La Ingeniera jalisciense, radicada en Estados Unidos cumplió el sueño de muchas generaciones de mexicanas que algún día soñaron ir al espacio.
Su historia, como la de millones es la de superación, la de tenacidad y persistencia, pero también de reflexión, en torno a lo que la ciencia, la tecnología, el desarrollo y la innovación le ofrece a la juventud en estos momentos en nuestro País.
Sabemos que la consolidación administrativa, jurídica y presupuestal de la Ciencia y la Tecnología, ha sido un camino sinuoso desde la reconstrucción del país a partir de la Revolución mexicana y con ello la creación de las instituciones en todos los ámbitos.
Llegamos al 2022, en el parteaguas de la Educación 4.0, aquella en la que la interconectividad juega un papel fundamental en la generación y difusión del conocimiento, aunado a una era atípica como la pandemia por SARS 2/Covid que obligo al mundo, o al menos, a quienes tuvimos las posibilidades, a trabajar, estudiar y socializar a través de la conexión al internet.
Pero resulta más preocupante es que mientras algunos países, avanzan a marchas agigantadas a la educación 5.0, la relación persona/máquina y la realidad virtual, otros nos quedamos como grandes generadores de profesionistas que no encuentran un campo fértil para desarrollar su potencial intelectual, pero más aun con formar un patrimonio digno en base a su preparación.
En nuestro país, contamos con alrededor de 36 mil integrantes del Sistema Nacional, las mujeres representan el 38.2% , las causas son claras y relacionadas a los techos de cristal, pisos jabonosos o cualquier analogía que apliquemos para visibilizar su problemática:
1.- Falta de un sistema nacional de cuidados que les permita desarrollarse plenamente en el campo de la investigación.
2.- Los prejuicios y estereotipos que desde la familia o desde las aulas les hacen comentarios de que “las mujeres no son aptas para la ciencia, matemáticas, física e ingeniería (áreas STEM por sus siglas en ingles)
3.- Al ser pocas mujeres en áreas exactas o áreas STEM, son mas susceptibles al acoso y hostigamiento sexual, siendo más fácil para ellas renunciar que denunciar ante la falta de protocolos o instancias de atención que no las revictimice y actúe rápidamente en consecuencia.
4.- El androcentrismo que permea en la ciencia, dando mayor credibilidad a los hallazgos de los hombres que de las mujeres, por ello el surgimiento de la Campaña #NoMoreMatildas, en honor a Matilda Joslyn Gage, que destaco el anonimato en que cientos de científicas padecieron, esta campaña lanza un cuestionamiento: ¿Habría tenido el mismo reconocimiento Albert Einstein si hubiera nacido mujer?
Aunque el tema de mayor asignación de recursos a este rubro es un imperativo categórico, lo es también la deconstrucción de aquellos comportamientos sociales que no visibilizan a más mujeres triunfando en la ciencia.
Anhelamos más investigadoras, más infraestructura, más presupuesto, más fuentes de empleo, seguridad social, rediseño educativo fomentando habilidades de investigación en las niñas, más prestaciones y más reconocimiento a sus proyectos.
Por ello decimos fuerte y claro, no más Matildas, pero si más Katyas Echazarretas.