrá consecuencias graves, al grado de que presenciamos una nueva versión del llamado Culiacanazo y seguramente haremos de vivir, nuevamente, una disputa entre los cárteles del narcotráfico. Si bien esta detención puede leerse desde la perspectiva de “ofrenda” ante la próxima Cumbre de Líderes de Norteamérica, queda claro que las estrategias contra las células delictivas no están pensadas para la protección de la sociedad. Después de este poco alentador panorama, le pido a usted, apreciable lectora, que aceptemos el reto de no perder el rumbo de la comunidad internacional y que mantengamos –de alguna u otra manera- la esperanza de que las cosas se pueden corregir. Pues al menos, desde el espacio de La Costilla Rota, seguiremos escribiendo de manera disidente, con visión feminista, con causa disruptiva y con el amor de la sororidad para avanzar hacia una nueva perspectiva: LA NUESTRA. ¡Acá nos leemos!
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