Por: Verónica Rivera
El 7 de agosto será una fecha histórica para la hermana República de Colombia. Ese día se instalará en el poder la dupla que conforma el Pacto Histórico, encabezada por Gustavo Petro y Francia Márquez. Más de 200 años de historia republicana cambiaron el pasado 19 de junio para esta nación y es que, nunca antes en Colombia se había elegido a un gobierno de izquierda, un gobierno autonombrado<<progresista>>.
Entre la alegría del pueblo, la euforia, los cánticos, las batucadas, los abrazos y las banderas ondeantes; la alternancia en el poder llegó a este país sudamericano, con la promesa de buscar paz, justicia social y justicia ambiental; pilares en los que, según las palabras en el discurso de triunfo del ahora Presidente electo, basará su gobierno para devolverle la vida a Colombia.
Gustavo Petro llega al poder con más de 11 millones de votos, lo que representa un poco más del 50% del padrón electoral, cifra que ha sido declarada la más alta en la historia y sucede que, una de las estrategias del Pacto Histórico fue promover el voto y garantizar el transporte de sus votantes -circularon en redes sociales fotos de personas trasladándose en chalupas y hasta en mulas- , situación que generó una participación política sorprendente en el sur, en el Pacífico y en la costa Atlántica, conocida también como la periferia del país.
Sorprende también que la dupla Petro-Francia, ganó con más del 60%, tres de las cuatro ciudades más importantes económicamente hablando: Bogotá, Barranquilla y Cali. Este aspecto es fundamental, pues una de las propuestas más importantes durante la campaña fue el cambio del sistema económico, parando de una vez por todas la extracción de los recursos naturales y generando una reforma agraria para terminar con los latifundios aún existentes en Colombia y que son totalmente injustos e improductivos. Sorprendentemente, durante el discurso triunfal, Petro mencionó que habrían de desarrollar el capitalismo en Colombia y no porque lo adoren, sino porque cree que se tiene que superar la premodernidad, el feudalismo.
Evidentemente en Colombia ganó el cansancio que se vino gestando hacia los gobiernos anteriores, en Colombia ganaron las inconformidades que motivaron los estallidos sociales de hace un año en contra del status quo, en Colombia ganarondemocráticamente las voces de las juventudes y de las minorías que poco habían sido escuchadas y que incluso, por mucho tiempo habían sido silenciadas.
Así pues, no podemos dejar de hablar de Francia Márquez Mina, que como se había adelantado en este espacio, fue un eslabón muy importante para atraer comunidades que habían sido completamente afectadas por la violencia y por la discriminación.
Mujer, afrodescendiente, feminista y ambientalista, Francia Márquez representa a todas las minoríasolvidadas y sin duda, empobrecidas y silenciadas durante varias décadas. Durante su discurso reconoció ser la semilla de la resistencia y de la esperanza, pues sin duda, sus palabras resonaron en los oídos del pueblo colombiano cuando agradeció a quienes habían dado la vida para que el movimiento triunfara, haciendo referencia a los líderes ambientales asesinados, a los estudiantes desaparecidos y a las mujeres violentadas.
Las mujeres colombianas tienen la confianza puesta en el nuevo gobierno, pues otra de las principales propuestas es la creación del Ministerio de la Igualdad, instancia que desde la institucionalidad, pretende articular los diferentes programas con enfoque de género y prevenir las violencias generadas por el mismo efecto. Además, el ahora presidente electo, se pronunció en varias ocasiones por la defensa del acceso a las mujeres al aborto y por la garantía de los derechos de la diversidad sexual, situaciones que, sin duda alguna, habrán de marcar la agenda social y política del nuevo gobierno colombiano.
Las características de estos nuevos liderazgos en América Latina durante los últimos 20 años resultan similares, pues aquellos personajes que se muestran como alternativas ante los actores políticos tradicionales, con claras intenciones de cambiar el sistema político, llegan al poder con el apoyo contundente y completamente legítimo de sectores sociales diversos, simbolizando en sus figuras la posibilidad de hacer cumplir los deseos populares.
Sin embargo, ha sido también durante estas décadas que nos hemos percatado de la lejanía entre las narrativas y las formas de ejercer el “nuevo” poder. En algunos casos ha sido favorecedor y en otros tantos, todo lo contrario. Lo que es muy cierto es que la transición democrática en toda América Latina se ha visto pasar a un proceso de maduración, en donde lo importante ahora no son los apellidos ni las tradiciones partidistas, sino la capacidad de unión y escucha de la mayoría de los sectores de una sociedad, sobre todo de los que tradicionalmente no han sido contemplados.
Los resultados, hoy por hoy, son históricos y no solo para este país, sino para la región entera. Desde este espacio, abrazamos a nuestras hermanas y hermanos de Colombia y esperamos que este momento sea el parteaguas para una nueva narrativa, más incluyente, más transversal, más igualitaria y poniendo en todo momento los sentiresdel pueblo colombiano. Mientras tanto, seguiremos analizando la reconfiguración del tablero Latinoamericano, análisis que tendremos en la siguiente ocasión.
¡Nos leemos pronto!